Ana Soria y Enrique Ponce, tú a estudiar y yo a entrenar: su día a día tras la tormenta
La pareja, muy volcada en su nueva mascota, pasa estos días dedicada a sus labores de estudio y de trabajo, respectivamente
Una vez que el interés mediático pasó a segundo plano, Enrique Ponce y Ana Soria mantienen un perfil mucho más bajo. Ambos dejaron de ofrecer en sus redes sociales los posados de enamorados que acostumbraban y convirtieron al perro en el protagonista de sus historias. Aparece Ney en todas las variantes posibles: jugando con la pelota que le tiran su dueños, durmiendo en brazos de alguno de los dos y hasta Ponce atreviéndose a dar unos pases taurino a la mascota en el campo de golf. A falta de hijos comunes, Ney se ha convertido en un elemento fundamental del día a día afectivo de los enamorados.
La vida cotidiana se ha centrado en la mascota. Y ha sido en una de estas salidas donde las críticas se han dirigido hacia Ana Soria por no llevar mascarilla mientras paseaba al perro por los aledaños de la casa que comparte con el torero. Se trata de un amplio ático con vistas al mar donde la pareja lleva una existencia muy tranquila. Comparten salidas con los padres y futuros suegros de Ponce y algunos fines de semana con los ‘arrebataos’, grupo de amigos de Ana que estudian fuera de Almería.
La joven ha retomado por fin sus estudios de Derecho, que hasta el año pasado cursaba en la Universidad de Granada. Su vida afectiva trastocó su historial académico. Abandonó su beca Erasmus y trasladó en septiembre su expediente al campus de Almería. Por el momento y por la pandemia no acude a clases presenciales y estudia desde casa, como ella misma ha mostrado en su Instagram.
Una imagen en la que se ve el ordenador, unos apuntes, bolígrafos de colores y un vaso que se supone está lleno de café. La estudiante Ana Soria está totalmente volcada en sus estudios. Se encuentra en tercero de Derecho con algunas asignaturas de cursos anteriores. Dicen que tanto Ponce como los padres y el ‘tío’ Baltasar Garzón, gran amigo de la familia, presionan para que acabe la carrera.
El hecho de que Ponce viaje a menudo a la finca La Cetrina para entrenar deja a la novia tiempo para su desarrollo académico. El torero quiere estar en forma para cuando por fin pueda volver a las plazas. La Cetrina fue, hasta la separación, el campo familiar de los Ponce Cuevas y el lugar donde el matrimonio pasó el confinamiento. El propietario es Enrique Ponce. La adquirió antes de casarse y aunque lo hicieron en régimen de gananciales, este patrimonio es exclusivo del torero. Aseguran a Vanitatis que en la ratificación del divorcio (que aún no ha firmado Ponce ), esta finca no es ningún impedimento para la rúbrica definitiva. “Nunca se ha puesto sobre la mesa este tema”.
Una vez que el interés mediático pasó a segundo plano, Enrique Ponce y Ana Soria mantienen un perfil mucho más bajo. Ambos dejaron de ofrecer en sus redes sociales los posados de enamorados que acostumbraban y convirtieron al perro en el protagonista de sus historias. Aparece Ney en todas las variantes posibles: jugando con la pelota que le tiran su dueños, durmiendo en brazos de alguno de los dos y hasta Ponce atreviéndose a dar unos pases taurino a la mascota en el campo de golf. A falta de hijos comunes, Ney se ha convertido en un elemento fundamental del día a día afectivo de los enamorados.