Alonso Caparrós: "Me costaba reconciliarme con los míos porque sabía que les iba a fallar"
El colaborador de 'Sálvame' ha publicado el libro 'Un trozo de cielo azul' (Planeta), en el que relata su descenso a los infiernos y cómo ha logrado recomponer su vida
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fffc%2Fb25%2Ff44%2Fffcb25f44b4722572490154897bcb8a6.jpg)
Llegamos puntuales a nuestra cita en un céntrico hotel madrileño para entrevistar a Alonso Caparrós, quien lleva más de una docena de entrevistas para promocionar 'Un trozo de cielo' (Ed. Planeta), que tiene un muy descriptivo subtítulo que podría ser también la síntesis de las más de 300 páginas de este libro, 'La verdad sobre cómo lo perdí todo, salvo la esperanza'. Aún está atendiendo a un compañero de otro medio, pero es él mismo quien se levanta a abrir la puerta. Cercano y con una exquisita educación, retoma la entrevista que tiene entre manos y después nos atiende a nosotros como si empezara la jornada de cero y no hubiera respondido posiblemente una y otra vez a las mismas preguntas, así que nuestro reto es, en la medida de lo posible, intentar no repetirnos.
Se nota que el ahora colaborador de 'Sálvame' tenía muchas ganas de contarse a sí mismo, no solo por lo que describe minuciosamente en este trabajo, que es también un ejercicio de humildad al exponer sin eufemismos su caída a los infiernos y admitir que 'la sombra', que es como denomina él a su condición de adicto (afortunadamente, recuperado y vigilante para que no haya recaídas), siempre será alargada. También por cómo responde a nuestras preguntas. Son cuestiones delicadas las que tratamos, con muchas aristas, pero él encaja con naturalidad cualquier apreciación por comprometida que sea y demuestra que los pasos que ha dado han merecido mucho la pena.
PREGUNTA: Teniendo en cuenta lo cruciales que son en el libro tus padres y tu hermano, con quienes tantas fricciones tuviste en el pasado, es obligado preguntarte cómo lo han recibido.
RESPUESTA: La frase que más me repite mi madre es 'hijo mío, ya me puedo morir tranquila'. Ella ahora, cada vez que me ve en televisión sobre todo, me escribe y me lo dice, porque llegó a perder totalmente la esperanza de verme como me ve. Están orgullosos, mi mujer lo está y yo también.
P: ¿Y tu padre, lo ha leído? Porque el retrato que haces de él le deja a veces en situaciones delicadas.
R: Ha sido la única persona a la que, según lo iba escribiendo, le iba enseñando los capítulos. Primero, porque me apetecía, ahora tenemos una relación muy bonita, y ha sido mi compañero muchas veces. Segundo, porque necesitaba su aquiescencia. Estaba muy pendiente de cualquier cosa que le pudiera dañar. Hemos hablado mucho, nos ha servido para seguir solventando cosas. El resto de mi familia todavía no lo ha leído. Lo tienen en sus manos, han empezado a hacerlo, porque no quería que lo vieran hasta que no estuviera terminado, así que tendríamos que esperar unos días para que pudiera ser más concreto en mi respuesta.
P: El libro acaba con el perdón (no vamos a hacer más spoilers), que ha sido crucial para que reconduzcas tu vida.
R: Sí. Y he descubierto muchas cosas sobre el perdón. Lo primero que nos cuesta demasiado, nos cuesta muchísimo. Había una frase de Teresa de Calcuta que decía que 'el perdón es una elección'. Cuando empecé a pedir perdón tuve que aprender otra cosa, que a lo mejor no te perdonan. Entonces, al principio reaccionaba volviéndome a enfadar y tuve que aprender a que pedir perdón es el hecho en sí mismo, da igual si el otro está dispuesto o no a perdonarte. Era muy importante para mí hacerlo, porque han sufrido mucho. No solamente mi familia, amigos, todo el entorno que me ha querido cuidar, que me ha querido querer y yo no se lo he permitido. Tenía que empezar por un perdón, un arrepentimiento y luego la reconstrucción.
P: Claro que el perdón no puede ser solo una palabra, debe llevar aparejado un compromiso de no volver a defraudar. ¿Sientes el peso de esa responsabilidad?
