Eduardo Navarrete dice "hasta pronto" a la moda con una colección digna de alfombra roja

12 de septiembre, arranca el calendario oficial de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid de la mano de la firma SKFK y su reivindicativo desfile con mensaje activista a favor del slow fashion. Tras ello, una de nuestras primeras paradas es el evento de Eduardo Navarrete. Entre tendencias, looks arriesgados y una oda a la confección de autor nacional, el diseñador alicantino presenta, como es habitual, rodeado de los suyos, su nueva colección, llamada ‘10.1’. Alaska y Mario Vaquerizo, La Terremoto de Alcorcón, Carla Antonelli, Eva Soriano o Boris Izaguirre pueblan los rincones del majestuoso Palacio de Santoña. Así, la construcción de estilo urbano con interior neoclásico ve cómo sus pasillos, acostumbrados a albergar miembros de la nobleza española, serán testigos mudos de una nueva historia.

Precisamente, ese giro radical invade la propuesta con la que el creador celebra sus cinco años en el mundo de la moda y que es definida por él mismo como “un punto de inflexión para la firma”. ¿El motivo? El también colaborador televisivo se despedirá temporalmente del sector de las agujas. “Es una especie de autorregalo. No es un adiós, pero sí un pequeño hasta luego”, avanzó ya en primicia a Vanitatis hace una semana.

De esta manera, ‘N.10’, colección conformada por 10 piezas de alta moda presentadas sobre maniquí, no es más que la representación de la eclosión final del proceso de maduración de una marca con un lustro de trayectoria. Sin embargo, la esencia del universo ‘navarretiano’ de fácil reconocimiento, gracias a sus técnicas innovadoras de estampación digital y sus puestas en escena disruptivas, aún reside en las nuevas prendas expuestas en el salón principal de Santoña. Por ello, algunas de ellas conservan sus míticas caras.

En colaboración con la reconocida firma de pedrería Swarovski, tal y como prueban las incrustaciones manuales de los diseños, la propuesta pone en valor la artesanía y la confección tradicional a través de elegantes y extravagantes vestidos de noche protagonizados por pamelas en versión XL, hombreras y caderas pico a modo de distorsión, transparencias, cortes asimétricos y escotes muy marcados en pecho y espalda.

Los modelos de grandes volúmenes, rendidos por completo a la silueta de la mujer, se confeccionan en tejidos nobles, entre los que destacan el uso de rasos, moarés, terciopelos o jacquard de tonalidades oscuras. “Nuestros patrones eran sencillos, en líneas generales, porque nuestra estampación era compleja, ahora los tejidos serán lisos y los volúmenes serán muchos más grandes”, desarrolla el diseñador alicantino para Vanitatis.

No obstante, dentro del universo de la alta moda, esta nueva colección rinde, en parte, tributo a los orígenes de Eduardo Navarrete. Por ello, el estilo urbano se traslada a prendas oversize de streetwear, entre las que destacan abrigos de pelo, pantalones 'wide leg' efecto piel o un mono exagerado de esencia glam-punk, realizado en el mismo material. ‘10.1’ simboliza a la perfección su significado con la creación de una nueva identidad, instaurada en las bases pasadas. Tradición y vanguardia.

“El número 10 reúne todas las características del 1, pero a un nivel superior. Así como el 1 representa la acción y simboliza el inicio, el 10 nos impulsa a volver empezar de forma consciente, apoyándonos en lo aprendido”, argumentan desde la marca.

Él nos lo confesaba: “Siento que si es mi última colección, al menos me voy por la puerta grande”. Así lo hará. El adiós temporal de Eduardo Navarrete no ha sido más que una declaración de intenciones, un intento de reivindicar los procesos de la moda de autor, un acto de rebeldía ante los desgastados tiempos de las tendencias.

Eduardo (y su ropa) han crecido, evolucionado y madurado. Así lo atestigua la mirada de María Muñoz, su jefa de prensa y fiel compañera, cuyos ojos no pueden evitar brillar de una manera especial, símbolo de un claro orgullo. Por eso, quienes le conocemos (a él y su equipo) sabemos que volverán y lo harán solo como ellos saben, pero, creedme, no será dentro de seis meses.