Rocío Flores y su gran cambio a la muerte de su abuela, en palabras de Rocío Carrasco
Tras cuatro meses sin ver a su hija, porque había estado en Houston con su madre, Rocío Jurado, su reencuentro no fue como hubiera deseado
La segunda parte del capítulo sexto arranca con la comparecencia de Rocío Jurado en rueda de prensa en su casa de La Moraleja para informar de que padecía un cáncer de páncreas. Un momento de enorme entereza de la emblemática cantante que su hija observaba con lágrimas en el plató donde se rodó la serie documental. "Me sentí muy orgullosa de ella, ya no como madre, que siempre lo he estado, sino como persona porque creo que hizo un ejercicio de fortaleza, aunque por dentro se estuviera muriendo. Creo que en cierta forma eso le podía dar esperanza a mucha gente que la viera".
"Yo creo que ella desde el principio tenía otro convencimiento, pero ella se armó de valor. Cuando terminó la rueda de prensa se fue con su vecina, que era su abogada, a hacer algunas gestiones. Es lo que sé", y fue un día que coincide con la fecha en la que firmó su testamento, el 17 de septiembre de 2004. "En ese momento la familia se hunde y van pasando los días, no quiero decirlo de una manera que pueda parecer ofensivo para con nadie, y el fin de alguien da paso al comienzo de muchos".
"Yo en este momento no voy a hacer juicio de valor del principio de las vidas televisivas de mucha gente de mi familia, en cuanto al padre de los niños te puedo decir que rentabiliza, como han rentabilizado todos", mantiene.
"Mi madre se va a Houston, ya se habían hecho todos los trámites y mandado la documentación médica, se sabía los médicos que la iban a atender. Se va a Houston a que la vean si el tratamiento que le ponían aquí era el adecuado o existía algo mejor. Yo me quedo aquí, encargada de mis niños y de mis hermanos. A mi madre le ponen un tratamiento de quimio y de radio. Está allí durante un tiempo bastante grande. Creo que llegó a hacer dos ciclos de tratamientos", rememora.
"Volvieron a España, ella hace su último especial, 'Rocío, siempre'. Su última vez encima de un escenario. Tenía la fuerza justa, pero le salió bien. Fue tan feliz haciendo esa última actuación que, por otra parte, yo creo que ella pensaba en su fuero interno que no iba a llegar a hacer nunca. Estaba muy nerviosa y emocionada, pero feliz. Fue un chutazo de energía porque estaba haciendo lo que le gustaba y lo que le hacía feliz", subraya Rocío Carrasco.
Posteriormente se muestran imágenes de la última entrevista que concedió, a Jesús Quintero. "Era su hermano, como ella lo llamaba. Ella dice que tenía ganas de luchar. Tenía muchas ganas de vivir. Era una luchadora nata. Efectivamente, como ella dijo, si se iba no era porque no hubiera peleado. Pasamos esas Navidades en Madrid y después de fin de año comienza a encontrarse mal otra vez. Se decide que pase primero por Montepríncipe, que es el sitio donde se la ha operado. Le dicen que puede estar tranquila, que no pasa nada. No contentos con esa opción, porque veíamos que no era real, que algo pasaba, fue cuando decidimos que volviese a Houston".
"Mi madre tenía pánico a las anestesias generales, porque ella tenía muchas alergias. Cuando ella ve que tenían que dormirla, me llama y me dijo que fuera. (...) Supuestamente no era nada de gravedad, era cuestión de días. Me volví un domingo, llegué a Madrid el lunes y a los dos días me llama una persona muy amiga de mi madre, que me dijo que me cogiera un avión y me fuera para allá. Hacía escala en Miami y Fidel se quedó en Madrid, porque estaba con mis hijos. En la televisión en España se había dicho que había ingresado en la UVI y no quería que llegara y me encontrase aquello. Cuando encendí el teléfono, me llamó y me lo dijo", relata.
"Mi madre había cogido un virus de quirófano, cuando llegué estaba inconsciente, pero se puso buena a los dos días. Nadie de allí se lo explicaba. Decían que no lo habían visto nunca. Seguía en la UVI por vigilancia, consciente y bien. A partir de ahí nos dicen que la estancia por otras determinadas cosas se va a alargar. En aquel momento no estaba para nada. Me fui de Madrid dejando a mis hijos con su padre. Estuvo con ellos los cuatro meses que estuve fuera porque consideré que era lo más adecuado. Me llama Saavedra para decirme que ha presentado una demanda de modificación de medidas", añade.
"Lo único que pide es que el convenio que se firmó de manera privada se lleve a público y quede constancia como si fuese judicial. Le dije que no tenía ningún problema, por lo que no tenía que volver, que estuviera tranquila. A lo único que me voy a oponer es a la pensión de alimentos, porque no la ha pasado nunca y porque sigue sin pasar. Lo voy a volver a poner en conocimiento del juzgado. Es la segunda modificación de medidas. Este ser la presenta en el momento en el que ya se sabe que mi madre desgraciadamente está enferma. Aprovecha ese momento, porque era impensable que Rocío Jurado iba a fallecer y que a sus nietos no les iba a dejar nada en el testamento. Él dijo: 'Si mis hijos heredan, esta me quita el convenio regulador, yo vuelvo a los fines de semana alternos y no voy a poder disponer ni disfrutar ni gestionar nada que tenga que ver con la herencia de mis hijos'. Y así lo hizo, aprovechó ese momento de mi vida para volver a intentar asegurarse el futuro", mantiene.