R: Exacto. Tienes toda la razón del mundo. Me costaba mucho reconciliarme con los míos. No porque no quisiera y no porque no los amara, sino porque yo sabía que les iba a volver a fallar. Prefería no decir 'perdóname', porque lo hice muchas veces y les volví a fallar. Confiaban en mí y les volvía a fallar. Eso les machacaba, especialmente a mi madre. Cuando decido irme es porque no podía hacer más eso, preferí quitarme de en medio y no hacer más daño a la gente. Poco a poco, cuando he ido recuperando la confianza en mí mismo, ya no solamente me atrevo a pedir perdón sino a ser un hombre alegre, porque antes tampoco me lo permitía.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fb19%2F05d%2Fd7d%2Fb1905dd7d39cdd20dd16181017baac3f.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fb19%2F05d%2Fd7d%2Fb1905dd7d39cdd20dd16181017baac3f.jpg)
P: Cuando alguien es adicto, tiene la espada de Damocles sobre su cabeza. ¿En qué momento ves claro que esta vez sí lo vas a conseguir, que no vas a recaer?
R: Hay muchas señales que tienen que ver con mi día a día y sobre todo porque tengo muy trabajados e identificados todos mis sentimientos gracias a la meditación y a la disciplina mental. Como me dedico mucho a eso y sé que mi adicción sigue ahí, porque una adicto siempre lo es, continuamente tengo un sistema de vigilancia y una serie de herramientas que están ahí para cuando veo asomar la oreja del lobo.
P: Has sido un hijo que ha dado quebraderos de cabeza a tus padres y has tenido que recomponer también tu relación con los dos tuyos. ¿Cómo lo has conseguido?
R: Con muchísimo trabajo. Esto no ha sido de un día para otro. La reconciliación con mi familia comenzó el día en el que mi padre y yo nos enfrentamos en Telecinco, que fue un enfrentamiento brutal, muy duro. A partír de ahí pudimos empezar a reconstruir. Ha habido ciertos momentos que han parecido los peores y curiosamente ha sido a partir de ahí cuando hemos podido empezar a construir.
P: El consumo de drogas a veces se romantiza en la ficción, en la literatura, en el cine y la televisión. En ocasiones incluso parece que se sublima el lado salvaje de la vida.
R: No sabes lo interesante que es lo que estás diciendo y el peligro que corren sobre todo los chavales. ¿Recuerdas la serie 'Narcos'? En ella se cuenta muy bien el origen de las drogas, lo que supone desde su principio y, sin embargo, la percepción de muchos jóvenes es esa, que qué salvaje es... El otro día me contaba Jero García -exboxeador y coach del programa 'Hermano mayor'- que uno de sus casos quería ser Pablo Escobar, porque lo veía como algo salvaje, como una aventura, como algo romántico. Y de eso no tiene nada. Creo que la percepción que tiene la sociedad del narcotráfico, las drogas y sus consecuencias, y sobre todo de quienes la sufren, está muy distorsionada y eso a mí me preocupa. Lo que yo pude ver en el Centro de Internamiento de Menores es para echarse a temblar. Hay chavales inmersos en una espiral de... no sé qué palabra emplear. Es muy trágico. Lo tenemos descuidado, muy descuidado.
P: Recientemente, tu compañero Kiko Matamoros manifestaba que es consumidor habitual de cocaína desde que tenía 15 años y generó una enorme polémica. ¿Qué opinas de este tipo de afirmaciones?
R: Eludo este tipo de preguntas porque no quiero ser el gurú ni quien tenga que enmendarle la plana a nadie porque haya tenido una experiencia. No me voy a meter en lo que diga nadie, ni Kiko Matamoros, ni Miguel Bosé. No estoy de acuerdo, pero no quiero ahondar en eso.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F027%2F4f9%2F411%2F0274f94117247f1d235709cd76e603ca.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F027%2F4f9%2F411%2F0274f94117247f1d235709cd76e603ca.jpg)
P: Te hago esta pregunta precisamente en relación a la 'romantización' de su consumo y porque hay personas que hablan de 'consumo social' o 'recreativo' sin percibirlo como un problema.
R. Cuando tomas drogas siempre pasa algo. ¿Sabes lo que pasa? Que puede ser muy sutil o puede que no te des cuenta, pero que no quepa la menor duda de que las drogas nos privan de cosas, sobre todo de lo más importante, sensibilidad. En mayor o menor medida. Es una condena. Que hay gente que puede vivir haciéndolo, puede que sí, pero que te quita algo no hay que dudarlo. No estoy de acuerdo con ese discurso, porque, además, puede llevar a equívocos, a engaño, a que la gente joven lo interprete mal y hay que tener cuidado.
