La 'no boda' de Beatriz de York: las tiaras que no verás hoy (y nuestra apuesta)

Qué diferente hubiera sido este viernes de no haber llegado el coronavirus a nuestras vidas. Este 29 de mayo era la fecha elegida por Beatriz de York y Edo Mapelli para casarse. Pero las circunstancias y restricciones impuestas por la pandemia han hecho que los novios se lo piensen mejor y hayan atrasado unos meses el enlace, hasta estar seguros de que pueden celebrarlo a lo grande y con toda la gente que quieren, tal y como estaba previsto.

Desde primera hora de este viernes los novios hubieran estado preparándose, la capilla de Saint James engalanándose y la familia real británica poniéndose guapa para la ocasión. Pero también en Vanitatis hubiera sido un día completamente diferente. Con los nervios propios y la tensión por que salga todo bien que se experimentan en este tipo de acontecimientos, desde primera hora -incluso desde días antes- hubiéramos estado informándoles sobre todo lo relacionado con este enlace, que parece gafado desde que se anunció. Y tanto el vestido como las joyas escogidas por la novia hubieran sido protagonistas de varios titulares en este portal.

Una de las cosas que más nos gusta de acontecimientos de gala son las tiaras, su historia, contarles sus características. Y no nos vamos a quedar con las ganas. Aunque hoy Beatriz de York y Edo Mapelli no se casen, en Vanitatis hemos querido hacer un repaso de algunas que la reina Isabel guarda en sus valiosos joyeros, aquellas que a nuestro parecer hubieran tenido más posibilidades de lucirse en la cabeza de la novia.

De momento, vamos a descartar las que se pusieron Kate Middleton, Meghan Markle y Eugenia de York el día de su boda. La primera, la tiara Halo de Cartier, pasó directamente a manos de la duquesa de Cambridge como regalo. Las otras dos son tan recientes y son tan recordadas que no creemos que Beatriz se hubiera atrevido a repetir opción, por aquello de evitar comparaciones. Y también hemos descartado las más ostentosas y que tienen piedras de gran tamaño, aunque es una opción a la que recurrió Eugenia con gran acierto.

La tiara Fringe

Es una de las joyas más significativas para los Windsor. Creada en 1830 y modificada para la reina María de Teck en 1919, está hecha únicamente con diamantes pertenecientes al rey Jorge III. La propia Isabel II la lució el día de su boda, aunque no sin incidentes: sufrió una rotura antes de ponérsela. Afortunadamente, fue arreglada a tiempo para el gran día. También la princesa Ana la escogió para su enlace con Mark Phillips. Es sencilla y sin piedras de colores, por lo que podría ser una buena opción para Beatriz de York.

La tiara de las chicas de Gran Bretaña e Irlanda

Fue un regalo que también la reina María recibió con motivo de su boda, esta vez por parte de un comité de mujeres que habían recaudado fondos para su creación. Años después, la recibía Isabel II por su enlace con el duque de Edimburgo. Es una tiara de diamantes con un diseño festoneado y flor de lis engastados en plata y oro. Lo interesante de la tiara es que, como la mayoría, puede desmontarse y dejar solo la base, un bandeau de círculos y rombos colocados entre dos bandas de diamantes. Una opción sencilla que también se puede llevar como diadema, así que tampoco la descartamos.

Tiara Kokoshnik

Otro diseño muy sencillo que la reina Isabel ha lucido a menudo. Es muy parecido al primero, con la salvedad de que en la Kokoshnik no hay espacio entre las franjas de diamantes y se eliminan las puntas de la parte superior. La tiara está compuesta por 61 barras de platino en las que lleva incrustados un total de 488 diamantes, entre los cuales se encuentra uno mayor que pesa 3,25 quilates, unos 65 gramos. Tiene también una gran historia, ya que fue un regalo de bodas para Alejandra de Dinamarca, tatarabuela de Isabel II, en 1888.

La tiara Cambridge

Es una de las más conocidas del joyero real, también llamada Lover's Knot. Al igual que algunas de las anteriores, perteneció a la reina María de Teck, que la mandó elaborar inspirándose en la diadema que llevó su abuela, princesa Augusta de Hesse-Kassel, el día de su boda. Está compuesta por diamantes y 19 perlas colgantes que poseía la abuela de la reina Isabel, quien la recibió años después como herencia. Ella se la regaló a la princesa Diana al casarse con el príncipe Carlos, pero al divorciarse, la pieza fue devuelta al joyero real y ahora es usada frecuentemente por Kate Middleton. Es un diseño muy bonito que quedaría bien a cualquier novia, pero que descartamos porque es una tiara que se relaciona siempre con Diana de Gales. Y eso pesa mucho.

La 'no real'

Y no nos podemos olvidar de la tiara York, que, por su significado, hubiera tenido muchas papeletas para ser la elegida por Beatriz de York. No pertenece al joyero real, pero su valor sentimental es mucho mayor. Fue la tiara que la reina Isabel y el duque de Edimburgo encargaron para que Sarah Ferguson pudiera llevar una joya propia el día de su boda con el príncipe Andrés, ya que no tenía ninguna pieza de valor que lucir ese día, dado su origen mucho más humilde que el de los Windsor. ¿Será por la que se decante Beatriz para cuando, finalmente, pueda celebrar el gran día?