Cuatro arquitectos ultrajóvenes embarcados en un periplo en pos de la atemporalidad
No creen en las tendencias ni en las modas más allá de su mera condición de fórmulas para causar impacto. Adscritos a la generación Z, las cabezas visibles de Estudio DIIR subliman conceptos a golpe de texturas y proporciones
David Meana, Ignacio Navarro, Íñigo Palazón y Ricardo Fernández son cuatro nuevos y cautivadores talentos arquitectónicos con una misión: alcanzar la singularidad por medio de la innovación y el rigor, y vaya si lo consiguen. Juntos son el alma mater de Estudio DIIR, que desde 2018 ha sabido hacerse un hueco en el complicado panorama nacional gracias a sus propuestas tan rotundas como carentes de artificios.
Los cuatro estudiaron en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM) y tras ganar el primer premio con su proyecto para la construcción del nuevo centro cultural de Los Molinos, en la capital, deciden unir talentos en una sola firma. El éxito siguió llegando. En 2019 se hicieron con el primer premio para llevar a cabo la reordenación paisajística de Villamayor de Gállego, en Zaragoza, y en 2020, con el primer premio para realizar el centro sociosanitario de Plasencia (Cáceres). Ahora se atreven con todo, desde oficinas y tiendas hasta edificios públicos y complejos residenciales, y lo hacen “incorporando los aspectos esenciales del presente, poniendo el foco en cuestiones sociales, culturales y medioambientales”.
Hablamos con estos jovencísimos arquitectos dispuestos a comerse el mundo y a reinventar las reglas sin romperlas, porque para ellos la clave del éxito consiste en hacer perdurar en el tiempo cada uno de sus diseños más allá de las tendencias.
¿Cómo arranca Estudio DIIR?
Nació a raíz de un concurso público que, para sorpresa de todos y a pesar de nuestra juventud, terminamos ganando. Ese proyecto se convirtió en el desencadenante que hizo que los cuatro socios abandonáramos nuestros respectivos trabajos y apostáramos por el inicio de esta aventura. En nuestros primeros años acumulamos varios encargos públicos que, posteriormente, fuimos combinando con otros tipos de trabajos más vinculados con el sector privado.
Actualmente, además de los cuatro fundadores del estudio, el equipo lo completan Alicia, María, Belén y Pablo, todos ellos arquitectos. A su vez, contamos con toda una serie de colaboradores y especialistas de diversos campos que nos apoyan según la necesidad que exige cada proyecto.
¿Habéis creado ya algún rasgo que os defina como estudio de arquitectura?
En estos primeros años de práctica siempre hemos intentado huir de etiquetas. No somos muy amigos de las modas, ya que normalmente te encasillan en corrientes muy ancladas a un contexto determinado. Si tuviéramos que destacar algo que nos caracterice, sería el deseo de concebir diseños que aspiren a la atemporalidad, con la dificultad que eso conlleva.
Promovemos un tipo de arquitectura que se aleja de artificios. Perseguimos un estilo limpio y sofisticado y que, a la vez que se muestra aparentemente sencillo, que sea capaz de revelar, de una manera sutil, la complejidad conceptual y técnica que existe detrás. Para ello, pretendemos que los espacios desprendan carácter por sí mismos, y no por los recursos estéticos que vengan después. De ahí que siempre pensemos nuestros diseños como un todo.
En ese sentido, nuestro trabajo posee un alto grado de conceptualización en sus fases más iniciales. Trabajamos a fondo el germen o semilla del proyecto, pero nunca nos olvidamos de los aspectos más prácticos. El hecho de ser cuatro perfiles diferentes nos ayuda a encontrar un equilibrio perfecto entre la teoría y la práctica. Por tanto, la elección exhaustiva de materiales, el rigor geométrico o el conocimiento de la técnica son aspectos claves a la hora de proponer una arquitectura que sitúa el sentido común por delante de cualquier otro asunto.
¿Quiénes son vuestros referentes?
Nos consideramos un estudio que rescata soluciones muy heterogéneas de arquitectos y corrientes de todo tipo. Nos interesan líneas estéticas muy variadas, de ahí que no tengamos un gran referente. Si tuviésemos que mojarnos, podríamos elegir, del siglo XX, la obra de Louis Kahn por la sinceridad con la que trata los materiales, la pulcritud de sus espacios, el dominio de la composición y la geometría y por el manejo de la luz. A nivel nacional y por razones muy similares, destacaríamos la obra de José Antonio Coderch.