P: En el libro y, por lo tanto, en tu vida, es crucial tu mujer, Angélica, quien demuestra una enorme fortaleza y estoicismo, no solo por estar a tu lado en momentos dificilísimos, sino también por cómo convivió con el alzhéimer de su madre. Una gran luchadora, ¿no?
R: Es cierto que solemos apelar mucho a la lucha, a 'eres un valiente', 'qué guerrero'... Eso está muy bien porque en la vida también hay que ser así, pero Angélica es otro concepto, todo lo contrario. No entabla una lucha, es paciencia, es sacrificio, es asunción de que por lo que está pasando es lo que toca. No enfrenta las cosas, va con ellas. Todo fluye de otra manera. Si hay tristeza, vive con ella, pero la va diluyendo. Si tiene que enfrentarse a una situación como la enfermedad de su madre, que fueron 20 años, no es a costa de lucha, sino asumir que esa es la vida, que las cosas son así y que hay que adaptarse. Por ponerte un ejemplo, es como la resistencia pasiva de Ghandi. Es luchar, pero desde otro sitio. Ella es muy especial en este sentido.
P: Quizás el momento de máxima explosión de tu carrera fuera 'Furor' en Antena 3 y después la caída fue muy grande. A veces se corre el riesgo de regodearte en el dolor y en lo que has perdido, lo que se convierte en una losa enorme, pero no parece haber sido tu caso...
R: Cada vez que me intentaba levantar trataba de recuperar lo que había tenido. Empecé a salvarme de verdad cuando entendí que no tenía nada que recuperar: fama, popularidad, estatus y todo eso. Se trataba de tener una nueva vida. En el momento que entendí eso, que no quería lo que había tenido sino cosas nuevas que no tenían nada que ver con eso empecé a ser feliz y a poder salvarme. Con menos cosas y queriendo menos cosas soy inmensamente más feliz. Ahora tengo un trabajo maravilloso, al que voy dos o tres veces a la semana, que me dan oportunidad de hacer muchas cosas, de presentar... Tengo el amor en mi vida con una mujer maravillosa, tengo a mi familia armonizada, tengo a mis hijos, 50 años y salud. ¿Qué más quieres que le pida a la vida? ¿Más éxito? Ya lo he tenido. ¿Otro coche? Ya lo he tenido. No me hace falta.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fa2b%2F968%2F1ec%2Fa2b9681eca4da99ee64b09031717b927.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fa2b%2F968%2F1ec%2Fa2b9681eca4da99ee64b09031717b927.jpg)
P: Las grandes deudas que arrastraste, que en parte eran de tus padres, te lastraron durante mucho tiempo. ¿Cómo tienes ahora la economía?
R: Sí, pagué absolutamente todo, salvo una pequeña parte que prescribió. Terminé de pagarlo el año pasado, pero a día de hoy mis cuentas están saneadas. Creo que tengo una cosa ahí de un juzgado que no tengo muy claro qué es, tengo que averiguarlo. De un piso antiguo o una comunidad. Lo difícil es asumir que tienes que pagar una parte que no te correspondió. Esa parte nunca se restituyó ni verbal ni físicamente. Tampoco me hace falta, pero es cierto que las cosas han sido así.
P: Lo importante, después de todo, es que finalmente sí te reconciliaste con tu familia, algo que prevalece sobre el dinero.
R: Por eso te decía antes lo del perdón. Te perdono, nos perdonamos y ya está.
P: 'Sálvame' es un programa que puede suponer un desgaste psicológico por su propia dinámica. ¿Cómo sobrevives tú en ese ecosistema?
R: Es muy complicado en ese sentido, no técnicamente. Es un programa en el que se muestran las emociones, los sentimientos, nuestra vida íntima, la sorpresa con el pasado que aparece... Requiere mucha concentración y sobre todo tener muy claro dónde sí y dónde no te quieres meter porque te puede perjudicar. Mi primera etapa en 'Sálvame' era más de personaje y ahora creo que es más de colaborador. Por eso me siento mucho más cómodo en estos momentos.
P: Ahora tienes muchas más tablas también... Recuerdo que en la primera etapa, por ejemplo, tuviste un gran enfrentamiento con Terelu Campos.
