La madre de Arantxa Sánchez Vicario se trasladó a Miami hace dos semanas
Marisa Vicario se ha instalado con su hija para ayudarla en el día a día y darle su apoyo en el proceso de divorcio. La extenista pidió perdón a su madre por todo lo que había sucedido
Quienes pensaron que la cosa no iba en serio verán cómo poco a poco el tiempo les niega la razón. Arantxa Sánchez Vicario y Josep Santacana están en pleno proceso de divorcio, una separación tortuosa que está dejando a ambas partes en los huesos, tanto física como anímicamente. La extenista se siente perdida y necesita cerca a los suyos.
Ahora, tras pasar una temporada en casa de su hermano Emilio, gran apoyo de Arantxa en todo este tiempo, ya tiene a su madre cerca. Marisa Vicario se ha instalado en Miami desde hace dos semanas, donde vive con su hija, a la que ayuda con los dos pequeños (Arantxa y Leo), acompaña en su día a día y sirve de (perdonen el tópico) paño de lágrimas.
Cualquier madre entenderá a Marisa Vicario mejor que nadie. Pese a que su hija la desterró de su vida de malas maneras, con graves acusaciones de estafa y malos tratos, ahora que ha vuelto pidiendo ayuda, la madre ha sido la primera en dársela.
No lo dudó ni un segundo. Lo dijo poco antes de marcharse: "Hace tiempo que hablo con mi hija". Estas declaraciones las realizó a la agencia Europa Press en la puerta de su casa. Aquel día, la madre de la extenista lloró ante las cámaras.
Han sido unos años muy duros para Vicario, quien vio cómo su hija la acusaba en público de no haberla querido, de haberla maltratado, de haberla incluso estafado. Ella y su marido, Emilio Sánchez, fueron el blanco de las críticas y hasta recibieron sendas demandas judiciales por parte de su hija.
Se ha contado muchas veces, en el funeral del padre, Arantxa se presentó con su odiado marido, Pep Santacana, y los hermanos lo echaron a empujones, algo que ella contó de inmediato a los medios apostados a las puertas del tanatorio. Marisa Vicario se desmayó y tuvo que ser atendida de urgencia por una ambulancia que se trasladó al lugar.
Así que cuando hace unas semanas recibió la llamada de su hija, supo lo que tenía que hacer de inmediato. Arantxa pidió perdón, apesadumbrada, realmente arrepentida. Lejos queda la disputa por la casa en la que vive en Barcelona, una vivienda que debería abandonar en poco menos de un año a petición de su hija. Puede que ahora, tras la reconciliación, eso no tenga que pasar. Aunque es un debate que ha quedado relegado.
Porque han sido años sin hablarse. Lo recordaba la propia Marisa a sus amigos durante el pasado Trofeo Conde de Godó, en abril de 2017. No hablaba con su hija pequeña desde el funeral del padre. Y la echaba de menos, pesara a quien pesara. "Es mi hija", les decía a sus amigos. "Es mi hija", les repite ahora.
Quienes pensaron que la cosa no iba en serio verán cómo poco a poco el tiempo les niega la razón. Arantxa Sánchez Vicario y Josep Santacana están en pleno proceso de divorcio, una separación tortuosa que está dejando a ambas partes en los huesos, tanto física como anímicamente. La extenista se siente perdida y necesita cerca a los suyos.