Concha Azuara, 'viuda' de Palomo Linares: “Teníamos preparada la boda”

Si Palomo Linares se hubiera recuperado, habría anunciado su boda con Concha Azuara en su próxima fiesta de cumpleaños, este mismo jueves. Una celebración que la pareja tenía medio organizada para finales del mes de mayo en la finca El Palomar y a la que acudirían no menos de 100 personas.

"Ya tenía la lista prácticamente hecha. Empezó con cuarenta y cada poco la aumentaba. Me decía: 'Concha, que nos hemos olvidado de este o de aquel otro', y apuntaba el nombre en el cuaderno. Y para este jueves, que hubiera cumplido 70 años, yo le había preparado una cena solo para los dos", rememora la jueza, que ha sido para el torero, como él mismo explicaba, "la mujer con la que quiero estar el resto de mi vida". Y así se lo recordaban en el tanatorio todos los que sabían de la intención de la pareja de legalizar una relación que empezó hace cuatro años, ahora truncada por el fallecimiento inesperado del torero.

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La que de hecho (que no de derecho) es la viuda del torero ha estado arropada por su familia, los amigos de Palomo Linares y muchos compañeros de la abogacía y jueces como ella que han querido darle ese abrazo de consuelo. Aunque para Concha ahora no lo hay. "Ya no tengo lágrimas. No me puedo creer que no lo vuelva a ver. Era el optimismo en estado puro. Íbamos a ir a Sevilla, a la feria, porque le gustaba mucho encontrarse con amigos de siempre. Tenía ya los vestidos del año pasado y estaba empeñado en que me comprara otro más; 'que tú los luces muy bien', me decía. Era tan generoso, tan cariñoso. Siempre pendiente de mí. A veces me llamaba cuando estaba en sala y como no podía coger el teléfono me enviaba mensajes, 'que cuándo vienes, que está ya la comida preparada y hay un rabo de toro de chuparte los dedos y el vino frío' y me mandaba la foto. Y yo llegaba a las cinco a la finca y ahí estaba esperando".

Y en vez de molestarse por la dedicación de la novia a sus diligencias del juzgado de Valdemoro donde ejercía de jueza decana, esas esperas las acompañaba con una sorpresa. Un perfume, un pañuelo, un bolso… "Sebastián era un hombre muy generoso y detallista. Le gustaba hacer regalos a las personas que quería. Muchas veces le tenía que decir que no quería nada. Hace poco me sorprendió con un bolso precioso. Me contestaba que era porque sí".

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En el tanatorio, Concha, de luto riguroso, lucía el medallón que le había regalado, las pulseras, el cinturón de Hermès... Una manera de llevarlo presente en estos momentos tan duros y trágicos. La jueza contaba una y otra anécdotas vividas con el torero. "Va a ser muy difícil acostumbrarme a estar sin él, porque llenaba mi vida".

No tiene intención de volver a la finca de Seseña (Toledo) que compartía con el torero y de la que ambos salieron el jueves pasado para ingresar en el Gregorio Marañón. "Tengo tantos recuerdos, tantos momentos felices que se me parte el alma solo pensar que ya no está". Y recordaba sin poder contener las lágrimas las mañanas de domingo que disfrutaban de ese campo que tanto le gustaba, de los desayunos al aire libre, de las tardes de lluvia y las noches de chimenea. Unas veces los dos solos y otras con los amigos, la familia de Concha, sus hermanos… para los que la pareja siempre tenía las puertas de su hogar abiertas. "El Palomar se ha quedado vacío y ya nadie lo va a llenar", remataba Concha Azuara rota ante un futuro sin su torero.

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