Hablamos con Nieves Álvarez sobre su empresa de cosmética: "Era un riesgo, pero también mi sueño"

Nieves Álvarez mantiene un abanico laboral amplio. Tiene su propio espacio en televisión, una línea de ropa, desfila en París y en pasarelas importantes que comparte con chicas de 18 y 19 años. Reconoce que, por su profesión, está siempre en el punto de observación y que realmente es una mujer como las demás. Con sus miedos, sus sueños, su dedicación a la familia, a sus hijos, a su pareja… Y todo eso hay que gestionarlo en el cóctel de la vida. Hace cuatro años, comenzó a planear un sueño que ya es una realidad. Se trata de una línea cosmética con su nombre en la que es arte y parte. No solo es imagen, sino que ella es la propia inversora de esta empresa creada en solitario. Por el momento no hay boda con Bill Saad, su pareja desde hace un año, que ha sido y es uno de sus grandes apoyos en su proyecto empresarial.

Eres una mujer multitarea. Desfilas en París, tienes tu programa de televisión, diseñas líneas de ropa de mujer y de niños… Te da tiempo para todo.

La ropa de niños ya no lo hago. Fui una de las afectadas como muchos españoles por el covid. La firma llevaba funcionando cincuenta años y yo me incorporé hace diez. Llegó la pandemia y hubo que cerrar. Las socias tenían claro que era complicado mantener el mismo ritmo. Hubo tiendas que cerraron y pensamos que no era bueno mantener una agonía. Soy de las que piensan que cuando hay que tomar decisiones radicales, hay que hacerlo.

¿Lo has hecho a lo largo de tu vida?

Sí, y lo que no hago es arrepentirme por decisiones que nunca tomé. No me gustan los “y si hubiera hecho esto”. Creo que no aportan nada esos pensamientos. Si hay que equivocarse, pues te equivocas. No soy de mirar atrás.

El confinamiento nos suena ahora muy remoto.

Pues sí, pero como para el resto de los españoles, fue duro estar encerrada en casa. No podía teletrabajar porque mi trabajo es presencial. No había programa de televisión, no desfilaba porque no había desfiles, tampoco podía diseñar. Fue fuerte laboralmente y anímicamente. Incluso intenté cocinar y no dio resultado. Le pedí a Naty Abascal una receta de una tarta de chocolate que hace riquísima y no sé lo que hice que fue un desastre.

Ahora acabas de lanzar una línea cosmética de cremas y sérum. ¿Hasta qué punto estás implicada en estos productos?

Totalmente implicada porque yo soy la empresa. Después de treinta años, soy yo sola. No tengo ninguna marca que me avale. No pongo la imagen, sino que he invertido mi dinero en este proyecto. Lo he supervisado, lo he testado. He hablado con especialistas, con dermatólogos, con todas las personas que son necesarias para que sea un gran producto. Y además a un precio muy razonable.

Una iniciativa muy arriesgada.

Pues sí. Llevo cuatro años con este proyecto que lleva mi nombre porque es cien por cien mío. Hay un laboratorio que formula y yo les pago por ese trabajo. Y tengo a mi CEO, Adriana, que es la que controla y me pone los pies en la tierra. Por ejemplo, pienso en un envoltorio determinado que me puede gustar mucho pero que resulta innecesario por el coste. He abierto una ventana, pero también he cerrado otras.

Tu imagen es impecable con una piel espléndida. Puede ser que te vean demasiado perfecta.

Lo que sucede es que me he cuidado la piel desde siempre. Cuando llegué a París con 19 años me mandaron a un dermatólogo para curarme el acné. Con los años y la maternidad, cambia la piel y salen manchas. Yo soy mi mejor carta de presentación y por eso he procurado cuidarme tanto por fuera como con la alimentación.

Aparte de cuidarte, entiendo que tienes una buena genética.

Cuando me preguntáis cuál es mi secreto de belleza o las amigas me preguntan que qué me hago, les digo lo mismo: la diferencia es que llevo toda la vida siendo constante con los protocolos del cuidado de la piel. No ha llegado de pronto Nieves Álvarez y ha creado el milagro de la cosmética.

Estás en una buena etapa de tu vida.

Así es. He trabajado mucho y lo sigo haciendo, como muchas mujeres que se encargan de su familia, de los hijos y del trabajo. Convertirme en empresaria es un riesgo, pero también mi sueño. Me ha apoyado mucha gente. Desde mis amigos, a los que tenía machacados con la pregunta “¿me atrevo?”, a mis hijos, mi familia.

¿Y tu pareja?

Por supuesto que ha estado apoyándome, me ha aguantado y ha testado los productos. No soy una celebrity que de pronto pongo la cara. Me ha ayudado mucho.

Has estado en París desfilando. Llegaste la primera vez con 19 años.

España es mi país y en París sigo aterrizando como lo hacía a esa edad. Tengo recuerdos muy bonitos y cuando llego, es la sensación de estar en casa. Me sigo poniendo nerviosa en cada desfile y cuando suena la música, tengo el gusanillo en el estómago.

Eres la imagen de cómo una mujer puede seguir en la pasarela después de los cuarenta.

A mí no me gusta que me digan lo que puedo o no hacer. Con mis primeros desfiles, a los 19, me dijeron que tuviera muy claro que a partir de los 23 años iba a ser difícil que siguiera desfilando porque ya iba a ser mayor. Y después que con 30 ya era el fin. Y aquí sigo pasados los 48. Mis compañeras son niñas de 18 y 19 años.

¿Y qué te dicen?

Se asombran cuando les digo que soy madre de tres hijos y que tengo los años que tengo. Les digo que ojalá puedan seguir disfrutando en el futuro de lo que hacen. Es verdad que tienen mucha más seguridad que la que tuve yo a su edad.

Además de tu vertiente de modelo, te has hecho un hueco en televisión.

Diez años en ‘Flash Moda’. El otro día hacíamos la broma de que los más veteranos vamos a ser nosotros e ‘Informe semanal’. Me arriesgué y ha salido bien. Me apasiona mi trabajo y los lunes voy feliz. He aprendido a comunicar y a quitarme parte de mi timidez. Cuando era pequeña, me visualicé en televisión y con los años llegó a mi vida esa imagen.

En unas semanas volverás al Festival de Cannes. Ahora que están de moda los documentales, ¿te gustaría hacer uno sobre tu vida?

No lo he pensado. Tengo muchos momentos de mi vida que sorprenderían y muchísimas anécdotas del backstage, pero no se me ocurre que pueda interesar.

Tu mundo es muy competitivo.

No más que el de otras profesiones. Ahora la gente joven tiene una preparación y formación impresionante y se enfrenta a un mundo con mucha información, quizá más difícil que el nuestro.

¿Te han puesto muchas zancadillas?

Si me las han puesto, las he saltado fenomenal. No me he enterado.

¿Tus hijos van a seguir tus pasos?

No le interesa a ninguno. Siempre me dicen: “Mamá, es que trabajas mucho”. Y tampoco les tira el mundo influencer. Están muy ilusionados con el proyecto de las cremas, pero nada más.

¿Cómo manejas el tema de las redes sociales con tus hijos?

Creo que huyen de eso. Lo utilizan para hablar con sus amigos. No tengo ese problema.

¿Habrá boda con tu pareja, Bill Saad?

Estoy superfeliz, pero no hay boda. Cuando le conocí ya estaba en marcha la línea cosmética. Me ha ayudado mucho su faceta empresarial y me ha dado mucha fuerza. Las personas aparecen cuando tienen que aparecer.