Boa Mistura: arte urbano con capacidad para denunciar y emocionar a partes iguales

Algunas de las mejores cosas de la vida son fruto de una buena mezcla, como ese café que te tomas por las mañanas o el vino coupage con el que cierras el día. Así, resulta enriquecedor eso de poder combinar lo mejor de cada casa para ver nacer una estirpe. Boa Mistura —'buena mezcla' en gallego y portugués— es una filosofía de vida para un grupo de elegidos que han nacido con la capacidad para crear, gritando sin miedo lo que sienten. Será por eso que este grupo de amigos decidió bautizar así a su colectivo de arte urbano hace más de veinte años.

Javier Serrano Guerra es arquitecto especializado en paisajismo. Juan Jaume Fernández y Pablo Ferreiro Mederos, licenciados en Bellas Artes. Mientras que Pablo Purón Carrillo optó tiró por la publicidad y relaciones públicas. Juntos se expresan en espacios públicos a modo de reivindicación, sí, pero también buscando que su arte se expanda y lo hagamos nuestro.

Acaban de recibir el premio Street Deco en los primeros Premios Escala y sus coloridas propuestas lucen en Alemania, Países Bajos, Cuba, Kenia, Francia, Estados Unidos, Sudáfrica, Noruega, Brasil, India, Panamá o Colombia, por citar algunos países. En nuestro país han sido artífices de la iniciativa 'Te comería a versos', llenando los suelos de Madrid y Barcelona de mensajes inspiradores; rescatando el Polígono de la Paz, un barrio marginal de Murcia, o entrelazando Madrid con otras capitales a través de una cancha de baloncesto que forma la palabra 'unión'.

Su arte está lleno de reflexión y de denuncia social, aunque también de alegría, esperanza y buena energía

Hablamos con el colectivo Boa Mistura para conocer su proceso creativo y sumergirnos en una propuesta cuyo mensaje cala hondo en retinas y corazones.

¿Cómo surge la idea de crear esta 'buena mezcla'?

Boa Mistura nace en 2001 de una forma muy natural, fruto de la amistad y el grafiti. Nos conocimos a finales de los 90 pintando las paredes del barrio, la Alameda de Osuna, en las afueras de Madrid. Nunca hubo un plan premeditado para armar el colectivo, sencillamente disfrutábamos pintando juntos.

Quizá la decisión más importante y meditada la tomamos en 2010. Habíamos terminado los estudios universitarios y apostamos todo lo que teníamos para dedicarnos al arte y continuar el proyecto común que habíamos iniciado juntos años atrás.

¿Por qué usáis los espacios públicos?

El arte refleja emociones, reflexiones o investigaciones que se transmiten entre el artista y el público. El espacio público es un medio excelente para llevar a cabo dicha comunicación. Por no haber intermediarios o filtros entre el artista y el receptor, es un soporte que democratiza cualquier expresión cultural. Es ahí donde reside el enorme potencial transformador del arte urbano.

Con muy pocos medios, tu obra puede llegar de manera inmediata a muchas más personas que las que visitan cualquier museo, centro cultural o galería. Cuando una pieza te emociona, te sientes un poco cómplice del artista, y esto te provoca un sentimiento de orgullo por tu ciudad, tu barrio o tu pared.

"El arte urbano consigue que miremos el espacio público con otros ojos, que nos apropiemos de él, poniéndolo en valor"

¿Contáis con vuestro propio manifiesto?

Intentamos ser fieles a nuestra metodología y nuestros principios. El arte público debe ser respetuoso con el contexto y relacionarse con él. Debemos establecer redes de trabajo común que pongan en valor una comunidad, reflejando su historia, sus virtudes, sus anhelos o sus carencias. Debemos ser responsables, ya que nos estamos apropiando de algo que no nos pertenece solo a nosotros, sino a todo el mundo.

Por eso tratamos de involucrar, si la circunstancia lo permite, a todo aquel que se interese por participar y poner su granito de arena en este tipo de procesos transformadores.

