Tita Cervera repite costumbre con sus memorias de encargo

Tita Cervera encargó a Nieves Herrero que escribiera sus memorias hace tres años. Durante ese tiempo la baronesa y la periodista mantuvieron charlas y confidencias que iban a formar parte del libro biográfico. Desde hacía tiempo la baronesa quería plasmar su historia y así se lo contaba a la pintora Mercedes Lasarte y a su amigo de toda la vida, Antonio Salcedo, que fue quien le hablo de la periodista como la mejor amanuense. A Nieves le precedía el éxito de las memorias de Carmen Franco y por lo tanto era una buena elección.

Hubo encuentros en un hotel de Madrid y la operación literaria llegó a buen puerto supervisada por los abogados y exministros, José María Michavila y Ángel Acebes, los mismos que cerraron el contrato de alquiler de la colección Carmen Thyssen con el ministerio de Cultura que presidia el ministro Iceta. Todo parecía funcionar como estaba previsto. Y lo que resultaba más difícil cuando se inicia un asunto de este tipo era que se iban cumpliendo los plazos de supervisión y entrega.

En el mundo literario este apartado es quizá el más complicado de equilibrar. O se retrasa el autor o da largas el protagonista, que en esta historia sería la baronesa. Por razones que (por ahora) se desconocen -aunque se puedan intuir-, la cuerda se rompe y Carmen Cervera decide que no quiere que se publique su libro. El problema era que la maquinaria ya estaba en marcha y, por lo tanto, no había posibilidad de parar la edición. Para una editorial, ese tipo de decisiones supone un desembolso económico muy fuerte. Con lo cual se siguió adelante con rueda de prensa incluida y las memorias en las librerías.

Carmen Cervera no ha dado explicaciones públicas y sólo ha compartido su versión a su círculo de confianza, que era conocedor de lo que iba a pasar y que pasó. La baronesa no tiene intención de demandar ni querellarse con nadie y, según confirman a Vanitatis, ya ha finiquitado ese capítulo de su vida y se encuentra organizando otros temas que para ella son más prioritarios.

Pero esta costumbre de cerrar una biografía y más tarde no dar su consentimiento ha sido habitual a lo largo de la vida de Carmen Cervera. Algo parecido sucedió con la escritora Concha Calleja, con la que también hubo un desencuentro final. Quiso que no se publicaran sus memorias e incluso hubo una amenaza de demanda que finalmente no llegó a cumplir. Tampoco le gustó la historia que sobre ella narró Goya Ruiz. Y así suma y sigue con encargos que no acababan bien. Una de las grandes damnificadas fue Julia Escobar que, como Nieves Herrero, se encontró con que los días de trabajo desparecían por arte de magia. En el caso de Escobar, fue más drástica y recreando la situación dijo: "Ahí te quedas, que yo me marcho". Y cogió su maleta y dejó a la baronesa con sus inseguridades.

El lío con Nieves Herrero ha actualizado estos desencuentros literarios. Quizá el más sonado, y que se convirtió en portada de la revista 'Tiempo' en julio de 1990 con el titular "La biografía que prohibió Tita Cervera", fue la ruptura con José Luis de Vilallonga. El aristócrata, articulista y entrevistador de las publicaciones del Grupo Zeta, que más tarde se convertiría en unos de los biógrafos del rey don Juan Carlos, escribía con sentido del humor cómo fue ese abrupto distanciamiento. En este caso se trataba de las memorias del barón Thyssen bajo el nombre 'Por amor al arte'. Fue precisamente Carmen Cervera la que pidió al marqués de Castelbell que redactara las vivencias de su marido. Y así se cuenta en el reportaje de 'Tiempo':

"Fue en el yate Destiny, alquilado para las vacaciones de agosto. Como quiera que estuvieran invitados a bordo el escritor y su mujer Sillyane. Le propuso: 'Mira, está escribiendo esto Beno Gracciani, periodista de 'Paris Match', y no nos gusta nada porque es muy frívolo'. La historia continúa en la revista, donde se cuenta que, en el caso de que la obra se hubiera publicado, el barón se habría reservado los derechos de autor, así como la distribución. El acuerdo suponía una paga al escritor como 'negro' de un millón de pesetas al mes. Ha cobrado, por tanto, seis meses y por los diez restantes, roto el acuerdo, ha recibido la indemnización prevista del 20%, dos millones de pesetas”. Así quedaba de manifiesto en la información.

En este caso, los líos llegaron después, cuando se rompió el acuerdo. Hubo intercambio de demandas y querellas. En el caso de los Thyssen, por injurias y apropiación indebida. Y lo más curioso del asunto, que ocupó numerosos titulares de prensa, era las coincidencias familiares en el nombre y apellido de los letrados. José María Stampa Casas padre defendía los derechos del escritor y el hijo con el mismo nombre a los Thyssen. Finalmente los desencuentros judiciales entre Vilallonga y Thyssen se aparcaron. La razón de peso fue que el barón quería embarcarse en el Yesica, el yate que había alquilado y que perteneció al millonario Perdomo, para disfrutar de su verano.