Cómo vivió Isabel Pantoja su primera Navidad en prisión: menú especial, campanadas por la radio y un plan religioso

Isabel Pantoja atraviesa una de sus etapas mediáticas más convulsas. Coincidiendo con la revelación de su testamento y su silenciosa mudanza a La Finca (Madrid), su hija, Isa Pantoja, quien se encuentra embarazada de su segundo hijo, ha decidido confesarse - nunca mejor dicho- y contar, bajo su relato, el infierno que sufrió durante su adolescencia en Cantora a manos de su hermano, su tío y también su madre; poniéndolos así en el disparadero de las tertulias couché. Sin embargo, cumpliendo con las tradiciones, la tonadillera guarda absoluto silencio ante su lapidación pública en televisiones, radios y redes sociales.

Por si fuera poco y por pura casualidad, tras escribir obras sobre las vidas de la reina Letizia, la infanta Elena o la infanta Cristina, la periodista María José Lorenzo publicaba el pasado 15 de noviembre de la mano de Literatura Abierta, ‘Isabel Pantoja, sigo siendo esa’, una biografía no autorizada de la artista que repasa objetivamente su vida tanto personal como profesional; con luces, sombras y muchos tintes de dramatismo.

Precisamente, la comunicadora no olvida entre sus páginas relatar la mayor bajada a los infiernos por parte de Isabel Pantoja: su entrada en la cárcel. Un hecho que hoy cumple su décimo aniversario. Por ello, Vanitatis desvela en exclusiva para sus lectores ‘Una Navidad triste para Isabel Pantoja’, el episodio de la obra citada que cuenta paso por paso cómo fue su primera Navidad en prisión.

‘Una Navidad muy triste para Isabel Pantoja’

“Isabel Pantoja había demostrado ser una mujer fuerte durante toda su vida, pero detrás de esa fortaleza había una mujer sentimental. Dejaba volar su imaginación fuera de los cuatro tabiques, sintiendo que pasaban las semanas y se acercaba la Navidad, unas fiestas familiares de las que le gustaba disfrutar. Se entristecía al pensarlo, porque ésas iban a ser unas de las más tristes de su vida.

Las Navidades del 2014 las pasó recluida en una cárcel sin familia, sin madre, sin hijos, sin amigos. Isabel Pantoja en un alarde genio y figura, aparentando una serenidad que estaba lejos de sentir, felicitó las Fiestas Navideñas a sus muchos seguidores, que siempre fieles, nunca habían dejado de quererla.

Lo hizo a través de las redes sociales de su hijo Kiko Rivera, enviando un mensaje lleno de cariño, pero sobre todo de agradecimiento, porque el fatal episodio en su vida había dejado al descubierto a muchos enemigos, aunque también le había dado la oportunidad de comprobar que había mucha gente que la adoraba, como persona y como artista.

—Desde aquí donde estoy, a todos los que me apoyáis y me queréis, os deseo Feliz Navidad. Os mando mi corazón. Mucha salud y suerte. Gracias por vuestro apoyo. Os quiero con todo mi corazón. Nos vemos pronto. Isabel.

En el mensaje que había compartido su hijo en las fechas más tristes de su vida, la artista trataba de disimular el dolor que contenía su corazón, fingiendo una positividad que estaba lejos de sentir, apenas había pasado un mes desde su encierro y le estaba costaba adaptarse a su nueva vida, aunque intentó hacerlo desde el primer momento.

Fue importante para ella superar las fiestas navideñas en el centro penitenciario, le resultó más fácil por las pequeñas excepciones que hacían por las fechas, que les permitían hacer actividades especiales. Las reclusas disfrutaron de un menú especial los días de Nochebuena y Nochevieja a base de quesos, embutidos, langostinos, postres y los dulces típicos navideños, que les hicieron más llevadera la ausencia de las familias.

Para Isabel fue un día interesante el de Nochebuena, los funcionarios habían organizado la típica Misa del Gallo, aunque tuvieron que celebrarla a las cinco de la tarde, una hora poco habitual, pero Isabel acudió con recogimiento. Seguía siendo una persona creyente a pesar de todo lo que estaba sufriendo, la tonadillera no había perdido la fe en Dios y celebró la Navidad, aunque en la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaira.

Exceptuando los pequeños actos, poco había cambiado con respecto a otros días del año, porque el horario seguía siendo estricto, y a las nueve de la noche en punto las reclusas tenían que estar en sus respectivas celdas, incluso el día de Nochevieja, que repartieron las uvas en el comedor durante la cena, para que las reclusas pudieran llevarlas a sus celdas para llevar a cabo el ritual, deseando buena suerte para el año que entraba, el 2015.

Había reclusas que compartían celda y otras, como era el caso de Isabel Pantoja, tuvieron que dar la bienvenida al nuevo año escuchando las campanadas a través de la radio y en los programas de televisión, que tenían en sus celdas. Isabel tragó las uvas, evitando el nudo en la garganta, en la más absoluta de las soledades".