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El whisky, una alternativa al vino en la cocina
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GASTRONOMÍA

El whisky, una alternativa al vino en la cocina

El uso del whisky como bebida con la que cocinar carne, pescado o incluso con la que preparar sopas y postres está siendo promovida desde Escocia

Foto: El whisky, una alternativa al vino en la cocina
El whisky, una alternativa al vino en la cocina

El uso del whisky como bebida con la que cocinar carne, pescado o incluso con la que preparar sopas y postres está siendo promovida desde Escocia para popularizar su implantación en los fogones y conseguir así el estatus alcanzado por otras bebidas en el ámbito culinario como el vino o la cerveza. La importancia de la industria del whisky en Escocia, donde emplea de forma directa o indirecta a 41.000 personas, ha llevado al sector a iniciar una campaña para fomentar su uso gastronómico.

En el marco de estos actos, organizados por diferentes asociaciones pertenecientes a la industria, se celebró hoy en Londres una degustación de varios productos cocinados con whisky a cargo de Sheila McConachie y Graham Harve, chefs del restaurante Craggan Mil, en Morayshire (Escocia). McConachie explica que son pioneros en el uso de esta bebida como pilar fundamental en el que se sustentan sus platos, una opción que también es vanguardista en su país.

"Nadie sabía qué se podía hacer esto, no forma parte de la tradición escocesa. Empezamos a experimentar con el whisky para preparar varios productos y descubrimos que puede ser muy interesante", resalta. La cocinera admite que Escocia suele estar más atrasada que otros países en materia gastronómica, pese a tener "una comida maravillosa y un whisky genial".

Una sopa caliente cocinada con whisky Glenfarclas de 15 años, un pastel de pescado preparado con un Talisker de 10 años, un poco de cerdo con salsa de manzana y con Cragganmore de 12 años o incluso un pequeño postre de chocolate elaborado con whisky Glen Moray de 15 años, fueron algunos de los platos que pudieron probar los asistentes a la degustación. En opinión de McConachie, el whisky escocés también puede hacerse un hueco en la mesa de cualquier restaurante no sólo como ingrediente sino como bebida, y no únicamente para la sobremesa.

"Por supuesto, ¿por qué no? Puedes poner un poco de agua en tu vaso para rebajarlo. Está demostrado que si bebes un vaso de whisky en vez de varios vasos de vino reduces la cantidad de alcohol que ingieres, por lo que es más saludable", defendió. De hecho, su marido, Graham Harvey, hace las funciones de sumiller en el restaurante que los dos regentan en Escocia, recomendando un tipo de whisky u otro "en función no necesariamente de la comida, como ocurre con el vino, sino sobre todo de la forma en que se ha cocinado el producto".

Desde la Asociación de Whisky Escocés aseguran que en 2008 "parece que el sector resistió la crisis económica internacional y que mientras los consumidores no pueden comprarse un nuevo apartamento o un coche, sí continúan adquiriendo productos lujosos pero a la vez asequibles como el whisky escocés". Los últimos datos hechos públicos por esta entidad hacen referencia a la campaña de 2007, cuando las exportaciones de esta bebida alcanzaron un nuevo máximo con 1.135 millones de botellas, de las cuales 118 fueron a parar a España, un 38% más que un año antes.

 

El uso del whisky como bebida con la que cocinar carne, pescado o incluso con la que preparar sopas y postres está siendo promovida desde Escocia para popularizar su implantación en los fogones y conseguir así el estatus alcanzado por otras bebidas en el ámbito culinario como el vino o la cerveza. La importancia de la industria del whisky en Escocia, donde emplea de forma directa o indirecta a 41.000 personas, ha llevado al sector a iniciar una campaña para fomentar su uso gastronómico.

En el marco de estos actos, organizados por diferentes asociaciones pertenecientes a la industria, se celebró hoy en Londres una degustación de varios productos cocinados con whisky a cargo de Sheila McConachie y Graham Harve, chefs del restaurante Craggan Mil, en Morayshire (Escocia). McConachie explica que son pioneros en el uso de esta bebida como pilar fundamental en el que se sustentan sus platos, una opción que también es vanguardista en su país.

"Nadie sabía qué se podía hacer esto, no forma parte de la tradición escocesa. Empezamos a experimentar con el whisky para preparar varios productos y descubrimos que puede ser muy interesante", resalta. La cocinera admite que Escocia suele estar más atrasada que otros países en materia gastronómica, pese a tener "una comida maravillosa y un whisky genial".

Una sopa caliente cocinada con whisky Glenfarclas de 15 años, un pastel de pescado preparado con un Talisker de 10 años, un poco de cerdo con salsa de manzana y con Cragganmore de 12 años o incluso un pequeño postre de chocolate elaborado con whisky Glen Moray de 15 años, fueron algunos de los platos que pudieron probar los asistentes a la degustación. En opinión de McConachie, el whisky escocés también puede hacerse un hueco en la mesa de cualquier restaurante no sólo como ingrediente sino como bebida, y no únicamente para la sobremesa.

"Por supuesto, ¿por qué no? Puedes poner un poco de agua en tu vaso para rebajarlo. Está demostrado que si bebes un vaso de whisky en vez de varios vasos de vino reduces la cantidad de alcohol que ingieres, por lo que es más saludable", defendió. De hecho, su marido, Graham Harvey, hace las funciones de sumiller en el restaurante que los dos regentan en Escocia, recomendando un tipo de whisky u otro "en función no necesariamente de la comida, como ocurre con el vino, sino sobre todo de la forma en que se ha cocinado el producto".

Desde la Asociación de Whisky Escocés aseguran que en 2008 "parece que el sector resistió la crisis económica internacional y que mientras los consumidores no pueden comprarse un nuevo apartamento o un coche, sí continúan adquiriendo productos lujosos pero a la vez asequibles como el whisky escocés". Los últimos datos hechos públicos por esta entidad hacen referencia a la campaña de 2007, cuando las exportaciones de esta bebida alcanzaron un nuevo máximo con 1.135 millones de botellas, de las cuales 118 fueron a parar a España, un 38% más que un año antes.