Ángel Cristo y Bárbara Rey: la pareja más dispar que convirtió su amor en un filón

‘Cristo y Rey’ es el biopic sobre el matrimonio formado por Ángel Cristo y Bárbara Rey, cuyo primer episodio (se han rodado ocho, de 50 minutos cada uno) se estrenará en la noche de este domingo 15 de enero en Antena 3.

Belén Cuesta y Jaime Lorente serán los encargados de dar vida a esta pareja cuya relación resultó sorprendente para muchos. Para comprender el fenómeno Cristo-Rey que se generó durante años y el tirón mediático que tuvieron, hay que remontarse a principios de los años 80 y analizar la trayectoria profesional que ambos poseían.

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Vanitatis / Agencias

Ángel Cristo era carne de carpa de circo. Hijo de una contorsionista malagueña y un trapecista griego, su vida se desarrolló en un mundo que hoy puede resultar obsoleto, pero que en la España de los 80 resultaba ser una de las grandes atracciones para el público familiar formado tanto por niños como por adultos. Hablamos de un circo muy diferente al que conocemos hoy, donde los espectáculos con animales eran uno de los grandes reclamos.

Así, Ángel Cristo se convirtió en aquellos años no solo en el domador más famoso de nuestro país, sino también en un gran empresario al frente de su propio circo, el Circo Ruso. En él vivía una vida nómada, de ciudad en ciudad, atrayendo a miles de personas que cada tarde acudían a ver su gran espectáculo.

Muy diferente era el mundo de Bárbara Rey. Los concursos de belleza le habían abierto las puertas del mundo del espectáculo en el cine y la televisión. Su imponente físico cortaba la respiración. Unas piernas kilométricas, una gran belleza y un look andrógino y moderno destacaron rápidamente en la España de la Transición y en la época del destape. Se convirtió en uno de los mitos eróticos de aquellos años y continuó siéndolo durante muchos más.

Bárbara era símbolo de una vida repleta de glamour y sofisticación en la que podía codearse con las altas esferas del poder. Su belleza fue un gran reclamo para el cine, pero su desparpajo y su contundente personalidad, con la que siempre hacía gala de un gran sentido del humor y de una fina ironía, la convirtieron en la persona idónea para presentar programas de televisión tan exitosos en los años 70 como ‘Palmarés’.

Las mujeres soñaban con parecerse a ella y los hombres, con estar con ella. A sus pies se rindieron los más agraciados del momento, como Paquirri o Alain Delon. También políticos como Joaquín Garrigues Walker, de UCD. El mismísimo rey Juan Carlos sucumbió a sus encantos, como años después se sabría. Eran perfiles de hombres que distaban mucho al de Ángel Cristo, de pequeña estatura, no muy agraciado y que vivía entre caravanas, sin una residencia fija, pisando la arena de la pista de su circo cada día.

Por todo esto, pocos pudieron entender que aquel domador llamara la atención de una mujer como Bárbara Rey. Pero lo hizo. Una amiga común, la vedette Mary D’Arcos, los presentó después de que la esposa de Cristo, la trapecista Renata Tanton, falleciera en 1979.

Poco tiempo después, la pareja se daba el ‘sí, quiero’ en una boda tan atípica como llamativa. La gran musa del destape se casó bajo la carpa del circo Ruso un 12 de enero de 1980, en Valencia, ciudad donde el novio ofrecía su gran espectáculo en aquel momento.

Bárbara dejó su mundo para adentrarse en el de su marido. El tándem resultó ser un filón. Si ambos atraían todas las miradas por separado, juntos lograron convertirse en un imán para todos los curiosos que no podían resistirse a ver a Rey convertida en estrella del circo junto a la gran figura de ese folclórico mundo.

Los animales, las lentejuelas, el brillo y el amor de dos seres absolutamente mediáticos formaban la combinación explosiva perfecta. Incluso consiguieron tener su propio programa de televisión, donde mostraban su vida familiar y nómada junto a sus hijos, Ángel y Sofía.

Lo que nadie sospechaba entonces es que cuando los focos se apagaban y la carpa echaba el cierre, la realidad de aquella familia que parecía idílica era mucho más sórdida. Los problemas de adicción de Ángel Cristo ya existían. Sus complicaciones de salud comenzaron a hacer mella en su físico; su enganche con las drogas y su impulsiva personalidad, en su conducta, que se volvió agresiva hacia su mujer. Con el paso de los años se hicieron públicos los episodios de maltrato que Bárbara Rey soportó.

En 1987, el circo cerró sus puertas para siempre y en 1989 el matrimonio se rompía para convertirse en carne de escándalos y de programas del corazón. Bárbara Rey logró reconducir su vida, cada vez más alejada de los platós de televisión y contando con el apoyo y el amor incondicional de sus hijos. Sin embargo, Ángel Cristo nunca pudo salir de la espiral autodestructiva en la que había entrado. Murió convertido en la sombra de lo que fue y los escándalos lo acompañaron hasta el final de sus días.