Jumping jacks: cómo hacerlos bien y algunas variaciones para trabajar todo el cuerpo

Mantenernos activos y en forma se ha convertido en una necesidad para evitar que el sedentarismo domine nuestra vida. Ahora que no podemos ir al gimnasio a que nuestro entrenador nos marque las pautas, es el momento de ser responsables.

Una de las formas de hacerlo es buscar ejercicios sencillos que podamos hacer en nuestra propia casa para continuar con nuestras rutinas. Así no perderemos todos los avances que habíamos conseguido a lo largo del tiempo.

Si tu caso es justo el contrario, si hasta ahora apenas habías hecho ejercicio y buscas por dónde empezar, también estás de enhorabuena ya que los jumping jacks están diseñados tanto para principiantes como expertos.

Este ejercicio se basa en saltar, como su nombre indica, pero no de cualquier manera. Para hacerlo correctamente debes comenzar poniéndote de pie con las piernas juntas. Con un pequeño salto, las abres más allá de la anchura de los hombros.

A la vez que das ese salto, debes levantar los brazos por encima de la cabeza. Sería como hacer un ángel en la nieve pero en vertical. Asegúrate de mantener la espalda recta, la mirada al frente y los brazos ligeramente flexionados.

Es esencial que los brazos hagan el recorrido completo. Que suban hasta arriba, por encima de la cabeza. Para asegurarte, puedes chocar las palmas. Cuando las bajes debes hacerlo hasta que de nuevo toquen los muslos.

Gracias a este ejercicio, que parece sencillo (y lo es), estaremos trabajando un amplio número de músculos. Principalmente las piernas, tanto la zona de los muslos como la de los gemelos. Los saltos también sirven para reforzar los tobillos.

Pero también los brazos y los hombros hacen un gran esfuerzo. Además, la zona abdominal, que debe permanecer en tensión para equilibrar el cuerpo, también se verá reforzada tras una sesión de entrenamiento en la que incluyamos los jumping jacks.

Se trata de un ejercicio que ayuda a mejorar la capacidad cardiovascular y a quemar muchas calorías. La clave es coordinar brazos y piernas y hacerlo de forma constante. Una vez que dominamos el salto básico podremos añadir más repeticiones o incluir algunas variaciones.

Por ejemplo, podemos probar a hacerlo dando una palmada delante de nuestro pecho, en lugar de sobre nuestra cabeza. O agachados ligeramente, tocando los pies, que estarán juntos, saltamos mientras abrimos brazos y piernas. La posición final y la inicial serán la misma.

También podemos cambiar la posición de las piernas en el salto, en lugar de abrirlas de forma lateral, adelantar una de las piernas, flexionando la rodilla hasta un ángulo de 90º, mientras atrasamos la otra, doblando la rodilla hasta casi tocar el suelo.