Los detalles del día histórico en Luxemburgo: de la mirada de orgullo de María Teresa a una manicura poco royal
El heredero ha jurado como lugarteniente del Gran Duque, un paso previo a una futura abdicación, por la que Guillermo asume ciertas funciones del jefe del Estado
Es tradición en la casa ducal de Luxemburgo que haya un paso previo a una abdicación. El Gran Duque traspasa ciertos poderes a su heredero, que a partir de ese momento se convierte en lugarteniente y representante del jefe del Estado. Este acto ha tenido lugar este martes, en día histórico y plagado de detalles, con la mirada de orgullo de María Teresa de Luxemburgo o una manicura muy poco royal como protagonistas.
Eran las tres en punto de la tarde cuando hacían su aparición en el Salón de Fiestas del Palacio Ducal padre e hijo, el gran duque Henri con su heredero, ambos acompañados de sus respectivas esposas y con el príncipe Louis en un segundo plano, casi entre bambalinas. No ha sido un acto largo, todo lo contrario, ya que el soberano no tardaba en firmar el documento de entregar de poderes.
Era inmediatamente después, antes del discurso del primer ministro luxemburgués cuando el protocolo daba paso a las emociones y los cuatro intercambiaban besos y abrazos, con una muestra del carácter latino de la gran duquesa María Teresa, de origen cubano, que no dudaba en estrechar a su hijo entre sus brazos, dando luego la mano a su marido, antes de darse cuenta que ese gesto de cariño se alejaba un tanto de las etiquetas reales.
🇱🇺 LUXEMBOURG
— [Wim Dehandschutter] (@WDehandschutter) October 8, 2024
👑 Hereditary Prince Guillaume is congratulated by his wife Stéphanie and his parents Grand Duke Henri and Grand Duchess María Teresa on becoming Lieutenant-Représentant. He replaces his father who nevertheless remains head of state.
📍 Grand Ducal Palace pic.twitter.com/8QhIXinZls
Tomaba la palabra después el protagonista del día, el gran duque heredero Guillermo, desde este martes lugarteniente del Gran Duque. En su discurso, no faltaba un mensaje a su madre, agradeciéndole la preparación para este nuevo cargo, y a su mujer, Sthephánie, por el apoyo constante desde que comenzaron su relación, que dura ya más de una 15 años y de la que han nacido sus dos hijos, Charles y François.
Llegaba el turno de la promesa de Guillermo como lugarteniente ante los miembros del Gobierno, un nuevo acto para el que al heredero salía a la calle, recibiendo entonces los aplausos del público. Veíamos entonces que las mangas de la camisa le daban al protagonista del día algún que otro problema y ha tenido que colocárselas repetidas veces para que asomaran unos centímetros por debajo de los puños de la americana.
Aunque ese no ha sido el único detalle estilístico que llamaba nuestra atención. Porque María Teresa y Sthéphanie escogían con mimo sus looks para este gran día. La gran duquesa, muy fiel a su estilo, apostaba por un diseño de líneas rectas, cuello barco y mangas acampanadas en un burdeos apagado, que contrastaba con el gris de zapatos y cartera.
Lo más curioso es que veíamos dos detalles beauty que también están alejados de la imagen habitual de una royal: por un lado, los labios, del mismo color de su ropa; por otro, la manicura, también oscura. María Teresa rompía así con esa norma no escrita que aconseja tonos neutros tanto en las uñas como en los labios y que cada vez es menos seguida por las royals.
Y si la gran duquesa contrastaba con su marido y su hijo con el color de su vestido, su nuera lo hacía aún más, ya que elegía un vibrante amarillo para apoyar a Guillermo en un día histórico. Su diseño también presenta líneas rectas, aunque con un escote envolvente que le daba al vestido un toque muy original. En su caso, lo combinaba con zapatos y bolso de un azul muy oscuro, casi negro.
Volviendo a los diferentes actos y tras jurar su nuevo papel ante la cámara de diputados, el heredero volvía al exterior para darse un baño de multitudes. Estrechaba manos, posaba para selfies... Y todo con una sonrisa y emocionadas palabras con las que agradecía el cariño que todos aquellos que se acercaron a los alrededores del Palacio Ducal, intentando no dejar a nadie sin saludar.
Se ponía así la guinda a una jornada histórica que no implica, por otro lado, una abdicación próxima del gran duque Henri, pero sí sienta las bases para cuando, en un futuro, decida dejar el trono en manos de su hijo.
Es tradición en la casa ducal de Luxemburgo que haya un paso previo a una abdicación. El Gran Duque traspasa ciertos poderes a su heredero, que a partir de ese momento se convierte en lugarteniente y representante del jefe del Estado. Este acto ha tenido lugar este martes, en día histórico y plagado de detalles, con la mirada de orgullo de María Teresa de Luxemburgo o una manicura muy poco royal como protagonistas.
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