¿Si pica o quema significa que un producto de belleza funciona?
Activos como los hidroxiácidos, el retinol o la vitamina C a veces pican o enrojecen la piel. Preguntamos a varios expertos si es un indicativo de su eficacia
Cada vez son más las personas que dicen tener una piel sensible: el 50% de la población europea, según la Academia Española de Dermatología (AEDV). Y aunque la sensibilidad puede darse por muchos motivos, como pueden ser los genéticos o los ambientales, son los productos de aplicación tópica los más señalados. Es decir, los cosméticos. Ahora bien, una cosa es que un sérum, por ejemplo, le siente mal a nuestra piel porque está alterada previamente o tiene alguna patología (piel atópica, eczema, psoriasis, etc) y otra que se produzca cierta reacción buscada para obtener un resultado concreto: regenerarse, ganar luminosidad, difuminar manchas o reducir arrugas.
Así que, de entrada, preocuparse por el hecho de que con determinados ingredientes notamos que se altera un poco no tiene sentido, aunque hay que tener claro en qué casos y qué estamos percibiendo. Lo explica Aina Bordoy, de Farmacia Bonnin. “Es normal sentir irritación, enrojecimiento o picor al aplicar determinados productos cosméticos. Esto se debe a que algunos activos, como por ejemplo los alfahidroxiácidos o algunas formas de vitamina C, se deben formular a un pH ácido para asegurar su eficacia y absorción, mientras que el pH de la piel en condiciones normales es ligeramente ácido (entre 4,7 y 5,7). En el caso de los activos transformadores (como son el retinol o los hidroxiácidos) se produce un aumento de la renovación celular, dejando la piel más expuesta y provocando esta irritación o escozor, que será mayor al aumentar la concentración del activo”. Lo que le está sucediendo al cutis cuando un producto pica es que está entrando en un proceso inflamatorio en las capas profundas, que irá remitiendo cuando se ponga en marcha la regeneración celular y la síntesis de colágeno y elastina.
Activos transformadores
Si hablamos del retinol, lo hacemos de un ingrediente transformador que acelera la renovación y es capaz de unificar el tono, disminuir las líneas de expresión y mejorar la textura. “En el momento de aplicarlo sobre la piel se tolera muy bien, pero si lo hacemos varios días seguidos, pasada una semana tendremos una dermatitis por retinoides porque es acumulativa. Para disminuir esta reacción se puede comenzar con concentraciones bajas y con derivados del retinol o combinados con otras moléculas, retinizando la piel de forma progresiva hasta alcanzar la tolerancia necesaria. Por ejemplo, cada tres noches las dos primeras semanas”, aclara Aina Bordoy.
¿Y cuál es el porcentaje adecuado? Marta Hermosín, especialista en dermocosmética del Instituto de Dermatología Integral, recomienda en cutis vírgenes partir de 0,025 y subir escalonadamente hasta el 0,2 dos días por semana hasta hacerlo en días alternos, para acabar en un 0,5. “Los hay incluso de un 1 o un 1,2%, pero deben ir combinados con niacinamida o algún principio antiinflamatorio como una vitamina del grupo B o un ácido hialurónico que aporte hidratación y confort”. En el caso de los alfahidroxiácidos, como el ácido glicólico, la irritación y picor que producen con el fin de combatir el paso del tiempo a veces sucede en el momento de la aplicación, a diferencia del retinol. Es importante tener en cuenta el pH, pues cuanto más ácido sea (entre 3,5 y 4,2), mayor será la penetración a través del estrato córneo. La piel debe estar totalmente seca para evitar que se produzca más irritación de la necesaria. Y para un mix estrella, lo ideal es combinar esos ácidos con el hialurónico para contrarrestar la posible irritación o sequedad, ya que este forma una película que retiene el agua, algo que también hacen la glicerina o el sorbitol, según Marta Hermosín.
La vitamina C que no irrita
Respecto a la vitamina C, que ilumina, aporta elasticidad y combate las manchas, el picor o escozor no es directamente proporcional a su eficacia, pues depende a veces de cómo esté formulada. Como cuenta la farmacéutica Aina Bordoy, “la pura (ácido L-ascórbico) se suele formular a un pH alrededor de 3,5 y por ello a más concentración resulta más irritante en pieles sensibles. Se trata de una molécula muy inestable que se oxida fácilmente en contacto con la luz, por ello muchas veces se formula encapsulada o en forma de derivados, es decir, asociada a otra molécula, para asegurar la estabilidad del activo sin tener que disminuir su pH: en este caso es menos irritante. En cualquier caso, como dice la experta, "la reacción de la piel frente a un activo depende en parte de la resistencia de la misma".
Existen pieles sensibles que se enrojecen con facilidad y muchas veces no toleran ciertos productos, son hiperreactivas. En cambio, existen otras que toleran activos transformadores como los retinoides o los alfahidroxiácidos a altas concentraciones sin problema. Lo mejor es adaptar la rutina cosmética a cada tipo de piel”, aconseja. Al final lo que le sucede a los cutis irritados por este tipo de ingredientes es que tienen la función barrera alterada. Las ceramidas, el colesterol y los ácidos grasos son los componentes principales del estrato córneo, la capa más externa de piel, y tienen propiedades antiinflamatorias, ya que ayudan a mantener la integridad de dicha barrera de defensa. Cuando estas propiedades se ven mermadas hace falta contrarrestar con ingredientes calmantes, como la alantoína, el bisabolol o los ya mencionados ácido hialurónico y la niacinamida.
Y si hablamos de celulitis…
En el caso de algunos productos que luchan contra la piel de naranja, el origen del enrojecimiento que pueden provocar es distinto: tiene que ver con la microcirculación sanguínea. Como explican desde el Instituto de Dermatología Integral existen activos, como el mentol o el alcanfor, que la estimulan a nivel periférico con un cambio de temperatura para que haya un llamamiento sanguíneo, porque la sangre oxigenada ayuda a detoxificar. El producto puede picar ligeramente, pero es un efecto pasajero y no está relacionado con su eficacia.
Cada vez son más las personas que dicen tener una piel sensible: el 50% de la población europea, según la Academia Española de Dermatología (AEDV). Y aunque la sensibilidad puede darse por muchos motivos, como pueden ser los genéticos o los ambientales, son los productos de aplicación tópica los más señalados. Es decir, los cosméticos. Ahora bien, una cosa es que un sérum, por ejemplo, le siente mal a nuestra piel porque está alterada previamente o tiene alguna patología (piel atópica, eczema, psoriasis, etc) y otra que se produzca cierta reacción buscada para obtener un resultado concreto: regenerarse, ganar luminosidad, difuminar manchas o reducir arrugas.