R: Sí, ahora si surgen conflictos, los eludo. Terelu y yo nos reconciliamos hace poquísimo, porque en esta segunda etapa también hemos tenido nuestros más y nuestros menos. Nos encontramos, estuvimos hablando y es maravillosa.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ff59%2F608%2Ff83%2Ff59608f83dff9f1d630cde7a7251a32a.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ff59%2F608%2Ff83%2Ff59608f83dff9f1d630cde7a7251a32a.jpg)
P: ¿Estar en televisión, en el ojo público de nuevo, puede suponer un riesgo para ti de una recaída?
R: Que se consumen más drogas en ese ámbito es un engaño, es un mito. Lo que ocurre en televisión, porque somos personajes públicos, trasciende más, porque incluso a lo mejor lo cuentas, pero están hoy en día en todas partes, en cualquier ámbito y, sobre todo, en la juventud. Hoy en día no cuesta nada conseguir drogas. Yo, sin tener ahora el teléfono de ningún camello en mi móvil, te diría que es facilísimo conseguirlas con solo bajar a la calle. Lo triste es que está en todas partes.
P: Cuando te pusiste a escribir este libro, eran muchas las teclas sentimentales, emocionales y psicológicas que tenías que pulsar. ¿Tuviste conflictos o dudas sobre hasta dónde querías llegar?
R: Cuando me siento a escribir el libro, ya había hecho un proceso. Es cierto es que, a la hora de hacerlo, sí me permití ser honesto porque no iba a escribir un libro con mentiras o medias verdades.
P: ¿Habiendo vivido tan de cerca la muerte hace que uno valore más la vida?
R: Sin duda, afrontar nuestra mortalidad hace que así sea.
R: Porque tuviste hospitalizaciones, estuviste a punto de sufrir un infarto... Cuando te ves ahí al filo, ¿qué piensas?
R: Pues fue mucho más eficaz cuando lo viví en el voluntariado en Oncología. Entendí mucho mejor la muerte y pude empezar a trabajar sobre ella no a partir de mi propia experiencia, sino viéndolo a través de los demás. La mayoría de la gente que conozco cuentan una historia muy parecida, hablando de la fragilidad de la vida. Muchos fueron a hacerse un análisis de sangre, como el que yo me hice esta semana, que tengo que ir a recoger, y se encontraron con que les quedaban dos, seis meses de vida... De la noche a la mañana te encuentras con la realidad de que te puedes morir. Puede ser cáncer, ELA, un accidente de coche... No hay que mirar a la muerte ni de una manera obsesiva ni de una manera que no sea inteligente, porque entonces te crea un conflicto. Hay que irse familiarizando con algo que te va a suceder. Sobre todo, te das cuenta de lo frágil que es la vida y de lo valioso que es cada momento.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fe5a%2F8ac%2F789%2Fe5a8ac789ff5ed9e54edfae92d382847.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fe5a%2F8ac%2F789%2Fe5a8ac789ff5ed9e54edfae92d382847.jpg)
P: Ahora con tantas lecciones aprendidas, ¿piensas que lo mejor está por venir?
R: No creo que haya nada mejor por venir. Mi futuro ahora mismo es maravilloso porque está en blanco. Soy libre de imaginarlo como quiera y de tirar por el camino por el que quiera. Angélica y yo no tenemos hijos y podemos hacer con nuestra vida y nuestro futuro lo que queramos.
P: Ella te dijo en su día que le hubiera gustado ser madre contigo. ¿Lo habéis desestimado?
R: Lo tenemos encima de la mesa, pero estamos muy bien, con mucha libertad. Ella tiene mucha familia y yo tengo a mis hijos, así que si pasa bien, pero si no también. Estamos muy estabilizados en ese sentido.
Llegamos puntuales a nuestra cita en un céntrico hotel madrileño para entrevistar a Alonso Caparrós, quien lleva más de una docena de entrevistas para promocionar 'Un trozo de cielo' (Ed. Planeta), que tiene un muy descriptivo subtítulo que podría ser también la síntesis de las más de 300 páginas de este libro, 'La verdad sobre cómo lo perdí todo, salvo la esperanza'. Aún está atendiendo a un compañero de otro medio, pero es él mismo quien se levanta a abrir la puerta. Cercano y con una exquisita educación, retoma la entrevista que tiene entre manos y después nos atiende a nosotros como si empezara la jornada de cero y no hubiera respondido posiblemente una y otra vez a las mismas preguntas, así que nuestro reto es, en la medida de lo posible, intentar no repetirnos.