De shopping tradicional por los pueblos blancos de la Sierra de Cádiz

La época de la Navidad es ideal para perderse por los pueblos blancos encalados de la zona de la Serranía de Cádiz, una interesante propuesta para disfrutar de la naturaleza a buena temperatura y conocer un ambiente rural de extraordinaria belleza. Un total de 19 pequeñas localidades diseminadas y esparcidas en torno al Parque Natural de Grazalema que se pueden visitar en un solo fin de semana. Estos parajes y la peculiaridad de la artesanía autóctona que elaboran sus paisanos invitan a hacer las compras navideñas en diminutos negocios en los que los artistas exponen sus productos en las calles. V Tendencias les ofrece tres paradas donde hacer shopping, disfrutando de la gastronomía de deliciosos quesos y amarguillos, un descanso en el hotel El Fuerte, ubicado en el corazón de la montaña y con granja propia, y unas rutas llenas de belleza y armonía para estas fechas.

GRAZALEMA Y SUS MANTAS DE ANGORA

En Grazalema pasearemos por el centro del pueblo serpenteando el paisaje que conforman las casas blancas en medio de la sierra. En cada portal hay un artesano. Los diamantes culinarios de esta localidad son los amarguillos y los cubiletes, con manteca, harina, canela y cabello de ángel, muy propios de esta época. En nuestro paseo nos encontramos al paso con varias casas señoriales con elegantes fachadas que nos invitan a entrar para inmortalizar la estancia. Hay paradas obligadas como sus tres miradores: el del aparcamiento público; el de los Peñascos, que ofrece una panorámica de la propia Grazalema; y el del Tajo, desde donde las vistas de la Sierra de Cádiz son espectaculares.

También son interesantes las iglesias de San José y San Juan, los antiguos lavaderos y el Museo de la Fábrica Artesanal de Mantas. Precisamente, las mantas de Grazalema, de pura lana, son unos de los productos artesanales más típicos del pueblo. En el siglo XVII aquí se desarrolló una importante industria textil, basada en la pura lana de oveja. Se hicieron famosas sus mantas y paños de estética de bandoleros y pícaros. También son populares la repostería, las chacinas y el queso.

Desde el mirador y como seña de identidad de la ruta de los pueblos blancos, hundido en las raíces de esta tierra, nos encontramos el Hotel Fuerte, un establecimiento excavado en la mitad de la montaña, donde la gente se recrea en su descanso con unas vistas espectaculares y el calor de la chimenea. Y cómo no, sus desayunos de pan con manteca para emprender un nuevo día energético. Una de las joyas de este hotel es su propia huerta ecológica y la granja con burritos, vacas, gallinas, cerditos con los que los niños pueden organizar su propio Belén viviente. Los padres mientras tanto pueden bañarse en una piscina climatizada rodeada de alcornocales. Este hotel, en el que confluyen los senderos de los pueblos que visitamos, está arropado por el Parque Natural de la Sierra de Grazalema, declarado en 1977 Reserva de la Biosfera por la Unesco. Ideal para rutas a caballo o en bici, que diseñan a medida desde la misma recepción del hotel.

ZAHARA DE LA SIERRA: CUEROS Y ALHAJAS 

A mitad de camino nos encontramos con otro pueblo escondido que guarda el encanto de la discreción. Calles ajustadas, tejados prietos, fuentes de piedra, olor a leña, cuestas empinadas y azaleas en las ventanas, enmarcan el municipio de Zahara de la Sierra, mezcla de raíces romanas y árabes. Sus vecinos son los mejores guías del pueblo y ellos mismos te llevan, casi de la mano, a enseñarte la artesanía de los objetos de cuerda, las filigranas de vidrio, las alhajas de cuero y las pinturas del pantano que circundan el municipio.  

No podemos perdernos comprar un macetero de corcho elaborado con la costra de los  alcornocales o unas alpargatas pintadas a mano. Antes de entrar en el municipio, ya el olor de sus viandas arrastra al amante de la gastronomía. Encontrará múltiples variedades de queso: fresco, curado, aderezado con romero o en aceite. Y un buen chusco de pan, claro. El castillo y un coqueto cementerio cierran el pueblo dando paso al pantano que nos llevara a Ubrique. 

UBRIQUE, EL PRADA DE LA SIERRA 

Un referente en la Sierra de Cádiz es el enclave de Ubrique, el sueño de cualquier fashion victim. Bolsos, monederos y maletas aparecen en cada esquina de en este pueblo de pieles que fabrica para marcas como Prada, Calvin Klein, Burberry o Dior, que también se pueden comprar en las tiendas del pueblo. El municipio, que es el más grande de la zona, es el mejor lugar para salir de marcha. ¡Incluso tiene discoteca! A pocos kilómetros la sierra caliza, venados, jabalíes, buitres leonados y águilas reales aparecen entre los alcornoques. Siguiendo la carretera nos topamos con Benaocaz y su  fábrica de embutidos caseros, jamones ibéricos y butifarra blanca. Pero, sin duda, la joya de la serranía son sus anocheceres.  Cuando cae el sol, brillan las estrellas y ofrecen una visión de paisaje nocturno tan espectacular que todo se convierte en un observatorio astronómico natural.