Meg Ryan, de ‘Cuando Harry encontró a Sally’ a su nueva imagen viral

Fue la otra sonrisa de América, con permiso de Julia Roberts. La suya era más infantil y pizpireta, que remarcaba sus ojos azules. Meg Ryan fue la actriz favorita de las comedias románticas en la década de los 90. Su fingido orgasmo en ‘Cuando Harry encontré a Sally’ no solo la convirtió en una estrella con talento innato para la comedia. Lo que no se imaginaba que romper con este cliché años después tendría un precio tan alto.

La protagonista de una treintena de películas y adorada por Hollywood vuelve a ser noticia por presentar una imagen desfigurada. Ha sido en el estreno del documental en el que su amigo, Michael J. Fox, relata su lucha contra el párkinson. “Hay mucho odio en el mundo de hoy. Es tan fácil juzgar. Imagina ser un hater, qué estúpido”, ha declarado a ‘Daily Mail’ contra las críticas a sus retoques estéticos.

Esta transformación física de Meg Ryan ha sido la expresión de su trayectoria artística, con una pérdida de autoestima reconocida por ella misma. En 2019 confesó en una entrevista en ‘El País’ que había “perdido el interés por la interpretación y el mundo de Hollywood”, y que nunca se sintió “actriz vocacional”.

En aquella escena tan recordada de la película de 1989 que protagonizó con Billy Cristal, Meg Ryan lucía un rostro redondeado y el pelo leonado, que reforzaban a la mujer capaz de fingir un orgasmo en público. Luego explotó su dulzura en películas como ‘Algo para recordar’ o ‘Tiene un email’, ambas con Tom Hanks.

En los inicios de los años 2000, la actriz decidió desligarse de esos personajes femeninos tan representativos de una época del cine, y dar un giro a su carrera. Cambió esa imagen cándida, que le daba también el pelo corto, por otra más transgresora.

De aquella época es el thriller erótico ‘En carne viva’, de 2003, en el que la actriz aparece desnuda. “Esta película supuso un antes y un después en mi carrera porque nunca me había mostrado tan sexual. La reacción fue cruel”, declaró la actriz a ‘The New York Times’.

Sus intentos de alejarse del género de la comedia no obtuvieron resultados, y se colocó en el punto de mira de la crítica. El puñado de películas que vinieron después, como ‘Mi novio es un ladrón’, con Antonio Banderas y solo estrenada en España, no se correspondían con las ‘típicas’ de Meg Ryan.

Volvió a recuperar la melena rubia y su rostro revelaba los primeros tratamientos estéticos. Además, se colocó en el foco mediático por su vida personal. Tras una década casada con Dennis Quaid, se divorciaron tras los rumores de una infidelidad con Russell Crowe en el rodaje de ‘Prueba de vida’. Meg Ryan, que era víctima del machismo imperante en Hollywood, pasó a dirigir y producir sus propios proyectos.

La intérprete, de 61 años, siempre ha negado haberse sometido a operaciones de cirugía estética. Pero en sus apariciones es notable la ausencia de arrugas y la visión de pómulos hinchados. Un aspecto que hemos percibido en otras celebrities, y que está relacionado con el abuso de las infiltraciones de ácido hialurónico o los rellenos de bótox, que no se consideran operaciones estéticas.