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De Zarzuela a Buckingham: cuando Putin era un ilustre invitado en palacio
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De Zarzuela a Buckingham: cuando Putin era un ilustre invitado en palacio

El mandatario ruso ha pasado a ser el gran repudiado de las casas reales, que han mostrado, de una forma u otra, su apoyo al pueblo ucraniano. Pero no siempre fue así

Foto: Putin, en 2006 en el Palacio de la Zarzuela. (Cordon Press)
Putin, en 2006 en el Palacio de la Zarzuela. (Cordon Press)

Son ya muchos los royals que, de una forma u otra, se han posicionado abiertamente a favor de Ucrania en el conflicto bélico que estos días vivimos. Desde la blusa que la reina Letizia lucía el pasado jueves hasta la visita que hicieron el príncipe Carlos y la duquesa de Cornuales a una iglesia ucraniana, pasando por la donación de la reina Isabel II a los más afectados por la guerra o la reciente visita del príncipe Federico de Dinamarca y sus hijos pequeños a la embajada de Ucrania en Copenhague. Pero no siempre fue así: hubo un tiempo en el que la persona contra la que ahora se posicionan, Vladímir Putin, era un ilustre invitado en los palacios reales, de Zarzuela a Buckingham.

Precisamente a la residencia oficial de los reyes de España llegaba en 2006, aún con don Juan Carlos y Sofía a los mandos de la casa real. Corría el mes de febrero y de aquella visita oficial del mandatario ruso han quedado imágenes para el recuerdo que difícilmente se repetirán. Hubo una primera recepción en Zarzuela, en la que también participaron las infantas Elena y Cristina. Ya por la noche, fue el Palacio Real el que se engalanó para celebrar una cena en honor de Vladímir Putin y su esposa. No asistió la infanta Elena, pero sí Uñaki Urdangarin, cuando aún no había sido eliminado del organigrama de la Casa Real.

placeholder La familia real recibe en 2006 a Putin y su esposa. (Getty/Carlos Álvarez)
La familia real recibe en 2006 a Putin y su esposa. (Getty/Carlos Álvarez)

El ambiente fue distendido y todo fue cordialidad, como toca en estas ocasiones en las que realeza obligaba y las relaciones diplomáticas también. Exactamente lo mismo que pasó en otros encuentros de Putin con miembros de diferentes casas reales europeas. Porque también en Buckingham lo recibieron con todos los honores a pesar de que desde que está en el poder ha sido bastante evidente que la reina Isabel no le tiene demasiado aprecio. Un sentimiento que parece ser mutuo.

Fue en 2003 cuando Putin realizó una visita de Estado a Reino Unido que quedará para la historia por una anécdota protagonizada de la monarca, quien por un momento se saltó ese férreo protocolo al que se ciñe siempre. Su invitado cometió el terrible error de llegar tarde -algo que también haría años más tarde Donald Trump- y uno de los perros que siempre acompañan a la reina Isabel le gruñó. El comentario de su dueña no se hizo esperar, fiel a esa ironía inglesa tan característica: "Los perros tienen instintos interesantes, ¿verdad?".

placeholder La reina Isabel y Vladimir Putin, en 2003. (Reuters/Grigory Dukor)
La reina Isabel y Vladimir Putin, en 2003. (Reuters/Grigory Dukor)

Mucho más agradable fue el encuentro que tuvieron con él Guillermo y Máxima, de los Países Bajos, que también provocó una fotografía para el recuerdo y que seguramente ellos mismos querrían borrar de su memoria -y de las hemerotecas-. Fue la ahora princesa Beatriz la que inició el camino de las relaciones entre la Casa Real con el mandatario con una visita oficial en 2001, para la que estuvo acompañada del entonces príncipe de Orange. Doce años más tarde, era ella la que le devolvía la invitación y lo recibió en su país, aunque esta visita no estuvo exenta de críticas y manifestaciones en contra del ruso por sus políticas contra los derechos LGTBI+.

Ya convertidos en reyes, Guillermo y Máxima viajarían a Moscú solo unos meses más tarde, en octubre de 2013, pero fue el encuentro que tuvieron en 2014 el que más críticas generó. Tenemos que tener en cuenta que los Países Bajos son una de las naciones con más libertades, convirtiéndose el primer país en aprobar el matrimonio homosexual. Así que la imagen de la pareja bebiendo cerveza y brindando con Putin durante los Juegos Olímpicos de Sochi no sentó nada bien a la población, teniendo en cuenta las políticas restrictivas de Rusia contra las libertad sexual. Fue uno más de esos gestos escandalosos que han protagonizado los Orange en los últimos años.

placeholder Guillermo y Máxima con Putin, en 2014. (EFE/Pool/Mikhail Klimentiev)
Guillermo y Máxima con Putin, en 2014. (EFE/Pool/Mikhail Klimentiev)

Lógicamente, en esto de las relaciones internacionales también es obligatorio que los mandatarios como Putin, que son invitados por reyes, también devuelvan la cortesía. Por ejemplo, la reina Margarita de Dinamarca viajó a Rusia en 2011 y una década antes habían sido los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia los que habían realizado una visita de Estado, con su correspondiente cena de gala y con todos los honores. También el príncipe Alberto de Mónaco ha mantenido varios encuentros con el mandatario ruso a lo largo de los últimos años. Uno de ellos, por ejemplo, fue después de una expedición del soberano monegasco al Polo Norte, tras la cual se vio con Putin, recibiendo sus felicitaciones.

Pero, curiosamente, Alberto ha sido uno de los primeros royals posicionarse a favor del pueblo y contra él. No solo con mensajes y gestos, sino con acciones: "El Principado ha adoptado y aplicado, sin demora, procedimientos de congelación de fondos y sanciones económicas idénticos a los adoptados por la mayoría de los estados europeos. Mónaco está al lado de la población ucraniana y llama al respeto del derecho humanitario. El Principado está listo para brindar asistencia a los trabajadores humanitarios que valientemente se han comprometido en el terreno", anunciaba hace solo unos días.

placeholder El príncipe Alberto y Vladimir Putin, en el Kremlim en 2016. (Reuters/Yuri Kadobnov)
El príncipe Alberto y Vladimir Putin, en el Kremlim en 2016. (Reuters/Yuri Kadobnov)

La diplomacia mandaba y la buena marcha de las relaciones entre países, también. Así que no había otra que compartir con él mesa, mantel y hasta cervezas, como en el caso de Guillermo y Máxima. Si había algún poso de simpatía en alguna casa real hacia él, no lo sabemos, pero ahora sí que ha quedado claro el rechazo de todas ellas a sus métodos y a sus decisiones. Ahora ningún rey ni príncipe quiere relacionarse con él y probablemente quieran borrar de su memoria las imágenes de esos encuentros en otro tiempo distendidos y cordiales.

Son ya muchos los royals que, de una forma u otra, se han posicionado abiertamente a favor de Ucrania en el conflicto bélico que estos días vivimos. Desde la blusa que la reina Letizia lucía el pasado jueves hasta la visita que hicieron el príncipe Carlos y la duquesa de Cornuales a una iglesia ucraniana, pasando por la donación de la reina Isabel II a los más afectados por la guerra o la reciente visita del príncipe Federico de Dinamarca y sus hijos pequeños a la embajada de Ucrania en Copenhague. Pero no siempre fue así: hubo un tiempo en el que la persona contra la que ahora se posicionan, Vladímir Putin, era un ilustre invitado en los palacios reales, de Zarzuela a Buckingham.

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