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Lanzarote: el sueño de Manrique, el refugio de Kortajarena y el plató de 'Black Mirror'
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Lanzarote: el sueño de Manrique, el refugio de Kortajarena y el plató de 'Black Mirror'

La isla canaria ha sabido conservar su patrimonio gracias a una política proteccionista con el medioambiente. La magia de sus paisajes es obra de la naturaleza y de un hombre llamado César

Foto: Laguna de los Clicos. (Vanitatis)
Laguna de los Clicos. (Vanitatis)

Lanzarote no sería lo mismo sin César Manrique. O mejor dicho, Lanzarote no sería lo que es si no fuera por el empeño de este pintor, escultor y artista superlativo que luchó por un sueño que en su momento costó entender. En plena efervescencia del turismo masivo a las Islas Afortunadas, un hombre originario de la tierra (nació en Arrecife, la capital) supo ver el potencial de una isla de otro planeta.

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Y conste que lo de 'otro planeta' no es una metáfora: los volcánicos paisajes de Lanzarote han servido para grabar películas y series ambientadas en galaxias remotas. Uno de los últimos en usarlo como plató ha sido la distópica 'Black Mirror': en el primer capítulo de la cuarta temporada, la tripulación del USS Callister llega a un planeta lejano de nuestra Tierra que en realidad resulta ser Playa Bermeja, en el Parque Natural de los Volcanes. Pedro Almodóvar también supo ver la belleza y poesía de sus paisajes y una de las últimas en pasearse por allí ha sido Salma Hayek en el rodaje de 'Los eternos'. Ellos también han sucumbido a la magia conejera.

César, el primer ecologista

“Es muy fuerte el influjo de esta tierra. La singularidad natural, física y cultural de estas islas ha influido poderosamente en mi personalidad y en mi arte”. Las palabras son del visionario Manrique, al que no solo se le deben algunas de las obras más representativas de la isla (Los Jameos del Agua, construido sobre un tubo volcánico; la casa de Taro de Tahíche, hoy Fundación César Manrique, aprovechando burbujas volcánicas; el Mirador del Río, en los acantilados del norte de la isla; el restaurante de Timanfaya, con vistas a las coladas de lava...), sino de haber sabido liderar una lucha contra la avaricia del ladrillo que incluía luchas, manifestaciones y reivindicación. Su empeño hizo el resto.

El desarrollo arquitéctonico de la isla estableció, entre otras cosas, que todas las construcciones fueran blancas y que no hubiera carteles ni vallas para asegurar una armonía estética respetuosa que se ha convertido con el paso del tiempo en carta de presentación y una de las estampas más recordadas y que más llama la atención a los visitantes. Esa sensación de estar desplazándote por un lugar desierto, inhóspito y de una belleza lunar es en parte por detalles como ese.

Para hacer más completa la experiencia manriqueña, los Centros de Arte, Cultura y Turismo de la isla disponen de distintos bonos que incluyen el vasto legado del artista. Uno de los más importantes, aunque no sea obra humana sino natural, es la Cueva de los Verdes, el túnel formado por el Volcán de la Corona es uno de los más extensos e interesantes del planeta y de visita obligada. Por cierto, no te pierdas el inesperado giro de guion al final del recorrido.

Surf, viento y palmeral

Jon Kortajarena, ese hombre bello por definición, musa de Tom Ford, colega de Madonna y vasco de cuna, tiene al norte de la isla su refugio. En la salvaje y ventosa Famara, se esconde el modelo cuando quiere desconectar de las pasarelas y las fiestas vip. Epicentro de la actividad surfera en el archipiélago, su kilométrica playa recibe y despide el sol con cientos de tablas sobre el agua. Si el paisaje resulta sobrecogedor, aún te esperan unas vistas más espectaculares si asciendes el Risco de Famara (en coche o a pie) hasta llegar a una pequeña explanada llamada el Bosquecillo, desde donde se puede contemplar, además de la playa de Famara, toda la parte oeste de la isla (Soo, Caleta de Caballo, La Santa, Tinajo, La Vegueta...).

Si aprieta el hambre y no tienes nada con lo que preparar un pícnic (hay mesas habilitadas para ello), puedes volver al pueblo y probar una caldereta de pulpo con salsa suficiente para nadar en ella en El Chiringuito, o acercarte a la vecina La Santa y tratar de encontrar El Quemao, un barecito frecuentado por los locales con buenas raciones, buen pescado, buen servicio.

placeholder Vistas de Famara desde el Bosquecillo. (VA)
Vistas de Famara desde el Bosquecillo. (VA)

Al norte del norte, a la derecha y arriba de Famara se encuentra Haría, un vergel en medio de esta tierra árida y lunar. Conocida como el valle de las mil palmeras, su microclima ha dado forma al lugar más tropical de la isla. Tres puntos claves de este oasis: la Casa Museo de César Manrique, el mirador de los helechos (el mejor sitio para contemplar el palmeral de Haría) y una cañita en la plaza del pueblo donde el tiempo parece detenerse.

