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La reina Sofía y Paola de Bélgica: dos formas de entender la infidelidad
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La reina Sofía y Paola de Bélgica: dos formas de entender la infidelidad

Mientras los eméritos belgas aparecen como un equipo fuerte y unido, entre don Juan Carlos y doña Sofía parece haber una distancia insalvable

Foto: Los reyes eméritos belgas y los eméritos españoles. (Cordon Press)
Los reyes eméritos belgas y los eméritos españoles. (Cordon Press)

Nuestra reina Sofía y Paola de Bélgica. Dos reinas eméritas, que ven actualmente a su hijo mayor sentado en el trono y que vivieron la caída -una metafórica, otra literal- de sus maridos, en ambos casos por culpa de sus líos de faldas. Aventuras y relaciones extramatrimoniales que una y otra han llevado de forma muy distinta, algo que se evidencia especialmente en estos días en los que la italiana ha 'bendecido' la relación de su marido, Alberto de Bélgica, con su hija ilegítima, Delphine Boël. Ambos eran el pasado martes protagonistas de un encuentro que marcaba un antes y un después en la historia que los medios de comunicación llevan escribiendo desde 1999, cuando se desveló la existencia de una supuesta hija del rey belga.

El encuentro entre padre e hija -que hemos visto en una fotografía distribuida por la propia Casa Real- siempre se había previsto como imposible, principalmente por las reticencias que siempre mostró el exrey a poner de su parte durante todo este tiempo para facilitar el proceso judicial. Pero en la fotografía había otra protagonista, la reina Paola de Bélgica, cuya presencia era la que más llamaba la atención, por dos motivos. Primero, porque siempre se había hablado de que Alberto se negaba a reconocer a Delphine por la supuesta presión de su mujer. Segundo, porque a la que fuera princesa italiana se la considera la gran damnificada en toda esta historia.

placeholder Paola de Bélgica, junto al rey Alberto y Delphine. (EFE)
Paola de Bélgica, junto al rey Alberto y Delphine. (EFE)

Pero, como en toda historia, hay matices, que podrían explicar que Paola haya aceptado esta situación. Aunque ahora los reyes eméritos belgas dan la imagen de una pareja de ancianos sólida y unida, no siempre fue así. Mas bien todo lo contrario. Incluso Paola llegó a plantearse el divorcio hace unas décadas, cuando Alberto estaba aún lejos del trono y su relación con Sybille de Selys Longchamps, la madre de Delphine, en pleno apogeo. Pero el divorcio era algo que no entraba en los planes del entonces rey Balduino, que lo impidió de forma tajante. Alberto y Paola tuvieron que conformarse con hacer vidas relativamente separadas, dentro de lo que suponía pertenecer a la corte belga. Vidas tan separadas que aquella década, la de los 60, fue bastante convulsa en su relación, con diferentes relaciones extramatrimoniales adjudicadas a uno y a otro.

Delphine Boël nacía en 1968 y la relación de sus padres aún duraba otros 18 años. Pero Sybille de Selys Longchamps no fue la única mujer a la que se relacionó con el entonces príncipe de Lieja. También la modelo Memphies o la actriz Elizabeth Dolac, amén de otras mujeres pertenecientes al sector del espectáculo, según las crónicas de la época. Paola tampoco se quedó corta: sonada fue la portada en la que apareció junto al conde Albert Adrient de Munt, fotógrafo de 'Paris Match'. La foto dejaba lugar a pocas dudas: una playa, un escueto bikini y un paseo cogidos de la cintura provocaron el escándalo. También se habló del cantante italiano Adamo, quien escribió para ella la canción 'Dolce Paola', aunque él siempre lo ha negado. Y otro nombre, el barón Aldo Vastapane, de quien incluso se rumoreó que podría ser el padre del príncipe Laurent.

placeholder El rey Alberto y la reina Paola, en una imagen reciente. (Reuters)
El rey Alberto y la reina Paola, en una imagen reciente. (Reuters)

