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Los negocios de Aless Lequio: de vender en tenderetes a su empresa de éxito
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MUCHA VISIÓN

Los negocios de Aless Lequio: de vender en tenderetes a su empresa de éxito

Desde que era pequeño vio negocio donde otros solo veían dificultades. Sin miedo a fracasar, su capacidad para atreverse con todo es motivo de orgullo para su madre

Foto: Ana Obregón, Alessandro Lequio y su hijo Aless, en una imagen de archivo. (CP)
Ana Obregón, Alessandro Lequio y su hijo Aless, en una imagen de archivo. (CP)

Aless Lequio fallecía en 2020, pero su legado no se apagará jamás, por lo menos mientras sus padres tengan algo que decir al respecto. Siempre inquieto, el joven nunca tuvo reparos en lanzarse a la aventura y probar suerte, aunque el fracaso fuera una opción tan real como el éxito.

“Con esfuerzo y humildad se consigue todo”, decía el propio Aless en sus redes sociales poco antes de presentar el que sería su último proyecto empresarial, el último de una larga lista porque, aunque no siempre fue empresario, su visión para los negocios ya estaba muy afilada desde que era pequeño.

Así lo revela su madre en el libro póstumo de Aless, que ella se ha encargado de completar. El orgullo que siente por su hijo es evidente en cada palabra y no solo por el hombre que fue, su educación, sentido del humor y forma de enfrentarse a los varapalos del destino, también por esa capacidad que tenía de ver una oportunidad de negocio y lanzarse de cabeza.

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Cuenta Ana en ‘El chico de las musarañas’ que estaba muy orgullosa de la vena empresarial de su hijo, a pesar de que, en ocasiones, ella era la damnificada ante las iniciativas de Aless.

“A veces echaba en falta algún vestido bonito, hasta que un día descubrí a través de una amiga que lo vendías en eBay: ‘el vestido de Ana Obregón, sesenta euros’. Sonreí. Tenías nueve años y ya empezabas a ser el gran emprendedor en el que te convertirías con veinticinco”. También montaba tenderetes en la urbanización vendiendo fotos suyas.

Estas inquietudes contrastan con su elección a la hora de formarse. En 2010 se marchaba a Carolina del Norte, para estudiar la doble licenciatura de Ciencias Políticas y Filosofía. El marketing se convirtió en su pasión y, por eso, este fue el camino que siguió a la hora de continuar creciendo profesionalmente tras regresar en 2014 con las ideas muy claras, quería ser su propio jefe.

Con 24 años fundaba su primera empresa junto a su socio, amigo y casi hermano Nacho Fernández Ansorena, Polar Marketing, una agencia de marketing digital 360. También probó la venta de relojes, que después le sirvió para tener una mayor cartera de clientes cuando abrió Celebriteat Solutions, que ponía en contacto a marcas con celebrities. Siempre creativo, incluso organizó una fiesta de disfraces para mascotas influencers.

Su enfermedad le hizo bajar el ritmo, pero no dejar su pasión, y aunque tras su diagnóstico, la lucha contra el cáncer se convirtió en su prioridad, la Fundación Aless Lequio siempre fue su objetivo. No pudo verlo convertido en realidad, pero sus padres se encargaron de ello.

Esta fundación “tiene por objeto algo muy sencillo, hacer lo que a Aless le gustaría hacer”, decía Manuel Godina durante la presentación de la fundación, leyendo las palabras de Lequio padre, quien no pudo ir porque dio positivo en covid. “Mi hijo siempre ha sido un idealista, ideas y sueños nunca le han faltado. Ahora lo vamos a hacer realidad”.

Aless Lequio fallecía en 2020, pero su legado no se apagará jamás, por lo menos mientras sus padres tengan algo que decir al respecto. Siempre inquieto, el joven nunca tuvo reparos en lanzarse a la aventura y probar suerte, aunque el fracaso fuera una opción tan real como el éxito.

Alessandro Lequio Ana Obregón
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