La tía 'madrileña' de Jameel Alexander Thermiotis, el marido de Iman de Jordania

Aunque nació en Grecia, Jimmy Thermiotis fue un venezolano ejemplar. Fundó empresas, apostó por los perfumes y creó una gran familia con tres hijos –Alejandro, Diana y Katerina– y nueve nietos. Uno de ellos, Jameel Alexander (hijo de Alejandro) acaba de contraer matrimonio con Iman de Jordania. Jimmy falleció en Miami en 2018.

Como buenos millonarios, los Thermiotis son ciudadanos del mundo y tienen propiedades en los destinos más glamurosos del planeta: París, Londres, Gstaad, Ibiza… A esa lista hay que añadir ahora Amán –por razones obvias–, y Madrid, el nuevo destino de moda entre los latinoamericanos más acaudalados. Es el caso de Katerina Thermiotis, tía del recién casado, una mujer esbelta y estilosa que vive entre Miami, Caracas e Italia, y que adquirió un piso por la exclusiva zona de los Jerónimos. Como muchos compatriotas venezolanos, Katerina ha querido tener un pied-à-terre en la capital de nuestro país y el año pasado aprovechó para presentar aquí su último proyecto empresarial: la marca de vinos espumosos Stelle & Fortuna.

Katerina estudió Diseño y Comunicación en la prestigiosa escuela Parsons y trabajó gran parte de su vida laboral gestionando la imagen del conglomerado empresarial familiar. Pero hace unos años decidió dar un giro a su vida y emprender un nuevo proyecto. Así, en 2018 compró ocho viñedos en Treviso (Italia) y lanzó una serie de vinos espumosos, ligeros y frescos, que causan furor en las fiestas más distinguidas de Caracas. La empresa Fortuna ya existía en Italia y estaba a punto de desaparecer, pero Katerina tuvo la oportunidad de comprar las tierras a buen precio y con el negocio prácticamente montado.

La empresaria tiene tres hijos: el primogénito, Nicolás Rojas, que trabaja en Londres, y las gemelas de 17 años Leonor y Victoria Lizardo, educadas entre Caracas y el exclusivo internado Le Rosey, en Suiza, y fruto de su matrimonio con el empresario Marco Lizardo, del que está divorciada. “Tiene una casa preciosa en el Country [un exclusivo club privado]. Es una mujer encantadora y muy trabajadora. Mantiene vivas sus raíces griegas, veranea en Grecia y tienen barco allí”, nos cuenta una antigua conocida de la familia.

El padre de Katerina llegó a Venezuela en los años cincuenta, cuando el país vivía bajo un implacable régimen militar, pero era uno de los cinco países con mayor crecimiento económico del mundo. En ese ambiente de opulencia, donde fluían los dólares alimentados por el petróleo e imperaba el gusto afrancesado, Jimmy Thermiotis creó su imperio. Su empresa se convirtió en la mayor importadora y distribuidora de perfumes del país y las crónicas de la época recuerdan cómo en 1952 recibió a Christian Dior en el aeropuerto de Caracas, cuando el diseñador viajó hasta Venezuela para abrir su tienda en la ciudad. Entre sus propiedades, Thermiotis también contaba con la tienda Versalles, la boutique por donde desfilaba toda Caracas, donde se vendía la cristalería más hermosa de la ciudad y donde se ofrecían carteras y accesorios de Dior, Givenchy y Chanel.

En Gstaad

Katerina no es la única que tiene vínculo con nuestro país. Su hermana Diana d'Hendecourt Thermiotis, tiene una villa de cinco habitaciones en Sabina Ibiza, un proyecto superexclusivo que el magnate inmobiliario británico Anton Bilton ha construido en la isla de Ibiza. Diana es muy amiga del empresario y su mujer, la actriz y modelo neoyorquina Lisa B: “Nunca hubiera comprado casa en Ibiza si no fuera por Anton y Lisa. Estoy aquí por ellos. Son muy divertidos”, confesaba en una entrevista a la edición americana de la revista 'Traveler'.

Si su verano discurre en Ibiza, sus inviernos transcurren en Gstaad, donde se ha convertido en la reina oficiosa de la estación de esquí, además de vicepresidenta del exclusivo Club de Luge, un club privado inaugurado hace un par de años y situado en un chalet de madera en la cima de la montaña Eggli. Diana está casada con el conde francés Vianney d’Hendecourt, y su boda se celebró en el Château de Rouret, muy cerca de París. Cuentan las malas lenguas que no opuso resistencia cuando en la invitación de boda se sugería a los venezolanos que acudieran con liqui-liqui, guayabera o cualquiera indumentaria que completara la nota étnica. Una fruslería si tenemos en cuenta que su sobrino, Jimmy Alexander, ha tenido que adaptar su nombre al de la casa real hachemita.