Paisajismo distópico

Resulta paradójico que ese paisaje isleño que debe su forma a las erupciones volcánicas que azotaron la isla entre 1730 y 1736 (seis años de explosiones y lava) haya servido como escenario para relatos primitivos ('Cuando los dinosaurios dominaban la tierra') y cuentos futuros ('Black Mirror'). Esa belleza polivalente e hipnótica de Lanzarote se debe a paisajes mochos, raídos y bellos como el del propio Timanfaya o los Hervideros, en los que uno parece asomarse a un universo paralelo, futuro o pasado.

placeholder Escena de 'Black Mirror' rodada en Lanzarote. (Netflix)
Escena de 'Black Mirror' rodada en Lanzarote. (Netflix)

Es llegar a la Geria y te dan unas ganas enormes de convertirte en aquel Matt Damon de 'Marte'. Uno de los mejores puntos para entender esa singularidad es el cráter del Volcán de la Corona, al que se puede acceder tras una agradable caminata. La Laguna de los Ciclos, popularmente conocida como Lago Verde, sirvió a Pedro Almodóvar como fuente de inspiración para 'Los abrazos rotos', y si lo que quieres es pasear y perderte de ti y del mundo, el camino que arranca al final del pueblo El Golfo te sumerge en otro tiempo.

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Playa negra, playa blanca

Y claro que hay arena, y mar, y sol y sal. Estamos en una isla que goza de un clima relajado durante todo el año. La playa del Papagayo es probablemente el enclave más visitado por tratarse de una reserva natural (¿acaso no lo es toda la isla?), pero también recomendamos visitar Playa Quemada (el pescaíto y las vistas de 7 Islas no tienen precio), el Caletón Blanco, las piscinas naturales de Punta Mujeres (una morena o un cherne con papas arrugás en el bar La Piscina) o incluso la playa de Puerto del Carmen o Costa Teguise, que a pesar de ser playas urbanas siguen manteniendo la limpieza de sus aguas y mucho encanto.

placeholder Playa del Papagayo. (Turismo Lanzarote)
Playa del Papagayo. (Turismo Lanzarote)

Turismo sostenible

Tan importante como conocer lo que queremos ver es planificar cómo lo vamos a hacer. Si quieres aislarte, Famara o Yaiza. Si quieres nocturnidad y alevosía, Puerto del Carmen o Playa Blanca. Y si quieres algo intermedio, Costa Teguise, que por su localización, relativa tranquilidad y oferta gastronómica y de ocio es un buen punto de partida y de llegada.

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Una de las pruebas de que César Manrique no fue un enemigo del turismo sino alguien que lo entendió desde un punto de vista sostenible es el Meliá Salinas, un hotel de lujo que planificó junto al arquitecto Fernando Higueras, por el que ambos obtuvieron diversos reconocimientos en el campo de la arquitectura

placeholder Interior del Meliá Salinas. (Cortesía)
Interior del Meliá Salinas. (Cortesía)

Nacido en los años 70 como símbolo de una isla que cimentaba su desarrollo turístico en los valores ambientales y en la reinterpretación artística de sus paisajes, César buscó inspiración en los jardines colgantes de Babilonia para recrear en los atrios interiores una selva tupida de vegetación subtropical, esculturas de lava, pasarelas y telarañas de lianas. Piedra negra y agua. Pitas, palmeras, cascadas, arroyos, puentes de madera y pómez volcánico al capricho del esteta.

El edificio, un histórico ya en la isla, se asoma al litoral de Teguise en cuatro plantas de terrazas esquinadas con vistas al mar al que se añaden 10 lujosas garden villas con piscina privada, así como un spa cinco estrellas. Y todo ello adornado con piezas de arte contemporáneo de Manrique (como 'Océano') y otros artistas.

placeholder Detalle de una de las villas. (Cortesía Meliá Salinas)
Detalle de una de las villas. (Cortesía Meliá Salinas)

Y para que la guía sea completa, algunos secretos a voces: probablemente te hayan hablado del restaurante del Mirador del Río con sus fantásticas vistas a la Graciosa, pero no conozcas el espacio Qué MUAC. Setentero y con una estética vintage irresistible, el restaurante del Castillo de San José (Arrecife) es digno de cualquier escena de 'El guateque' de Blake Edwards o un Bond de Connery. También es probable que te hayan recomendado una visita a LagOmar en Nazaret, que cuenta la leyenda que Manrique la construyó para Omar Sharif y este la perdió en una apuesta, pero igualmente interesante y cinematográfica es El Almacén, un centro polidimensional comprado y remodelado por el artista en 1973 y que hoy sirve como sala de exposiciones, filmoteca, sala Hub y bar (muy interesante, por cierto).

Lanzarote no sería lo mismo sin César Manrique. O mejor dicho, Lanzarote no sería lo que es si no fuera por el empeño de este pintor, escultor y artista superlativo que luchó por un sueño que en su momento costó entender. En plena efervescencia del turismo masivo a las Islas Afortunadas, un hombre originario de la tierra (nació en Arrecife, la capital) supo ver el potencial de una isla de otro planeta.

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