¿Cómo es vuestro proceso creativo?

Entre un 80% y un 90% de nuestro trabajo se desarrolla en el estudio. Una vez puesto en marcha, un proyecto pasa por muchas fases. Comienza con las primeras visitas de prospección al lugar para conocerlo y tomar contacto con los vecinos y vecinas. Más adelante, llevamos a cabo una o varias dinámicas de codiseño, sesiones críticas o debates comunitarios, para desarrollar después varias propuestas de diseño, de las cuales se decide la ganadora mediante votación en junta vecinal.

Finalmente, ejecutamos la obra involucrando a la comunidad en el proceso. Los murales que desarrollamos habitualmente tienen una escala que trasciende al individuo y requiere un esfuerzo colectivo, que aumenta conforme a la escala del proyecto.

¿Alguna anécdota divertida en estos veinte años?

Tenemos millones de historias. Como aquella vez que nos dio por vestirnos de operarios del ayuntamiento para pintar una serie de mensajes de color gris sobre fondo gris por todo el centro de Madrid. Lógicamente, uno de los verdaderos operarios del ayuntamiento nos pilló in fraganti y, sin entender muy bien lo que estábamos haciendo, nos denunció a la policía, que nos 'regaló' una multa de 6.000 euros ante semejante acto de vandalismo.

Tomamos la buena decisión de borrar delante de los agentes nuestro mensaje gris, con pintura gris. Gracias a lo cual nos libramos de la multa, la cual se anuló por un defecto de forma. Ya no había mensaje gris, había un recuadro gris como los que pintan los operarios del ayuntamiento.

¿Dónde encontráis inspiración?

La inspiración suele venir del lugar específico donde trabajamos. Solemos trabajar en comunidad precisamente para buscar una historia, una palabra, una idea, una impresión, un poeta… y reaccionar con un proyecto específico. El componente relacional está muy presente en nuestro proceso de trabajo.

A nivel formal, bebemos de muchas fuentes. Nos encanta el color, la tipografía, las palabras, nos gusta trazar líneas y planos que interactúan entre sí para crear composiciones que abarcan paredes, edificios o espacios complejos. A veces trabajamos solo con blanco o negro, otras con un espectro de color muy amplio. Nos gusta escribir versos, usar la perspectiva o sacar de escala las letras usándolas como simples elementos geométricos.

Polémicas: ¿qué le diríais a quien no entiende el arte urbano?

Precisamente por trabajar en la calle estamos muy expuestos a la opinión pública, por lo que tenemos que ejercer nuestro trabajo de manera responsable. Debemos aceptar que nuestro criterio, aunque venga validado por una comunidad o una institución, nunca va a satisfacer a todo el mundo. En ocasiones cometemos errores, o no enfocamos el proyecto de forma adecuada. Equivocarse forma parte del proceso de aprendizaje, te hace crecer, mejorar la praxis y desarrollar ideas nuevas o inesperadas.

El arte urbano es algo relativamente nuevo y, como tal, necesita tiempo para madurar y adquirir un alcance más transversal, que favorezca una mayor aceptación de esta disciplina, que poco a poco va llegando a todo el mundo.

Acabáis de ganar un Premio Escala de Interiorismo,
¿qué significa para vosotros este tipo de reconocimientos?

Para nosotros es algo inusual recibir premios. No existe una academia del arte urbano ni nada parecido. Estamos acostumbrados a trabajar de forma autónoma y lograr nuestras metas de forma independiente. Por suerte, este tipo de reconocimientos contribuyen notablemente a aceptar que el arte público no es algo pasajero y que puede ser incluido en los circuitos culturales.

"El arte urbano es una forma artística tan importante como cualquier otra"

¿Algún proyecto con el que soñéis especialmente?

Soñamos con muchos y, poco a poco, los vamos haciendo realidad.

Así que tendremos que tener cuidado con lo que soñamos. (Risas).