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Lágrimas por Diana y salvadora de Monty Clift: Elizabeth Taylor, vista a través de sus amigos
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CUMPLIRÍA 90 AÑOS

Lágrimas por Diana y salvadora de Monty Clift: Elizabeth Taylor, vista a través de sus amigos

La actriz tuvo grandes amistades en el mundo del espectáculo, a las que quiso y protegió. También hizo enemigos que, con los años, acabaron perdonándola. Esta es su historia

Foto: Taylor y Montgomery Clift, en una imagen promocional de 'Un lugar en el sol'. (CP)
Taylor y Montgomery Clift, en una imagen promocional de 'Un lugar en el sol'. (CP)

Los prismas bajo los que se puede analizar la figura de Elizabeth Taylor son tan variados como el color de sus ojos. Según a quien preguntes, eran violeta. Para otros, se trataba de azul. Intenso y especial raramente visto en otras personas, eso sí. La estrella, que este domingo habría cumplido la friolera de 90 años, era un personaje excesivo, una amante de las joyas, solidaria y megalómana en sus gustos. Pero también fue una actriz capaz de demostrar amplitud de registros dramáticos en películas como 'Gigante', 'La gata sobre el tejado de zinc' o 'Quién teme a Virginia Woolf', que le proporcionó un muy merecido segundo Oscar. También fue la mujer de los siete maridos, de la relación tormentosa con Richard Burton y la defensora de causas como la lucha contra el sida, en la que fue un firme soldado en tiempos en los que dicho virus suponía una auténtica guerra.

Quizá sea esa una de las vertientes para recordar que, aunque Debbie Reynolds llegase a pensar lo contrario (el episodio sobre cómo se acabó liando y posteriormente casando con el marido de esta, Eddie Fisher, no parecía ejemplar), Liz también era una buena amiga de sus amigos. Los testimonios sobre este particular no son pocos.

placeholder Elizabeth Taylor, en una imagen de archivo. (Cordon Press)
Elizabeth Taylor, en una imagen de archivo. (Cordon Press)

Retrocedamos por un momento a 1949. Una adolescente Elizabeth Taylor sigue bajo contrato con la Metro-Goldwyn-Mayer, el estudio responsable de su lanzamiento. En el plató de 'Mujercitas', la joven es un fastidio. O, al menos, eso es lo que piensa Mary Astor, que en esta película interpreta a su madre y tiene mucha mejor sintonía con el resto de las hermanas March: June Allyson, Janet Leigh y Margaret O'Brien. En efecto, Liz, ese apodo que odiaría el resto de su vida, era entonces una chica rebelde, enamoradiza y no paraba de llamar por teléfono, entre toma y toma, al que sería su futuro marido, Nick Hilton. Las llamadas traían de cabeza a una Astor que, de todas formas, odiaba hacer de madre de unas adolescentes y fue la que peor lo pasó en aquel plató. La anécdota (como la de Debbie Reynolds y Eddie Fisher años más tarde) quizá no sea la mejor para retratar a Taylor como una buena amiga, pero sí un dato: en aquel rodaje muchos compañeros se quedaron prendados de ella.

placeholder Cartel de la versión de 'Mujercitas' estrenada en 1949. (Cordon Press)
Cartel de la versión de 'Mujercitas' estrenada en 1949. (Cordon Press)

Unos años más tarde, una Taylor más adulta entabla una gran amistad con Montgomery Clift tras rodar junto a él 'Un lugar en el sol' y 'El árbol de la vida'. Frente a su comportamiento en 'Mujercitas', ahora es una mujer que da la cara por sus amigos. Y por Monty, del que alguna vez se había dicho que estaba enamorada, pese a que él era gay, más que por nadie. A la salida de una fiesta de la casa de Taylor, el coche del actor se empotró contra un poste telefónico. La propia actriz salió de su casa para auxiliar a su amigo y lo salvó de morir ahogado cuando le extrajo dos dientes de la garganta. Milagrosamente, Monty salvó su vida, pero su rostro efébico no corrió la misma suerte. Completamente desfigurado, el joven tuvo que someterse a una cirugía que le cambió la cara por completo. Cuando tuvo que proseguir con el rodaje de 'El árbol de la vida', fue Elizabeth la que, por encima de otros miembros del equipo, estuvo allí para ser su bálsamo y su mejor medicina, la que apaciguó sus demonios internos.

placeholder Montgomery Clift y Elizabeth Taylor, en 'Un lugar en el sol'. (CP)
Montgomery Clift y Elizabeth Taylor, en 'Un lugar en el sol'. (CP)

Dos años antes, cuando rodaba junto a James Dean y Rock Hudson la emblemática 'Gigante', Liz también demostró ser una buena camarada con dos actores que, para más inri, no se podían ni ver. Con el primero, que murió con apenas 24 años antes de que finalizase el rodaje, casi ejerció de terapeuta. Taylor narró, muchos años después, una escalofriante anécdota a un periodista a cambio de que la contase una vez que ella no estuviese en este mundo. "Cuando Jimmy tenía once años, comenzó a sufrir abusos por parte del pastor de su iglesia. Creo que aquello le persiguió durante el resto de su vida", le dijo.

