Rocío Carrasco desmonta el relato de Antonio David sobre la custodia de sus hijos

'Algo se me fue contigo' es una de las canciones más emotivas de Rocío Jurado y en la que ella rendía tributo a la suya con enorme emoción cada vez que la interpretaba en los escenarios. Este es el título elegido por La Fábrica de la Tele para el séptimo capítulo de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva', en el que Rocío Carrasco rememora uno de los momentos más duros de su vida, la muerte de 'la más grande', víctima de un cáncer de páncreas.

El episodio comenzaba precisamente con esta canción y una serie de imágenes muy felices de Rocío Carrasco con su madre, por lo que la emoción brotó a sus ojos de manera casi inmediata. "Esta canción me lleva a ella a esa eterna madrugada", manifesta Rocío al rememorar unas horas durísimas, pues su madre falleció a las cinco de la madrugada, como anunció su hermano y mánager, Amador Mohedano.

Pero lejos de que el punto de partida, si se nos permite parafrasear otra de las canciones de la Jurado, fueran momentos tristes, el documental arranca con la familia de fiesta y Fidel tocando la guitarra: "A ella le encantaba que tocara y le cantara. Él siempre ha sido muy vergonzoso para esas cosas. (...) Fidel se gana a mi madre en el punto y hora en el que ella le conoce. Por eso he dicho que, pese a todo lo que se ha dicho y todo lo que se han encargado de decir y de enmierdar, la relación que ellos dos tenían la sabía ella, la sabe él y la sé yo".

Sin embargo, este tono festivo pronto se rompe cuando empiezan a reproducir muy duras críticas contra Fidel Albiac, a quien en distintos programas de Telecinco del pasado acusaban de no trabajar. "No interesaba que estuviera a mi lado y había que desprestigiarlo y humillarlo. De todas formas, me parece una auténtica vergüenza. Me da asco, esa es la palabra, que la gente tenga esa facilidad para vomitar cosas, que son humillantes y que lo que quieren es dejar en mal lugar a alguien que no les ha hecho nunca nada en su vida. Está en todo su derecho de querer ser el gran desconocido para la mayoría de la gente y el gran conocido para la gente que tiene la suerte de conocerlo".

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Le preguntan entonces a Rocío sí es un interesado, a lo que replica: "Para nada. Lo dio todo y se metió en una historia de la que ha salido y sale perjudicado sin pedir nada a cambio. Entró en esta relación con el corazón en las manos y me lo dio entero. Si hubiera sido un oportunista o un caradura, la historia habría sido otra y otro gallo hubiera cantado".

Entonces emerge en el relato Antonio David Flores y su etapa televisiva en 'Crónicas marcianas': "Aparece dándose golpes de pecho, diciendo que no le dejan estar con mis hijos, soy el mejor padre del mundo, yo quiero estar con mis hijos... Eso unido a lo que les estaba haciendo a los niños me llevó a pensar que quizás si yo accedía de alguna manera y contribuía a que él estuviera más tiempo con los niños, todo eso iba a cesar y me iba a dejar en paz porque supuestamente conseguía lo que quería".

Sin embargo, los problemas no cesaron: "Quiero dejar claro que hay un primer momento en el que en un momento de flaqueza me planteo darle a los niños, no seguir luchando por ellos. Vivía en un estado de pánico y alerta. Hubo un día que dije que si le daba los niños por completo...". Rocío Carrasco asegura que "me duró horas, pero siempre me he encargado de que esos niños quisieran estar con su padre y guardar su cara. Los niños querían estar con su padre, claro que sí. Lo que determino es que tengo una sentencia en la que se me da la custodia por completo. Fui a ver si haciendo un convenio regulador de forma privada y dándole los niños quince días y otros conmigo... Cuando llegamos al convenio y le comento a Fidel que voy a hacer esto, me dice que le parece perfecto. Llegamos a la conclusión de que si eso era lo que quería, todo eso pararía, el machaque a los niños y lo público".

"Me reúno con el que entonces era mi abogado, hacemos un convenio regulador, llama a la parte contraria. Se queda firmado por mí seis meses en la mesa del despacho de Doroteo López Royo, para que el ser y su abogado fueran a firmarlo. Esos seis meses tuve que tragarme todos los 'Crónicas marcianas' del mundo con los golpes de pecho, de que no me dejan ver a mis hijos. ¿Cómo le explicas a una niña de cinco o seis años que va al colegio y tiene compañeros que yo no le dejo a su padre que no los vea y que tiene un convenio sobre la mesa que no firma porque no le da la gana", añade.

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Y hace entonces unas declaraciones sorprendentes sobre cómo se logró que ese convenio saliera adelante: "Hablé con Sardá y le dije que todo lo que estaba contando era mentira (...). Javier dijo que no había preocupación, que David salía con el convenio firmado. Y así se firmó", desvela Rocío Carrasco. "En este convenio, que es muy público y muy cuestionado, se ha dicho por parte de esta persona y de otras que era un convenio de cláusulas leoninas, que había tenido que renunciar a cosas importantísimas, que había perdido económicamente, que había unas cláusulas diabólicas".

Sobre las afirmaciones de que Antonio David renunció a dinero, una sociedad que tenían en común, Rochipín, afirma que "esa es la campaña, ¿qué clase de madre hace eso con dos niños pequeños? Para mentir lo primero que tienes que tener es muy buena memoria y a la vista está que a lo largo de 20 años ha dicho cosas en las que se contradice él mismo".

