Recién casado y en una nueva etapa musical, el año de TERS: "Todos hemos necesitado huir de la ciudad"
Tras el éxito de su último disco y componer la banda sonora del documental ´Pombo´, el cantante TERS lanzará nuevo disco y por este motivo habla con Vanitatis para contar la historia que se esconde detrás de este artista emergente
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Bajo el enigma de tres letras, TERS, se oculta una historia que pocos conocen. Gonzalo Tamames, el hombre detrás del nombre, ha recorrido un camino que muchos soñarían transitar. Los escenarios vibraron con su música, las cifras se dispararon a millones y las entradas para sus conciertos se agotaron hasta en lugares como La Riviera. Pero ahora, el eco de aquellos aplausos ha dado paso a un silencio distinto, más íntimo. Un silencio que ha servido de refugio y de inspiración.
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Ese viaje hacia adentro ha cristalizado en un nuevo álbum, aún envuelto en misterio, cuyo primer destello ha salido a la luz hoy con el lanzamiento de su primer single ´Tan caprichosa´. Es el comienzo de otra historia, quizás la más personal hasta ahora.
En este momento de exploración artística, Gonzalo ha vuelto la mirada hacia sus primeros años, a esa infancia marcada por la curiosidad y el desorden creativo. “De pequeño era muy inquieto, tengo déficit de atención y en clase no era un alumno ejemplar”, confiesa. Aquel niño que no lograba encajar entre pupitres y horarios encontró en sus letras un refugio.
Siempre me ha gustado la parte introspectiva del rap
Gonzalo no se recuerda jugando en el parque, sino patinando en el skateparks de su barrio. “Recuerdo que iba a patinar, y luego me quedaba ensimismado con los que rapeaban y hacían freestyle. Muchas veces pensamos en que es algo como canalla y realmente hay mucho de introspección y letras que hablan del alma”.
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Tenía solo diez años cuando su profesora de lengua propuso una actividad: escribir una poesía que diera instrucciones. Gonzalo, con esa inquietud que siempre le acompañaba, decidió escribir sobre algo tan cotidiano como mágico para un niño: montar en un columpio. "Es a ese columpio, en el aire suspendido, donde acudo si estoy triste, donde voy si estoy herido. Es entonces cuando olvido mis más tristes pensamientos, dejándome llevar, siendo cómplice del viento. Aquí arriba es más sencillo, allí abajo nada entiendo. Aquí arriba brilla el sol, allí abajo esta lloviendo” recita ahora, recordando con precisión un fragmento de aquella poesía.
El aula quedó en silencio, y su profesora, asombrada, no solo aplaudió su talento, sino que insistió en que aquella poesía quedara inmortalizada en el anuario del colegio. Gonzalo no lo sabía entonces, pero ese pequeño gesto se quedaría grabado en su memoria, como un primer guiño a lo que vendría después.
Siempre que mi abuela viene a conciertos, le dedico unas palabras
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La faceta de compositor le llegó de forma orgánica, en la calle, entre rimas y ritmos improvisados. Pero la parte musical, esa nació en casa de su abuela Ana. Allí, junto a un piano, Gonzalo pasaba horas sentado a su lado, dejándose llevar por las melodías que ella le enseñaba. A veces, simplemente se quedaba quieto, escuchándola tocar la guitarra, absorbiendo cada acorde como si fuera un secreto compartido.
Ana no se ha perdido ni un solo concierto de su nieto en la capital. “Siempre que viene, le dedico unas palabras y todo el mundo termina gritando ‘¡Abuela Ana!’. Es un momento muy mágico”, cuenta Gonzalo con una sonrisa.
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Durante su adolescencia, Gonzalo cada semana se reunía con dos amigos en un coche, ponían una cámara y grababan las canciones que habían escrito, disfrutando del momento sin pensar demasiado en el futuro. En la zona, empezaban a conocer a Gonzalo, pero fue con la canción "Gira que gira" cuando empezó a ser reconocido más allá de su entorno, ganando una mayor audiencia.
La composición como fuente de expresión
"Mis letras muchas veces han reflejado un sentimiento que no era capaz de sacar de otra forma. No es solo la importancia y emoción de cuando la gente se la lleva a su terreno y me escriben para decirme que se han emocionado. Sino que para mí, es una forma de transmitirle a las personas que quiero un mensaje que quizás, de otra forma, no me saldría. La música es mi manera de decirles lo que siento, de compartir algo que es más fácil poner en una canción que hablar en palabras".
Precisamente, aquella canción que se convirtió en su primer single viral tenía una intrahistoria que nadie conocía, y que, posteriormente, quedaría reflejada en el libro Botas de colores para días de lluvia de sus amigos Tomás Páramo y María García de Jaime. “En ese momento, el padre de nuestro amigo Marlon acababa de fallecer, y Tomás había recibido la noticia de que iba a ser padre. Dos chavales de diecinueve años enfrentándose a unas circunstancias muy difíciles”, relata Gonzalo, mientras recuerda la emoción de sus dos amigos la primera vez que les puso ´Gira que gira´ en el coche, cuando la letra de TERS se transformó en un símbolo de empatía y amistad.
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Un salto a la industria
Gonzalo, tras pasar su adolescencia entre melodías e improvisaciones, decidió dar un giro a su vida y se fue a Boston a estudiar National Business. No obstante, al terminar la carrera y regresar, el gusanillo artístico volvió a picarle y comenzó a interesarse y formarse en el mundo del diseño gráfico. La música seguía presente, pero más como un hobby y diversión, no como una opción profesional.