Si nos vamos a una época más contemporánea, siempre nos han resultado de enorme interés los trabajos con los que Tuñón y Mansilla se dieron a conocer. Esa mezcla de atrevimiento y rigor nos ha servido siempre de gran inspiración. En un plano más próximo a nuestro día a día, uno de los espejos en los que nos miramos es Arquitectura G. Desprenden un talento que hace que sus proyectos sean innovadores en todos sus sentidos: conceptual, material, funcional, estético… A nivel internacional tenemos muchos referentes y muy variados. Destacaríamos el trabajo de los belgas Office KGVDS o el de los chilenos Pezo Von Ellrichausen.
A la hora de aceptar un encargo, ¿cuáles son vuestros innegociables?
Escuchar la opinión del cliente es absolutamente imprescindible en cualquier proceso creativo. Su percepción de las cosas te empuja a cuestionar decisiones que, de uno u otro modo, se dan por sentadas sin haber sido analizadas previamente. Esa interacción ayuda muchas veces a salir de la zona de confort y a explorar caminos que, aplicando un buen criterio, pueden resultar en proyectos excelentes.
Dicho esto, sí exigimos al cliente cierto margen de libertad. Por suerte, la gran mayoría de ellos llegan al estudio porque les agrada nuestro trabajo y esto te hace partir con ventaja. En ese sentido, sí tenemos un innegociable que casi siempre se ve con buenos ojos: no replicamos proyectos pasados. Para nosotros, cada trabajo es un nuevo reto y, aunque defendemos un estilo común y consolidado, tratamos de innovar y aportar siempre nuevas ideas. Por tanto, lo único que le pedimos al cliente es que esté abierto a la experimentación, y a establecer un diálogo en el que todas las decisiones remen a favor del proyecto.
¿Qué lugar ocupan las tendencias en vuestro proyecto creativo?
Poco. El buen diseño debe ser atemporal. Esa es la razón por la que a día de hoy existen espacios o piezas de mobiliario que, a pesar de tener más de cien años, siguen siendo absolutamente contemporáneos. El tiempo pone a cada uno en su lugar. Guiarse por tendencias basadas en colores o materiales determinados conlleva el riesgo de que un proyecto quede obsoleto al poco de ser ejecutado.
Por tanto, vivimos en el presente y, como estudio joven, apostamos por la innovación y la modernidad, pero no desde un estilo o tendencia, sino desde planteamientos más profundos. El valor conceptual o teórico detrás del storytelling del proyecto, el empleo de materiales o soluciones experimentales o la aplicación de estrategias sostenibles forman parte de nuestro proceso creativo. Planteamos espacios cuya esencia vaya más allá de una moda, y cuyo fin último sea hacerlos perdurables en el tiempo, independientemente de la época en la que convivan.
¿Hacia dónde se dirigen vuestros pasos?
Siempre decimos que nuestro mayor logro hasta el momento ha sido levantar una empresa que se muestra solvente y que, cinco años después, continúa creciendo. Cuando comienzas un reto de estas características, no eres consciente de las vicisitudes que hay detrás de este proceso, por lo que haber llegado hasta aquí es algo de lo que nos sentimos muy orgullosos.
Partiendo de esto, nuestros próximos pasos deben ser los mismos, continuar creciendo y aspirar a encargos más y más ambiciosos. Tenemos firmados proyectos públicos de enorme envergadura que todavía no se han ejecutado. Este momento supondrá un antes y un después en el estudio. Primero, por la responsabilidad y dificultad que conllevan estos encargos, y segundo, por la repercusión que le brindarán al despacho. A un nivel más privado, tenemos un largo y bonito camino por recorrer. Nuestra relación con importantes firmas comerciales, tanto a nivel de moda como de restauración, cada vez es mayor y eso nos está llevando a proyectar espacios muy singulares que, además de darnos mucha visibilidad, tienen un impacto muy fuerte sobre los consumidores.
Soñad a lo grande. ¿Qué os gustaría diseñar?
Nos encantan las escalas en las cuales los detalles son importantes a todos los niveles. Esa condición que tenemos de arquitectos nos lleva a pensar siempre a lo grande, por tanto, cualquier gran proyecto que integre la triple condición de mezclar arquitectura, rehabilitación e interiorismo sería para nosotros un encargo ideal. Si además es capaz de tener una trascendencia social y cultural sobre la población, todavía mejor.
En ese sentido, nos llaman mucho la atención los espacios museísticos, no solo porque reúnen fácilmente las condiciones mencionadas, sino también por la libertad que ofrecen en fase de conceptualización y por la capacidad que tienen de generar reclamo sobre la ciudad en la que habitan.
David Meana, Ignacio Navarro, Íñigo Palazón y Ricardo Fernández son cuatro nuevos y cautivadores talentos arquitectónicos con una misión: alcanzar la singularidad por medio de la innovación y el rigor, y vaya si lo consiguen. Juntos son el alma mater de Estudio DIIR, que desde 2018 ha sabido hacerse un hueco en el complicado panorama nacional gracias a sus propuestas tan rotundas como carentes de artificios.
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