Doña Sofía, vitoreada ante representantes de casas reales extintas

El Teatro Real fue el escenario perfecto para la entrega de los premios de pintura BMW que esta edición cumplían los treinta años desde su creación. Una fecha redonda que contó con una madrina de excepción: la Reina Sofía, que acudió acompañada de su hermana, la princesa Irene, presidenta de la Fundación Mundo en Armonía. El encuentro cultural tenía un doble motivo. Por un lado el estrictamente pictórico y por otro el concierto solidario ofrecido por la orquesta de Cámara Reina Sofía y el joven violonchelista Pablo Fernández cuyos beneficios tenían como fin la ong de la hermana de la Reina.

La asistencia de Doña Sofía fue muy llamativa. Sigue siendo uno de los miembros de la Primera Familia más querido y respetado. En la calle aplausos y vivas. Dentro del teatro los asistentes fueron más comedidos, pero también demostraron el afecto hacia una figura que ha demostrado ser realmente una profesional, como la denominó hace años el Rey Juan Carlos cuando aparentaban ser una pareja estable. Ahora cada uno va por libre. La Reina cumpliendo con sus tareas solidarias, aunque se ha reducido notablemente su presencia en actos en los que antes era fija. Uno de los lugares que siempre acude es la apertura del Rastrillo de Nuevo Futuro, que abrirá sus puertas como todos los años el 20 de diciembre en el recinto de la Casa de Campo de Madrid. Confirmó a Vanitatis su asistencia en esta almoneda que se convierte además en el previo a las vacaciones de Navidad.

Una vez que finalizó el concierto, la Reina acudió junto al resto de los asistentes al cóctel donde charló con muchos de los invitados. Incluso se fotografió con muchos de ellos. Saludó muy cariñosa a Miriam Ungría, viuda de Kardam de Bulgaria, y a Nora de Liechtenstein, con quien mantiene una excelente relación. Hace años, su sobrina Tatiana fue una de las posibles candidatas como futurible del príncipe de Asturias, hasta que ella misma declaró “no me gusta Felipe” y terminó con las elucubraciones. Nora estuvo casada con el marqués de Mariño, padre de Isabel Sartorius.

También apoyaron estos premios Beatriz de Orleans, Maximiliano de Habsburgo, títulos cuyos antepasados también tuvieron sus momento de gloria en Europa. No faltó Fernando Martínez de Irujo que ha conseguido lo más difícil en la Casa de Alba, no formar parte de los líos relativos a la herencia que aún deben solucionarse antes de que acabe el año. “Me llevo bien con todos mis hermanos y por supuesto con Alfonso Diez. Estaremos todos juntos el próximo 20 de noviembre en el funeral por mi madre”, explicaba a Vanitatis. En otros de los salones charlaban la pintora Cristina Duclos, Carolina Thieu, el duque de Galisteo, Ana María Calvo Sotelo y varios responsables de BMW como Pilar García de la Puebla y Bill MacAndrews.

El apartado social organizado por Jacob Bendaham y Anna Marchessi estuvo representado por Nuría González, Nieves Álvarez, Gema Ruiz, Aida Furmanski, esposa del actual embajador de Colombia en Madrid, Alberto Furmanski; Fiona Ferrer, Josemi Rodríguez Sieiro, el arquitecto y pintor Juan Manzanaro y Álvaro Morilla. Y el empresarial por Emiliano Suárez, Joaquín del Pino (Ferrovial), Javier Goicolea, Emilio Ibarra y su hija Mónica, que ha publicado con mucho éxito un libro autobiográfico, 'Recuerdos', donde narra algunas de sus experiencias más felices y también más trágicas de su vida.

Los treinta años de los premios BMW han servido para dar visibilidad a muchos artistas noveles que a lo largo de estas tres décadas han conseguido que sus trabajo tengan repercusión en un mundo tan difícil como la pintura. A esta edición se presentaron 2.300 obras iniciales que quedaron en 80 para acabar la noche de los premios en cuatro apartados. Tania Blanco, Ignacio Estudillo, Laura Torrubia y Ángeles Agrela, que recibió como ganadora los 25.000 euros que llevaba aparejada ser la protagonista de la noche.