El lenguaje corporal de Tamara Falcó e Íñigo Onieva en las celebraciones de su boda
Numerosos gestos de complicidad y ternura entre ambos denotan su actual situación, tras haber pasado por el altar y disfrutado de un fin de semana de celebración por todo lo alto
Tras la resaca del fin de semana de la considerada por muchos como la boda del año, Tamara Falcó e Íñigo Onieva son por fin marido y mujer, a pesar de los numerosos contratiempos que se han interpuesto en su camino.
Nada ni nadie ha podido impedir que este pasado 8 de julio se dieran el ‘sí, quiero’ en la finca El Rincón, rodeados de amigos y familiares en una espectacular ceremonia que ha formado parte de una boda de tres días de celebraciones por todo lo alto en las que la novia ha lucido hasta cuatro looks.
Pero si nos fijamos en el lenguaje corporal de sus protagonistas, desvela mucho sobre cómo se sentían los novios. Uno de los gestos más notorios de este enlace han sido los besos que nos han regalado los recién casados. Besos en los labios que se han repetido sin cesar y que demuestran que la pareja no puede estar más enamorada y unida.
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A pesar de todos los rumores de infidelidad que han rodeado al novio, incluso a última hora, Tamara se ha mostrado tranquila, segura y feliz, y así lo demuestran sus gestos. Una mirada serena y de ternura infinita hacia el que ya es su marido demuestra que ha perdonado sus deslices del pasado y ha hecho borrón y cuenta nueva tras largas conversaciones.
Tras su salida del hotel Ritz este domingo, la hija de Isabel Preysler aseguraba estar “muy contenta” tras este intenso fin de semana, y al preguntarle si Íñigo es el hombre de su vida, le miraba sonriente y embelesada en el interior ya del coche que les iba a trasladar para poner punto y final a su posboda, mientras aseguraba sentirse “muy feliz”.
Miradas que hablan por sí solas, además de las sonrisas de oreja a oreja, que demuestran que la colaboradora de ‘El hormiguero’ no solo está enamorada hasta la médula, sino que confía en que ha tomado una decisión que le produce una felicidad inmensa.
A Íñigo también se le ha visto encantado en sus apariciones antes y después de la boda, mostrándose tranquilo y con una amplia sonrisa. Denota confianza en sí mismo y en su relación, incluso a pesar de los numerosos contratiempos que se han producido durante su noviazgo con su actual esposa.
Las miradas de ambos son cómplices, las sonrisas sinceras y relajadas. El novio sabe cómo sacarle una buena carcajada a Tamara, a la que vemos de lo más tierna con su marido, con repetidos besos en los labios, algunos de ellos acompañados con abrazos, sabedores de que están siendo observados, pero con ganas de mostrar su amor a los cuatro vientos.
Tras la resaca del fin de semana de la considerada por muchos como la boda del año, Tamara Falcó e Íñigo Onieva son por fin marido y mujer, a pesar de los numerosos contratiempos que se han interpuesto en su camino.
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