Adiós tabúes, futuro bio y diversidad de pacientes: el estado de salud de la medicina estética

Aquello que hace unos años se escondía e incluso se negaba por activa y pasiva, hoy es reflejo de bienestar, de salud y todo un orgullo. Grandes o pequeños, son pocos los pacientes que ocultan y llevan en secreto que se han sometido a algún tratamiento de medicina estética, bien para prevenir, bien para reparar o directamente para mejorar. "La demanda de atención en medicina estética es cada vez mayor y por fin se está normalizando en la sociedad. Ha dejado de ser un tema tabú para consolidarse como un tipo de medicina que atiende cuidados y propicia una sensación de bienestar", nos cuenta la doctora Gloria Santomauro.

Experta en este campo con una larga y dilatada trayectoria, la Sociedad Internacional en Investigación, Salud, Desarrollo Empresarial y Tecnologías (SIISDET) acaba de otorgarle un premio que reconoce su trabajo como profesional distinguida. Charlamos con la doctora Gloria Santomauro sobre cuál es el presente y el futuro de la medicina estética: adiós tabúes, futuro bio y diversidad de pacientes.

Empecemos por el principio, ¿de qué hablamos cuando hablamos de medicina estética? "Es una medicina de bienestar. Implementa sus recursos en la reparación de daños por envejecimiento, en la prevención, en conseguir una mejoría estética, también en armonizar los rasgos del paciente y, en definitiva, el cuidado para mantener una calidad de vida", nos explica la doctora.

Es fácil y común caer en el error y confundir la medicina estética con la cirugía estética, pero Santomauro nos aclara cuáles son sus diferencias principales. "La cirugía estética tiene un campo de acción diferente, ya que aborda cambios no transitorios en la fisonomía, como podría ser un aumento o reducción de mamas, o una rinoplastia para disminuir el tamaño de la nariz. Son procedimientos que requieren pasar por un quirófano, días de estancia hospitalaria y baja médica". En lo que a tratamientos estéticos se refiere, la doctora nos aclara que en cabina, y muy lejos de esas salas de operaciones, los más demandados siguen siendo aquellos que inyectan, bien toxina botulínica o bien ácido hialurónico, la eliminación de manchas o marcas de acné en la piel y los hilos tensores para mejorar óvalo facial o el contorno del cuello.

El perfil del paciente se ha ampliado y ya no entiende de edades, de sexo ni de condiciones. Los hay desde jóvenes de treinta años que buscan modificar labios, pómulos o mentón, y prevenir la aparición de las arrugas. A partir de los 40 o 45 años, afloran otras necesidades como reparar y restaurar la piel o aminorar la flacidez y los signos del cansancio. Y el nuevo nicho, los pacientes de más de 65 años que acuden por primera vez a la consulta con un objetivo claro: tratamientos con un efecto natural, el 'que no se me note que me he hecho algo' de toda la vida, como aliado en la edad madura.

Esas son sus intenciones y los motivos por los que acuden a una clínica de medicina estética, pero la doctora Gloria Santomauro nos advierte que, antes de abordar cualquier tratamiento, "se realiza una historia médica completa del paciente, teniendo en cuenta las patologías previas, los fármacos que tiene indicados y hasta su estilo de vida. Luego se abordan sus necesidades, sus expectativas sobre el tratamiento y muy importante, su perfil psicológico". Con toda esa información, se aconsejan y siempre de forma personalizada, "los tratamientos, que según el criterio médico, le beneficiarían", añade.

Con una demanda que va in crescendo, ¿dónde va la medicina estética? "Su futuro está encaminado hacia el desarrollo y la utilización de materiales cada vez más biocompatibles, la búsqueda de tratamientos y cuidados para prevenir los signos del envejecimiento, y reparar y restaurar los que ya han aparecido. Ahora que por fin ha dejado ser un tabú, la sociedad lo ve como sinónimo de cuidados y bienestar", sentencia la doctora. Todo apoyado con la formación continua en la comunidad de médicos estéticos.

Como ejemplos, Santomauro nos detalla dos nuevas incorporaciones, "una toxina daxibotulínica que se asocia a una proteína no derivada de la albúmina del huevo y que busca mejorar la precisión en la aplicación, y el K-Botox, el popularmente conocido como bótox coreano, que es una toxina que promete mayor calidad, mayor duración y menor precio. En España, aún no están autorizadas para su uso y habrá que esperar para comprobar los resultados".