La viuda de Llongueras toma las riendas de su herencia inmobiliaria
El genial peluquero falleció el pasado mes de mayo a los 87 años a causa de un cáncer. Tuvo siete hijos de dos matrimonios
Han pasado seis meses desde que falleciera Lluis Llongueras. El genial peluquero y empresario dejó este mundo en el mes de mayo tras no poder superar un cáncer de garganta. A sus 87 años, dejó un gran legado en términos familiares: siete hijos (una de ellas, fallecida trágicamente) de dos matrimonios; pero también en términos materiales. Porque con el fallecimiento de Lluís Llongueras desaparecía no solo un genio de la peluquería, sino también de la empresa, un artista que supo aplicar con inteligencia los criterios del marketing al oficio y que nunca dejó de inventar y buscar nuevas líneas de negocio. Y así, con técnica, montó un imperio de la nada que llegó a facturar más de 40 millones de euros. Ahora, cuando lo peor del duelo va pasando, la familia ha empezado a hacer movimientos para asegurar la pervivencia de sus distintas empresas.
El primero tiene que ver con su viuda, Jocelyne Novella, a la que el empresario definió siempre como el amor de su vida. Novella, madre de sus hijos Antoni, Adriá y Yasmin, fue su mano derecha e izquierda en los negocios durante buena parte de su vida. Siempre detrás de la escena, solo en 2012 concedió una entrevista a la Agencia EFE en la que habló de su larga relación con el peluquero, que comenzó cuando ella apenas contaba 20 años y estaba casado con otra mujer, Lola Poveda.
En aquella charla contó sus "idas y venidas" y cómo, tras tres décadas de relación, decidieron casarse por la insistencia de sus hijos. "Me pidió la mano de rodillas, como un novio tradicional", aseguraba Novella en la charla. Allí también habló de cómo se había conseguido dulcificar el agrio enfrentamiento de Llongueras con su primera familia, dos años después de que los hijos despidieran al peluquero de 26 de sus 120 salones de peluquería. "Para ganar siempre hay que perder algo y ambas familias nos hemos intercambiado acciones interpuestas y todos hemos cedido para poder seguir funcionando con normalidad y que los hijos mayores de Lluís continúen trabajando en su nueva empresa y no se queden en la calle", explicaba.
Lo cierto es que fruto de esos acuerdos, en la hora de su muerte cada familia tenía ya muy repartidos sus papeles en el entramado empresarial de Llongueras. La semana pasada, no obstante, Jocelyne tomó las riendas oficialmente de parte del patrimonio que dejó el peluquero. A finales de octubre formalizó su papel como administradora única y socia mayoritaria de Inmobiliaria Llonlluis, una de las sociedades de referencia de la familia. Esta inmobiliaria se dedica al alquiler de bienes inmobiliarios por cuenta propia y maneja unos activos que superan los diez millones de euros. En 2021 facturó 350.000 euros, aunque su resultado fue negativo por el aumento de los gastos de explotación. Creada en 1998, hasta ahora Jocelyne y su hijo Adrià actuaban como apoderados.
Buenos números
También ha habido cambios en Llujo&Llono, que desde el pasado 26 de octubre ha pasado a controlar también Jocelyne Novella, aunque la administra solidariamente junto a otro de sus hijos, Antoni. Llujo & Llono es otra de las sociedades que administraba Lluís Llongueras en el momento de su muerte. Se dedica al alquiler de maquinaria y otros bienes no inmobiliarios y sus números son buenos: en 2021 consiguió unos beneficios limpios de 190.000 euros y cuenta con unos activos de más de dos millones de euros.
A través de Inmobiliaria Cabale, de la que era administrador único, el peluquero alquilaba locales. Esta entidad creada en 1977 facturó en el último año del que hay registro 415.000 euros. Según su balance de cuentas, cuenta con activos que superan los 2.370.000 euros. Desde 2018 eran apoderados de esta empresa su hijo Adrià Llongueras y su segunda esposa, Jocelyne Novella. De momento no ha habido cambios en esta empresa.
Lluís Llongueras fue el primer español en inaugurar un salón en París, mientras enseñaba su método y estilo en academias fundadas por él mismo. Nació en Esparraguera (Barcelona) en 1936 y empezó a desarrollar su carrera a los 14 años como ayudante de peluquería en la reconocida Can Dalmau. A mediados de los años 50 abrió su primer local en la Ciudad Condal junto a su hermano. Aunque no le gustaba hablar de sus clientas famosas, tuvo el privilegio de cortarle el pelo a actrices de Hollywood, a la duquesa de Alba o a la reina Sofía. Cher lució sus cardados en la película ‘Hechizo de luna’. A lo largo de su carrera, abrió 120 locales repartidos por todo el mundo, 50 de ellos en España. Su imperio, que también incluía la venta de los múltiples productos que llevan su nombre, abarcó desde Tokio a Nueva York, pasando por Buenos Aires, Ginebra, Barcelona o Montevideo.
La gran venta
En 2018 vendió parte del negocio al francés Franck Provost, dueño de Provalliance, líder europeo en peluquerías. Entonces facturaba 45 millones de euros, tenía 20 salones propios y 52 franquiciados en España, más 28 en el resto del mundo. En 2019 el grupo francés completó la compra de todo el grupo al hacerse con la cadena Twenty One, propiedad de una de sus hijas, Esther Llongueras.
Lluís Llongueras era un hombre muy organizado para los asuntos económicos y no dejó nada al azar. En el momento de su muerte, su patrimonio estaba en orden y rentando, a pesar de las desavenencias del pasado con Lola Poveda y sus dos hijos mayores (la tercera, Cristina, falleció en un accidente de tráfico en 1991).
Han pasado seis meses desde que falleciera Lluis Llongueras. El genial peluquero y empresario dejó este mundo en el mes de mayo tras no poder superar un cáncer de garganta. A sus 87 años, dejó un gran legado en términos familiares: siete hijos (una de ellas, fallecida trágicamente) de dos matrimonios; pero también en términos materiales. Porque con el fallecimiento de Lluís Llongueras desaparecía no solo un genio de la peluquería, sino también de la empresa, un artista que supo aplicar con inteligencia los criterios del marketing al oficio y que nunca dejó de inventar y buscar nuevas líneas de negocio. Y así, con técnica, montó un imperio de la nada que llegó a facturar más de 40 millones de euros. Ahora, cuando lo peor del duelo va pasando, la familia ha empezado a hacer movimientos para asegurar la pervivencia de sus distintas empresas.