Las claves de la dieta nórdica que pueden ayudarte a adelgazar de forma saludable

El tiempo nos ha demostrado la importancia que tiene una correcta alimentación en nuestras vidas. Sentirnos más sanas, y estarlo, es más sencillo cuando prestamos atención a lo que comemos y tratamos de llevar una vida más activa. El ejercicio físico y la alimentación son pilares básicos en nuestra vida.

Sin duda, una de las dietas más recomendadas es la mediterránea, pero esta no es la única que cuenta con el aval de la OMS, que en un informe de 2018 llegaba a comparar sus beneficios con los que se pueden obtener de seguir una dieta nórdica.

Lejos de los años de tradición de la mediterránea, la dieta nórdica es relativamente reciente, por lo que los estudios que pueden demostrar los beneficios científicos de seguirla también lo son, aunque resultan muy prometedores porque parece reducir la aparición de enfermedades no transmisibles, como la diabetes o los problemas cardiovasculares.

Las claves de la dieta nórdica

Diseñada en 2004, esta dieta tiene claros los principios que quiere potenciar. No solo se basa en una alimentación equilibrada, también tiene muy en cuenta los productos de temporada y de proximidad, alimentos típicos de la zona y promoviendo el cultivo y las tradiciones típicas del lugar. Esto puede hacer que seguirla en nuestro entorno resulte un poco más cara.

La mayor diferencia con la dieta mediterránea la encontramos en la estrella de nuestras cocinas. El aceite de oliva, del que tanto nos enorgullecemos por motivos evidentes, desaparece en las cocinas nórdicas, siendo sustituido por el aceite de colza o cánola.

Aunque en España su uso es casi anecdótico, el aceite de colza tiene un alto contenido en grasas monoinsaturadas saludables y es rico en ácido linoleico, similar al omega 3, resulta ligeramente menos calórico que el aceite de oliva y, al igual que este, se puede emplear tanto para cocinar como para aliñar.

La dieta nórdica se basa en el consumo de frutas, verduras y cereales integrales, propone un elevado consumo de pescado azul, frutos rojos, nueces y marisco. Recomienda el consumo con bastante moderación de lácteos como el yogur y el queso, así como de huevos y carne de caza. Evita los aditivos, los alimentos procesados y los productos azucarados.

Entre los vegetales más consumidos en esta dieta destacan las coles, el brócoli, la remolacha o las zanahorias. Los pescados más habituales en la dieta nórdica son los grasos como el salmón, el atún, la caballa o el arenque. En el caso de los cereales, como la avena, el centeno o la cebada, siempre mejor de grano entero, sin refinar.

Siguiendo esta dieta, en cada comida deberíamos dividir el plato en cuatro partes y llenar dos de ellas de frutas y verduras de temporada y cercanía, una cuarta parte con granos enteros y legumbres, y la cuarta restante con proteína de pescado, marisco o carne magra, y si puede ser de campo o salvaje, mejor.

Aunque tiene muchas similitudes con la dieta mediterránea, en la que se basa ligeramente, la dieta nórdica apuesta por un mayor consumo de pescado, de lácteos y sus derivados, y en lugar de los cítricos típicos de la mediterránea, encontramos bayas y frutos rojos, deliciosos y cargados de antioxidantes y muy habituales en los países del norte.