placeholder James Dean y Elizabeth Taylor, en el rodaje de 'Gigante'. (CP)
James Dean y Elizabeth Taylor, en el rodaje de 'Gigante'. (CP)

Con Rock Hudson forjó una amistad que duraría el resto de su vida. Cuando en los 80 el actor fue la primera estrella en hacer público que padecía sida, Elizabeth Taylor jamás dejó de ofrecerle su mano de manera pública y privada. Desde la muerte de Rock, de hecho, se convirtió en la embajadora de la Fundación Americana para la investigación de la enfermedad. Y fue esa lucha la que la trajo a España en 1992 para recibir, de manos del entonces príncipe Felipe, el premio Príncipe de Asturias. "En este año en el que se conmemora la hazaña de un marino italiano que navegó bajo bandera española, el simbolismo de mi viaje a España no podría ser más hermoso (…). También yo llego hoy a España con el corazón lleno de esperanza y la ilusión de descubrir asimismo un mundo nuevo”, dijo en un discurso en el que tampoco se olvidó de Hudson y de la lucha de millones y millones de víctimas del virus del VIH en todo el mundo.

En los últimos años de la vida de Taylor, fue muy comentada su amistad con Michael Jackson, con el que aparecía en galas y eventos de todo tipo. Cuando el cantante murió en 2009, la estrella aseguró que estaba "devastada" y apenas podía comentar la noticia sobre la inesperado final de uno de sus grandes colegas con apenas 50 años. Pocos años antes, Liz también declaró su pesar, a través de la televisión, por la forma en la que había muerto Diana de Gales. Ni siquiera pudo contener las lágrimas en aquella aparición catódica pese a que nunca había sido una gran amiga de Lady Di. Ambas se conocieron en el Victoria Palace Theatre de Londres, tras la actuación de Taylor en el estreno de 'The Little Foxes' en marzo de 1982. La sintonía fue inmediata, así como también el interés común por las causas solidarias y la conmoción por la pobreza infantil.

placeholder Con el Príncipe de Asturias, a punto de recoger el premio, en 1992. (Gtres)
Con el Príncipe de Asturias, a punto de recoger el premio, en 1992. (Gtres)

Las palabras de Taylor sobre las personas que realmente amaba demostraban, para sus fieles, que no solo era la estrella exigente y caprichosa de rodajes como el de 'Cleopatra' (un auténtico calvario por su protagonista y muchas otras razones), sino una leal compañera para mucha gente. Con el paso de los años, hasta la mismísima Debbie Reynolds se contó entre sus amigos. Un día de 1966, ambas actrices se encontraron a bordo del crucero Queen Elizabeth. Según su círculo, se habrían tirado de los pelos o por la borda. Pero nada de eso pasó. Reynolds y Taylor hablaron del tema y, para sorpresa de un mundo que adoraba las enemistades entre mujeres de postín, acabaron reconciliándose. La firma de la paz hizo que la protagonista de 'Cantando bajo la lluvia' y su nuevo marido aceptasen cenar con Liz Taylor y Richard Burton en el restaurante de la embarcación.

placeholder Elizabeth Taylor, Eddie Fisher y Debbie Reynolds, a finales de los 50. (EFE)
Elizabeth Taylor, Eddie Fisher y Debbie Reynolds, a finales de los 50. (EFE)

La renovada amistad entre Elizabeth Taylor y Debbie Reynolds fue tan grande que la primera le ofreció a la segunda refugio en un hotel de su propiedad durante los atentados del 11-S. Y no solo eso. Al morir en 2011, la Taylor legó a su amiga un par de pendientes de zafiro y una pulsera y un collar a juego en su testamento. Durante años, cuando la prensa preguntaba a Debbie Reynolds, su respuesta era clara y contundente: "Tienes que darte cuenta de qué va la vida y... ¿vale la pena enfadarse? ¿Realmente vale la pena?". Reynolds fue, de hecho, una de las que más lamentaron la muerte de Taylor cuando se fue un día de marzo de 2011, cuando los ojos violeta se cerraron para sus amigos y para el resto de humanos que crecieron viéndolos en la gran pantalla.

Los prismas bajo los que se puede analizar la figura de Elizabeth Taylor son tan variados como el color de sus ojos. Según a quien preguntes, eran violeta. Para otros, se trataba de azul. Intenso y especial raramente visto en otras personas, eso sí. La estrella, que este domingo habría cumplido la friolera de 90 años, era un personaje excesivo, una amante de las joyas, solidaria y megalómana en sus gustos. Pero también fue una actriz capaz de demostrar amplitud de registros dramáticos en películas como 'Gigante', 'La gata sobre el tejado de zinc' o 'Quién teme a Virginia Woolf', que le proporcionó un muy merecido segundo Oscar. También fue la mujer de los siete maridos, de la relación tormentosa con Richard Burton y la defensora de causas como la lucha contra el sida, en la que fue un firme soldado en tiempos en los que dicho virus suponía una auténtica guerra.

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