Eva González, Cristo Báñez y una amistad de años con amargo final

El dolor y la incredulidad se convirtieron este miércoles en dos asistentes más al último adiós de Cristo Báñez, el diseñador andaluz y colaborador de televisión de cuya muerte nos enterábamos solo unas horas antes. Una despedida en Almonte, su pueblo, a la que no faltaron muchas de sus grandes amigas. Nombres muy conocidos que también se convirtieron en sus clientas más fieles para sus trajes de flamenca o fechas importantes en su vida. Una de ellas, Eva González, que no pudo disimular su desolación durante la despedida.

Y es que la suya ha sido una amistad de años que ha tenido un amargo final, ante el que la modelo y presentadora no pudo ni quiso esconder su dolor al llegar al tanatorio de la localidad onubense. Allí se unió al resto de amigos del diseñador en esa inesperada y trágica despedida, que tuvo lugar en la iglesia del pueblo, el mismo escenario que lo vio nacer y donde encontró ese amor por la costura gracias al cual fraguó su amistad con Eva González. Un vínculo creado gracias a las pasarelas y la moda flamenca, pero que forjaron a través de los años.

Tenía solo 17 años cuando Cristo Báñez debutó en SIMOF, la pasarela flamenca con la que estuvo vinculado hasta este mismo año, cuando ejerció de jurado en un escenario que también servía para su vuelta a la vida pública tras unos meses retirado. Casi desde su estreno en ella, siendo solo un joven que quería triunfar con sus creaciones, diseñador y modelo fueron de la mano. Eva ya desfilaba sobre la pasarela antes de ser conocida a nivel nacional por ganar el certamen de Miss España, puesto que tiempo antes había fichado por Doble Erre, la agencia de Raquel Revuelta, responsable de la fundación y organización de este certamen de moda flamenca.

Desde esos primeros años de ella como modelo y esos primeros pasos de él como creador de moda flamenca, fueron muchos los momentos que vivieron juntos hasta el fallecimiento de Báñez, esta misma semana. Pasarelas compartidas, noches de risas y fiestas de amigos, pasando por las confesiones que compartieron durante sus años de amistad. Juntos, por ejemplo, disfrutaron de la boda de María José Suárez en las islas griegas, formando parte de ese grupo de amigos íntimos y especiales que fueron testigos de su 'sí, quiero' a Jordi Nieto, del que la diseñadora se separaba unos años después.

Pero si hubo un acontecimiento importante para su amistad fue el bautizo de Cayetano Rivera González, el único hijo fruto del matrimonio de la modelo con el hijo pequeño de Paquirri y Carmen Ordóñez. Cristo fue el responsable de hacer el trajecito que el pequeño lució para recibir las aguas bautismales. Un conjunto de camisa y pantalón con el que huyó de la tradición y de ese faldón de cristianar tan habitual en estos eventos religiosos.

Y era hace menos de un año cuando podíamos verlos juntos por última vez en público, en uno de los días más especiales para él, si no el que más. Cristo Báñez se convertía en el pregonero de la Feria de San Pedro y para hacer la presentación, no faltó Eva González, dedicándole unas bonitas palabras en las que quedaron plasmados todos esos recuerdos tan personales y emotivos: "Gracias, querido amigo, por enseñarme tu tierra, Almonte, con tanto orgullo, por enseñarme los rincones donde naciste y creciste, por pasear conmigo por las marismas. Pero sobre todo por darme la mano y llevarme a mi primer Rocío. Has hecho que la Virgen se meta en mis venas", decía.

En el discurso no faltaron los detalles que indicaban que más que amigos, eran familia: "Recuerdo tu cara de orgullo cuando viniste conmigo a presentar a mi niño ante la Virgen, cuando me regalaste un trocito de la tela de su vestido, que me acompaña cada día. Recuerdo mi primer pañuelo de coco, nuestros traslados... Veo en ti el amor que te tiene la gente cuando paseas por Almonte y yo no puedo más que sentir orgullo por ti". Unas palabras que Eva finalizaba con un emotivo recuerdo al padre del diseñador, fallecido hacía unos años.

La historia de su estrecha amistad nos hace entender esas amargas lágrimas vertidas en el tanatorio de Almonte, donde lo despidieron amigos y familiares y donde Eva González lloraba desconsolada. Unas lágrimas también de impotencia al sentir que no había podido hacer más por él, que fallecía en su casa de Sevilla de forma repentina y en completa soledad. Y es que la comunicación con la modelo y otras de sus amigas más conocidas no era ya tan fluida como antaño, en un tiempo en que más que amigos habían sido como hermanos.