Rocío no contó a sus hijos que su abuela estaba enferma, ni les da explicaciones porque no quería que fueran conscientes de ello. "Qué repulsión me ocasiona que un padre tenga que hablar de los sentimientos de dos niños pequeños y tenga que hacer el numerito llorando por la salud de la abuela", comenta tras ver unas imágenes de Antonio David en 'A tu lado'. "En muchas ocasiones, esas lágrimas las ha soltado mi madre por su culpa, me parece repulsivo", comenta.
"Mi madre no habla nunca con los niños, no la dejo. Estaba mala, tenía la voz que era un hilito. Yo conozco a Rocío y a David, y sabía que iban a notar que algo no estaba bien. La que sí habla con los niños casi todos los días que estuve en Houston fui yo. Es verdad que yo llamaba al colegio de los dos. No se puede olvidar que llevaban cuarenta días con él porque se los dejé yo", precisa.
"Cada día pasaba una cosa nueva, cada día tenía una cosa más grave que el anterior", relata sobre su madre en el hospital de Houston. "Fue terrorífico. Como éramos muchos, hacíamos turnos, de mañana, de tarde y de noche, se iban rotando. A mí siempre me tocaban las noches o bien porque a una le dolía mucho la cabeza, porque tenía reúma y no había dormido en toda la noche, o bien porque pasaba cualquier otra cosa. A mí no me pesaba. Tomé la determinación de que también quería estar con mi madre cuando estuviera despierta, no cuando estuviera dormida. Así estuvimos hasta que ella se quería volver a España y se consiguió todo para que volviera".
"Ese viaje fue a través de Ángel Nieto, otra persona a la que he querido mucho en mi vida, que era como si fuera el hermano de mi padre. Ángel era amigo de Paco Hernando, el Pocero, que tampoco está, que nos puso un avión medicalizado para que ella pudiera viajar en las condiciones de seguridad necesarias. Paco se portó muy bien. Siempre le estaré agradecida por lo que hizo con ella, porque no la conocía. Lo hizo de una forma desinteresada. En este viaje, mi madre estaba muy contenta, porque volvía a su casa", asegura Rocío Carrasco.
"Llegamos a Madrid y ella estaba feliz. Cuando se bajó del coche ya en su casa estaba muy débil, pero muy feliz. Pasamos todo el mes de mayo allí con ella. No quería que mis hijos tuvieran esa imagen de la yaya, que la recordaran jugando, cantando, bailando o haciéndoles lentejas, que a mi hija le encantaban. Yo no me moví del lado de ella hasta que no se fue. Hasta el sábado de madrugada, la eterna madrugada", manifiesta entre lágrimas.
Cuando ya se acercaba el final... "Se quedó mirándome a mí cogiéndole la mano a Fidel y me dijo que no pensaba morirse sin dejarme casada con él. Se me saltaron las lágrimas, intuía lo que iba a pasar. Fidel le dijo que no dijera tonterías. Ella decía que nos casáramos al día siguiente. Y Fidel contestó que cuando se repusiera. Ella contestó que llamaba al padre Ángel para casarnos y que se quedaba tranquila. Es como si lo hubiera hecho en ese momento. Y ya pues el 1 de junio pasó lo que pasó", concluye.
"Se fue", dice Rocío tras ver las imágenes de la despedida de su madre. "Aquello fue si no el peor día de mi vida, uno de los peores. Se iba lo más importante que puede tener una persona, su madre. Todo el mundo lloraba a la artista, pero yo lloraba a mi madre. Para mí no era Rocío Jurado, era mi madre. Ella estaba orgullosa de mí y lo sé perfectamente. No hace falta que nadie me lo diga y nadie me lo recalque, porque hay cosas que solo ella y yo sabemos. No las sabe nadie más que ella y yo. Y con eso me basta".
Y el relato concluye de un modo estremecedor: "La capilla ardiente fue en el teatro Fernando Fernán Gómez y de ahí nos fuimos en avión a Jerez, proporcionado por Paco. Primero nos fuimos a velarla en su Virgen de Regla, que es lo que siempre tenía en la boca. El entierro fue tremendo (...). Cuando ya se la dejó allí y fui consciente de que se quedaba allí, me vine para mi casa de Madrid y hablé por teléfono con Javier Saavedra para que llamara y me trajeran a mis hijos, porque llevaba cuatro meses sin verles. Sonó el timbre y eran ellos. David vino corriendo, empezó a darme besos y a decirme que no llorara. Tenía siete años. Le decía que no se preocupase, que estaba bien. De repente llega Rocío, que tenía nueve años, nada más llegar se sentó en las escaleras y se quedó mirándome y me dijo: 'Mamá, ahora qué va a pasar con las casas de Miami'. En ese momento yo supe que todo había cambiado y que esa semilla del mal que había plantado en ella estaba floreciendo. Se me vino encima el mundo cuando escuché esa frase en una niña de nueve años, que se acaba de morir su abuela. Viene con una lección aprendida. Me di cuenta de que había un antes y un después en esa niña que la había parido yo, pero que parecía que no tenía nada de mí".
La segunda parte del capítulo sexto arranca con la comparecencia de Rocío Jurado en rueda de prensa en su casa de La Moraleja para informar de que padecía un cáncer de páncreas. Un momento de enorme entereza de la emblemática cantante que su hija observaba con lágrimas en el plató donde se rodó la serie documental. "Me sentí muy orgullosa de ella, ya no como madre, que siempre lo he estado, sino como persona porque creo que hizo un ejercicio de fortaleza, aunque por dentro se estuviera muriendo. Creo que en cierta forma eso le podía dar esperanza a mucha gente que la viera".