Sea como sea, lo cierto es que uno y otro supieron resignarse a la situación, perdonar sus respectivos deslices y formar un equipo fuerte, que ha estado más unido que nunca en los últimos meses, cuando el resultado del proceso judicial iniciado por Delphine Boël estaba prácticamente cantado. Una unión que dista mucho de ser la misma que han presentado los reyes Juan Carlos y Sofía en los últimos años. Y es que es inevitable que, repasando la historia de infidelidades e hijos ilegítimos de los reyes eméritos belgas, se nos vengan a la cabeza los españoles, dados los elementos tan similares que comparten, como el hecho de que ambos monarcas decidieran abdicar, sus infidelidades hayan sido públicas y sus respectivas esposas hayan sabido -o no tenido más remedio- que perdonar.

Este mismo verano, un extrabajador de la Casa Real confirmaba lo que era un secreto a voces: que los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía llevaban haciendo vidas separadas desde hacía décadas. Aunque en determinadas ocasiones -pocas, no podemos negarlo- se han mostrado como un matrimonio unido y que se profesaba cierto respeto, la realidad era distinta. Especialmente en los últimos tiempos, en los que los nombres de Corinna Larsen y Marta Gayá son protagonistas de titulares casi a diario, la reina Sofía ha sabido marcar una distancia clara y evidente de las andanzas de su todavía marido.

placeholder El rey Juan Carlos, el día de su abdicación. (Limited Pictures)
El rey Juan Carlos, el día de su abdicación. (Limited Pictures)

Aunque la madre de Felipe VI había aguantado estoica las relaciones paralelas de don Juan Carlos (que aún no eran tan públicas como lo son hoy), hay un punto de inflexión en el que esa actitud cambió. Tras la caída del emérito en Botsuana, la primera visita de la reina Sofía al hospital donde estaba ingresado se hizo bastante de rogar. Ella estaba en Grecia y no tuvo prisa por volver, más bien al contrario: necesitaba reflejar, aunque fuera de esa forma sutil, su malestar. Incluso, hubo quien en ese momento apuntó que doña Sofía ni siquiera vio a su marido en la habitación, sino que se quedó fuera hablando con su equipo y el personal médico. Su visita era una forma de no levantar más comentarios de la prensa y hacer ver que, al menos de forma pública, apoyaba al entonces monarca.

Y las cosas no es que hayan cambiado demasiado desde entonces, con una distancia entre los Reyes eméritos quizá más insalvable que nunca, no solo física, por el exilio voluntario de él a Oriente Medio, sino también emocional, después de los escandalosos titulares que ha protagonizado el emérito este año. Y, como en todo, hay opiniones para todos los gustos, que van desde los que admiran a doña Sofía por haber 'aguantado' todo lo que ha hecho y le ha hecho su marido, hasta aquellos que piensan que si está así, es por algún interés personal. Sea como sea, lo cierto es que, aunque una imagen de nuestra Casa Real como la que han dado estos días Alberto y Delphine se nos torna casi imposible, vemos aún más complicado que la reina Sofía sea un espejo de su homóloga belga y dé el beneplácito, a su manera, a la situación.

placeholder La reina Sofía, en el rastrillo Nuevo Futuro en 2019. (Getty)
La reina Sofía, en el rastrillo Nuevo Futuro en 2019. (Getty)

Nuestra reina Sofía y Paola de Bélgica. Dos reinas eméritas, que ven actualmente a su hijo mayor sentado en el trono y que vivieron la caída -una metafórica, otra literal- de sus maridos, en ambos casos por culpa de sus líos de faldas. Aventuras y relaciones extramatrimoniales que una y otra han llevado de forma muy distinta, algo que se evidencia especialmente en estos días en los que la italiana ha 'bendecido' la relación de su marido, Alberto de Bélgica, con su hija ilegítima, Delphine Boël. Ambos eran el pasado martes protagonistas de un encuentro que marcaba un antes y un después en la historia que los medios de comunicación llevan escribiendo desde 1999, cuando se desveló la existencia de una supuesta hija del rey belga.

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