Los intentos de suicidio de Ana Obregón y por qué no lo hizo
“No quería vivir más estando muerta por dentro”, confiesa la actriz y presentadora en el libro ‘El chico de las musarañas’, quien reconoce que la última voluntad de Aless le salvó la vida
La actriz y presentadora, Ana Obregón, ha revelado en el libro ‘El chico de las musarañas’ (HarperCollins Ibérica) dos pasajes en los que describe dos intentos de suicidio, o al menos la fantasía de ellos, tras afrontar la mayor pérdida para una madre, la muerte de su hijo, Aless Lequio. Ana comienza el libro con un pasaje que tiene lugar en Mallorca, uno de los lugares que tanto para ella como para su hijo es muy especial. Recuerda que se despertó con el camisón empapado en sudor y salió desnuda a la inmensa terraza que bordea el mar y que daba a su habitación. Era de noche y Ana solo escuchaba las olas en el silencio de la noche.
Se acercó entonces a la barandilla del acantilado que rodea la casa y comenzó a ver las luces de los barcos. “Sentí una infinita atracción hacia esas luces que flotaban en el vacío. Un salto y acabaría mi pesadilla. Un solo salto y estaríamos juntos eternamente”, escribe la madre de Aless Lequio en este libro.
Comenzó a tener dudas y se preguntaba si encontraría a su hijo al otro lado de la muerte. Recordaba a su padre, que aún vivía, y al que Ana cuidaba como hubiera hecho su madre, según confiesa. También pasaba por su cabeza el proyecto de la fundación que creó de Aless Lequio para luchar contra el cáncer.
Aun así, no encontraba consuelo y “sentía como si mi misión en esta vida ya hubiera terminado, y me llenaba de una felicidad inmensa ese saltito hacia ti”, asegura la actriz, que continúa explicando que “ya nada quedaba de la Ana alegre”, ni siquiera de aquella que posaba para la prensa “dando la bienvenida al verano a toda España”.
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Incluso llega a confesar la madre de Aless que “ya nada quedaba de la Ana madre, el único papel que había dado significado a mi vida. No quería vivir más estando muerta por dentro”. Fue entonces cuando decidió empinarse “sobre la barandilla del acantilado” viendo los diez metros de caída sobre las rocas. “Mi cuerpo estaba lleno de un amor infinito que me impulsaba irremediablemente hacia el vacío, hacia ti. No tenía miedo a la muerte”, confiesa la artista, que asegura que experimentó “la verdadera libertad”.
Pero algo ocurrió, Ana observó que “pasó una estrella fugaz, se levantó el viento huracanado” y “el mar en calma se transformó en aguas revueltas” golpeando contra las rocas. Y por segunda vez se perdonó la vida, sintiéndose valiente al sentir la señal de su hijo.
La primera vez que había intentado suicidarse fue poco después de perder a Aless, en mayo de 2020. Había leído las palabras que su hijo había dejado escritas y, sobrecogida, sintió que un “dolor indescriptible, inhumano” la invadía. Se enfrentaba a una dura y “terrible realidad”, “la mayor de las tragedias” inundaba su presente y “necesitaba urgentemente desencadenarme de ese dolor para siempre”, afirma en otro pasaje del libro.
Su primer intento de suicidio
Salió al balcón y también era de noche, solo sentía la “eterna e insufrible ausencia” de su hijo. Fue entonces cuando confiesa que “flotando en una nada infinita” había “planeado al milímetro desde hacía veinticuatro horas” su suicidio. Un pensamiento que, reconoce, siempre pensó desde que se convirtió en madre: “Si mi hijo moría antes que yo, no sufriría ni un segundo: me iría con él”.
Se encontraba en el séptimo piso del hospital y lo tenía decidido. Sus lágrimas recorrían su rostro mientras cuenta: “Me empiné sobre la barandilla que no era muy elevada. Si me lanzaba, seguiría viviendo contigo eternamente; si me quedaba en la Tierra, me moriría en vida sin ti”. Reconoce que en ese momento “no podía pensar” y que alzó “una pierna, pasándola al otro lado, mientras me sujetaba con las manos firmemente a la barandilla”.
Unos brazos temblorosos que sabían que debía darse prisa, puesto que sus hermanas y el padre de su hijo se encontraban allí mismo, en el salón. Cuando comenzó a levantar la segunda pierna, escuchó “a lo lejos la voz de Alessandro padre”. Ana reconoce que los gritos de su expareja la devolvieron a la realidad y comenzó a marearse mientras estaba “a caballo sobre la barandilla con un pie de puntillas en el suelo del balcón y el otro colgando en el vacío”.
Fue el padre de su hijo quien la salvó en aquella ocasión, sin quizá ser consciente, puesto que le pidió que abriera la puerta y le recordó que tenía una misión importante que cumplir: “¿Recuerdas lo que nos pidió Aless, su última voluntad?”. Ana sintió un sudor frío y recordó la petición de su hijo. Fue entonces cuando prometió que la cumpliría y se bajó de la barandilla. Una última voluntad que reconoce “le salvó la vida”.
La actriz y presentadora, Ana Obregón, ha revelado en el libro ‘El chico de las musarañas’ (HarperCollins Ibérica) dos pasajes en los que describe dos intentos de suicidio, o al menos la fantasía de ellos, tras afrontar la mayor pérdida para una madre, la muerte de su hijo, Aless Lequio. Ana comienza el libro con un pasaje que tiene lugar en Mallorca, uno de los lugares que tanto para ella como para su hijo es muy especial. Recuerda que se despertó con el camisón empapado en sudor y salió desnuda a la inmensa terraza que bordea el mar y que daba a su habitación. Era de noche y Ana solo escuchaba las olas en el silencio de la noche.
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