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Ceremonia del té en Japón: encuentra la felicidad y paz mental con este método milenario
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El arte de calmar

Ceremonia del té en Japón: encuentra la felicidad y paz mental con este método milenario

La ceremonia del té, el arte milenario japonés que puede ayudarnos a valorar más los instantes de felicidad y con el que aprenderemos a calmar la mente

Foto: Ceremonia japonesa del té para la paz mental. (Pexels/Ivan Samkov)
Ceremonia japonesa del té para la paz mental. (Pexels/Ivan Samkov)

Existen numerosas formas de hacer té, pero en la mayoría de las ocasiones no le prestamos la atención que merece. No ocurre así en Japón, desde donde nos llegó también el método Hanasaki para ser feliz, ya que allí se considera preparar esta infusión todo un arte. Una tradición milenaria con unos pasos concretos que hay que seguir en un orden determinado y cada movimiento forma parte de la coreografía.

La ceremonia del té está llena de detalles, movimientos lentos y meticulosos que siempre se realizan de una manera determinada. La concentración que se necesita para ello se considera un modo de meditación activa pues ponemos todos nuestros sentidos en este proceso, siendo plenamente conscientes, tal y como se defiende desde el mindfulness. Unos momentos de relajación máxima, gracias a esos movimientos precisos, ese ritual que haremos siempre igual y cuyo resultado final es mucho mayor que un reconfortante té.

placeholder Ceremonia japonesa del té. (Pexels/Monstera)
Ceremonia japonesa del té. (Pexels/Monstera)

Habitualmente, esta ceremonia es un regalo del anfitrión a sus invitados, ofreciéndoles un momento de paz mental y de felicidad compartida al poner en práctica frente a ellos una serie de pasos, que han de ser ejecutados con la mayor precisión posible, poniendo en ellos toda nuestra concentración y atención plena. No es una ceremonia sencilla y llegar a hacerla a la perfección suele llevar años de práctica, pues muchos son los detalles que hay que respetar.

Existen diferentes tipos de ceremonias y algunas de ellas duran hasta cuatro horas, pero todas ellas tienen en común la espiritualidad de este proceso, que se considera mucho más que una manera de tomar el té, es una forma de purificar el alma y de mantenerse en comunión con la naturaleza. Esta ceremonia proviene de la filosofía Zen y consta de cuatro elementos fundamentales: armonía, respeto, pureza y tranquilidad.

placeholder Ceremonia del té japonesa, un arte milenario. (Pexels/cottonbro)
Ceremonia del té japonesa, un arte milenario. (Pexels/cottonbro)

Es el anfitrión quien se encarga de todo lo que requiere la ceremonia del té, de colocar todos los utensilios necesarios, así como de proporcionar la estancia donde se va a realizar. Él prepara la bebida y se la ofrece a sus invitados, que la reciben con aprecio, agradeciendo la hospitalidad. El chado, que es el nombre con el que se conoce a esta ceremonia puede efectuarse en cualquier lugar en el que los invitados puedan presenciar sentados el proceso, incluso se puede hacer al aire libre.

Para esta ceremonia hay diferentes elementos básicos que se emplean, algunos de ellos cambian según las estaciones del año, pues este es un factor importante en la cultura japonesa, por ejemplo, en verano se usan cuencos poco profundos, que hacen que se enfríe más rápidamente, en invierno se emplean aquellos más hondos. El cuenco donde se prepara el té recibe el nombre de chawan y se hace con el chasen, una especie de brocha o batidor de bambú. También es necesaria una tetera con agua caliente.

placeholder Ceremonia del té japonesa. (Pexels/Cup of Couple)
Ceremonia del té japonesa. (Pexels/Cup of Couple)

En general, esta ceremonia consta de varias partes, la primera de ella es una comida ligera. En esta fase todavía no se toma el té. Se lleva a los invitados a la habitación donde tendrá lugar la ceremonia y por el camino se lavan las manos y se enjuagan la boca con agua fresca. Al llegar, se hace una reverencia respetuosa, se admira la obra de arte presentada, que puede ser un arreglo floral, pues no conviene olvidar la importancia del Ikebana en esta cultura, y se sirve el kaiseki, que es la comida ligera que suele acabar con unos dulces.

Lo siguiente es una pausa o Naka-dachi, en la que los invitados salen de la estancia y esperan hasta que el anfitrión les permite de nuevo el paso, de nuevo lavando sus manos antes de entrar. Al regresar a la casa del té, nombre que recibe la estancia seleccionada, los objetos necesarios para el té estarán ya colocados. En esta fase se sirve el té matcha más espeso, que es la parte más complicada, con movimientos precisos y concretos. En ella todos comparten el té del mismo cuenco, que pasa de mano en mano, eso sí, de una forma determinada.

placeholder Ceremonia japonesa del té. (Pexels/Ivan Samkov)
Ceremonia japonesa del té. (Pexels/Ivan Samkov)

La fase final de la ceremonia es aquella en la que se toma el té claro o más ligero (el más espeso se prepara añadiendo tres cucharadas de té por invitado, este solo dos). En este caso cada invitado tiene su propio cuenco y debe beberlo entero, devolviendo su cuenco al maestro (o anfitrión) una vez finalizado. Él será el encargado de limpiarlo con agua y luego con una servilleta de lino (chakin). Después saca todos los utensilios de la sala y hace una reverencia en silencio para indicar que la ceremonia ha terminado.

A través de esta ceremonia aprendemos a disfrutar de las cosas sencillas de la vida, momentos que conviene aprovechar plenamente pues, igual que sucede con la vida, son instantes irrepetibles que podemos aprender a valorar.

Existen numerosas formas de hacer té, pero en la mayoría de las ocasiones no le prestamos la atención que merece. No ocurre así en Japón, desde donde nos llegó también el método Hanasaki para ser feliz, ya que allí se considera preparar esta infusión todo un arte. Una tradición milenaria con unos pasos concretos que hay que seguir en un orden determinado y cada movimiento forma parte de la coreografía.

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