Alfonso de Borbón, un hombre que no quiso o no pudo ser feliz
Por nacimiento la suya podría haber sido una existencia sencilla, pero el destino le tenía preparado una serie de catastróficas desdichas
La vida de Alfonso de Borbón Dampierre no fue un camino de rosas. Por nacimiento se podría pensar que, al ser hijo de un infante de España y nieto de Alfonso XIII, la vida le podría sonreír. Y no fue así. Tuvo una infancia de abandono afectivo. A los nueve años se encontró con un regalo de cumpleaños en forma de separación de sus padres. Comenzó entonces para él y su hermano Gonzalo un peregrinaje de internado en internado, incluidas las vacaciones. "En ninguno de los hogares que mis padres formaron teníamos sitio. Incluso en verano nos dejaban solos al cuidado de una gobernanta en un hotel o pensión de la Riviera italiana".
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La única persona que nunca los dejó tirados fue la reina Victoria Eugenia. Con su abuela paterna pasaban temporadas en Vieille Fontaine, su casa en Lausanne. La reina llegó a pedir a Emanuela Dampierre que le cediese la patria potestad para ocuparse enteramente de los hijos más desprotegidos del infante don Jaime. En una ocasión llego a decirle al nieto querido: "Hijo mío, tengo miedo de que la vida no te traiga mucha suerte"
Y esta frase premonitoria se convertiría en realidad muchos años después. No pudo o no supo ser feliz. Su matrimonio con Carmen Martínez-Bordiú no funcionó. Quizá los años que van de 1971 a 1982 con el noviazgo, la boda 'seudoimperial' y el nacimiento de sus hijos fue su etapa más dulce. Después podría haberlo sido con Mirta Miller, la mujer que más le quiso.
Un cúmulo de infortunios
La muerte de su hijo Fran cuando el coche que conducía se empotró contra un camión de mercancías fue la gota que colmó el vaso de las desgracias. Vivió los últimos años de su vida haciendo un gran esfuerzo por no tirar la toalla. El amor tan inmenso hacia Luis Alfonso, un chico que a diferencia de su progenitor hizo todo lo posible para que el resentimiento vital no formará parte de su vida. No hay que olvidar que perdió a su hermano, a la hija del marido de su madre, a su abuelo Cristobal Martínez-Bordiú y a los 14 años a su padre, la persona más importante de su vida.
Las pretensiones legitimistas al trono francés se convirtieron, junto con la dedicación a sus hijos, en el verdadero motor de su vida. Se encontraba a sus anchas entre unos seguidores que le aclamaban como Alfonso Rey de Francia. Cuando le criticaban este posicionamiento a un trono imposible respondía: "Yo no he elegido a mi familia, pero mantengo mi herencia dinástica con la mayor de las dignidades".
El 31 de enero, los restos de Alfonso de Borbón, duque de Cádiz y de Anjou, llegaban a España mientras en Francia se celebraba el bicentenario de la Revolución francesa. A este duque sin suerte nunca se le podrá echar en cara la falta de dedicación a sus hijos. Fue inmensa y aprobó con matricula de honor.
La vida de Alfonso de Borbón Dampierre no fue un camino de rosas. Por nacimiento se podría pensar que, al ser hijo de un infante de España y nieto de Alfonso XIII, la vida le podría sonreír. Y no fue así. Tuvo una infancia de abandono afectivo. A los nueve años se encontró con un regalo de cumpleaños en forma de separación de sus padres. Comenzó entonces para él y su hermano Gonzalo un peregrinaje de internado en internado, incluidas las vacaciones. "En ninguno de los hogares que mis padres formaron teníamos sitio. Incluso en verano nos dejaban solos al cuidado de una gobernanta en un hotel o pensión de la Riviera italiana".