Rocío Carrasco leyó parte del convenio regulador, en el que se estipula que "el Sr Flores Carrasco abonará a la madre como pensión alimenticia a favor de los hijos 540,91 euros mensuales en 12 meses al año (con independencia de quien tenga a su cargo los menores)". Y explica que "lo que hago es reducirle a la mitad la pensión que le impone el juzgado".

Y también leyó la cláusula de confidencialidad: "Ambos esposos se comprometen de manera solemne a guardar absoluto silencio y total discreción en relación con el contenido y cumplimiento del presente convenio, de forma que ningún tercero se inmiscuya en sus vidas privadas ni en la de sus hjos". Se firma el 18 de julio de 2003 y tres días más tarde sale una portada en la que se desvela "todo lo que le ha contado él". Un reportaje escrito por Lydia Lozano.

"Él sabía que tres días después de firmarse el convenio y ver eso mi reacción hubiera sido 'ya no hay convenio, volvemos a las medidas de separación'. Tenía otros 20 años para decir que él no tenía culpa, que era cosa de Lydia", señala. "No se ha callado nunca nada. La información que publican dentro de la entrevista es falsa, pero sí informan de que se ha firmado el convenio. Él no tuvo que renunciar absolutamente a nada, al revés. Se le ha dado toda la facilidad del mundo. Ella (Lydia) lo sabe. Lo que no son ciertas son las cláusulas".

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"Esta persona (Antonio David) ha dicho que ha sido uno de los primeros padres a los que un juez le ha dado la custodia compartida, incluso creo que le llegaron a dar un premio. Eso es mentira. No existe ningún documento judicial. A él no le ha dado la custodia compartida nadie que no sea Rocío Carrasco Mohedano. Cuando este convenio está en vigor, me entero que me ha presentado un procedimiento judicial que se llama de medidas. Es un procedimiento argumentando que no cuido al niño", prosigue en su relato sobre su interminable guerra con el ex guardia civil.

"Esa modificación de medidas se fecha para la vista el mismo día que él mismo firma el convenio, por lo tanto desiste y no va a la modificación de medidas. El juzgado emite un auto diciendo que se tiene a Antonio David de desistido de la demanda imponiéndole las cosas", recuerda Rocío sobre un momento en el que Antonio David le acusa de los problemas con los que nació su hijo David, como ya contamos en Vanitatis, algo que también había hecho su madre en el proceso de nulidad. "Al final son gotas y gotas y gotas que se te van quedando. Cuando lo ves en televisión tienes gatas de meterte bajo una teja del tejado y quedarte allí a vivir".

"Hay unos cambios que veo en la personalidad de los niños y que todo lo que he procurado durante quince días, me estoy refiriendo a temas de educación, cuando volvían era como si hubieras hecho un castillo en la arena de la playa y se lo hubiera llevado una ola y no quedara nada. Empiezo a notar que los niños empiezan a llegar muy cansados. Rocío menos, pero a David me costaba dos días que se adaptara de nuevo a su rutina. Llegaba, se metía en la cama y estaba durmiendo hasta el día siguiente", destaca.

"Mi hija desde los 9 años quería un móvil y no se lo compraba. En casa de su padre lo tenía. Se quería acostar a las tantas y allí sí lo hacía y no pasaba nada", contaba y retomaba el tema del convenio: "Lo hice creyendo que hacía un bien y se lo hacía a ellos, y me arrepiento porque al final lo que he conseguido es ponerle en bandeja más tiempo para que consiguiera lo que hoy ha conseguido. También la gente puede decir que por qué no se lo quitaba, porque mis hijos querían estar con su padre y yo no iba a tener a mis hijos, a dos niños, que querían ver a su padre. Los niños no son conscientes y quieren irse con su padre, porque ellos están bien y no son conscientes del daño emocional que se les estaba haciendo. No podía hacer otra cosa, ponerlo en manos de la justicia, que es lo que he hecho".

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"Mi vínculo con los dos es fortísimo hasta que mi madre fallece", recuerda Rocío y regresa a ese punto tan difícil para ella en el que empezaba el capítulo. "En agosto de 2004 es cuando le diagnostican la enfemedad. Ella tenía su gira de verano y en ese momento estaba en Chipiona. Llevaba unos días en los que se encontraba un poco mal. El médico le dijo que se tenía que ir inmediatamente a Madrid -y tuvo que suspender una actuación en la que fue reemplazada por Isabel Pantoja-. Se vino para Madrid, la miraron en Montepríncipe y le dijeron lo que había. Ella se notaba hinchada, que tenía los ojos en una tonalidad un poco amarillenta, que estaba como fatigosa. Yo estaba fuera de España y me llama y me dice que llevaba unos días que no se encontraba bien. Hicimos las maletas y nos volvimos a Madrid".

"Yo me acuerdo que el médico me dijo lo que era y le dije que qué significaba, me dijo que el 80% no sobrevive. Le dije que me daba igual, que mi madre estaba en el 20 -dice, rompiéndose-. Durante ese mes que estuvo en ese hospital, recibió todas las muestras de cariño habidas y por haber. Ante esas muestras de cariño y de amor y de afecto, se ve en la obligación de comunicarlo públicamente, qué era lo que tenía y qué era su pensamiento de lo que tenía que hacer".