Sin embargo, tras la cuarentena, TERS volvió a despertar. Durante ese tiempo, escribió dos canciones importantes en su carrera: ´Aún así´ y ´Nightmare´.
Después de meses de cuarentena, Gonzalo recibió una llamada de Pablo Casas, quien comenzaría a ser su representante. La propuesta era clara: unirse al sello discográfico Voltereta. Gonzalo contó con el apoyo incondicional de sus padres, quienes lo acompañaron en cada paso del proceso. Consciente de la oportunidad que tenía frente a él, tomó una decisión determinante: dejar atrás la vida que había conocido hasta ese momento y dedicarse por completo a la música.
Poner un deadline - fecha límite - a un proceso creativo es anularlo
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Gonzalo sintió el peso de la rapidez con la que se movía la industria. Para él, imponer una fecha límite a un proceso creativo era prácticamente anularlo. Su álbum anterior, 'La Fiesta de Los Feos', se realizó bajo un deadline muy ajustado, dejando poco espacio para el análisis y la reflexión. En cambio, poder desarrollar este nuevo proyecto con calma y sin presiones externas le permitió explorar nuevas ideas, experimentar con sonidos y pulir cada detalle. "El resultado es una obra mucho más rica, personal y con una profundidad artística que no habría sido posible en otro contexto", cuenta Gonzalo.
Un disco es algo muy importante, que te acompaña toda la vida
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Con el tiempo, comprendió la verdadera trascendencia de un disco: "Es algo muy importante, que te acompaña toda la vida. Lo llevas de gira, te representa cuando hablas, tiene que ser algo muy tuyo”.
TERS estuvo en una vorágine de trabajo frenético, hasta verse en una situación insostenible que le obligó a parar durante un año entero. “Ahora mirándolo con retrospectiva lo agradezco. Al principio sentirme desangelado no fue agradable, pero ahora, pienso que era lo que necesitaba”.
Fue un año en el que estuvo parado a nivel empresarial y comercial, pero muy desarrollado a nivel creativo.
Necesitaba volver a mi esencia y crear un disco instrospectivo
En medio de aquella vorágine apareció una figura clave, alguien que daría un giro a su proceso creativo: el productor musical NAVN. Su llegada marcaría un antes y un después en la forma en que Gonzalo concebía la música. Acostumbrado a sesiones de estudio de apenas tres o cuatro horas con otros productores, se encontró de repente inmerso en jornadas de diez o doce horas junto a NAVN. “Eso es hacer música, eso es crear”, recuerda.
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NAVN, residente en A Coruña, no solo se convirtió en un pilar en su música, sino que también avivó en Gonzalo un vínculo especial con sus raíces, pues su madre era del norte de España. Esa conexión con Galicia acabaría influyendo profundamente en su nuevo trabajo.
Con el tiempo, Gonzalo reflexionó sobre su evolución artística. “Realmente, TERS no es el de ´La fiesta de los feos´. Yo vengo de la cuna del rap, de lo introspectivo. Pero un artista tiene que jugar, experimentar… así nació ´Ella exótica´, con un ritmo latino. Vimos que funcionaba y decidí hacer un disco más divertido, con cumbias, merengues, mambos… Nos lo pasamos muy bien, pero a nivel humano sentía la necesidad de volver hacia dentro”.
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NAVM se enamoró de esa vuelta a la esencia, del regreso de un TERS más introspectivo. Su implicación fue total, hasta el punto de pasar semanas junto a él, inmersos en el proceso creativo. “Para mí, Madrid era un lugar donde no me sentía reconocido, no sabía qué hacer. Llegaba a Coruña y era otro mundo: creábamos, disfrutábamos, trabajábamos sin parar”, recuerda Gonzalo.
El propio concepto del disco terminó reflejando ese viaje personal. “Es una romantización de ese momento en el que huyes de la ciudad porque sientes la necesidad de parar. De repente descubres un mundo nuevo, más tranquilo… Aprendes a conectar con la naturaleza, con las personas que tienes a tu alrededor y, sobre todo, con un amor más profundo hacia ti mismo, hacia los tuyos y hacia el mundo que te rodea”. "A nivel musical es una propuesta atrevida, moderna, transgresora... pero a nivel lírico y sentimental es una vuelta al TERS de siempre" cuenta Gonzalo.
Su nuevo álbum, un viaje de emociones
Después de atravesar un momento complicado, conocer la industria de cerca y aprender a absorber lo mejor de ella mientras deja atrás lo peor, TERS se adentra en un viaje introspectivo con la mirada puesta en el horizonte y en el mar. Sus letras ahora hablarán de la naturaleza, de las emociones y del amor a su familia, su pareja y sus amigos.
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Así es Gonzalo, quien se transforma en TERS cada vez que compone y pisa un escenario. Aunque artista y persona parecen ir de la mano, apoyándose y complementándose, este nuevo horizonte representa más que nunca su esencia. Porque ahora, Gonzalo y TERS han vuelto a ser uno mismo, tanto en la música como en la vida.
Bajo el enigma de tres letras, TERS, se oculta una historia que pocos conocen. Gonzalo Tamames, el hombre detrás del nombre, ha recorrido un camino que muchos soñarían transitar. Los escenarios vibraron con su música, las cifras se dispararon a millones y las entradas para sus conciertos se agotaron hasta en lugares como La Riviera. Pero ahora, el eco de aquellos aplausos ha dado paso a un silencio distinto, más íntimo. Un silencio que ha servido de refugio y de inspiración.