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El Joaquín Sabina más íntimo a través de las mujeres de su vida
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El Joaquín Sabina más íntimo a través de las mujeres de su vida

Los 'amores incendiarios' que han acompañado al legendario cantante andaluz nos ayudan a componer una historia que siempre ha vivido lejos de los focos

Foto: Joaquín Sabina, en una foto de archivo. (Getty/Carlos Álvarez)
Joaquín Sabina, en una foto de archivo. (Getty/Carlos Álvarez)

"La fama me importa un carajo, a mí lo que me gusta, como dice García Márquez, es que me quiera la gente y si es mi gente, mejor". Esta frase en una de las más recientes publicaciones de la cuenta de Instagram del cantante nos sirve como fiel reflejo de su personalidad. Recuperado ya de la aparatosa caída que sufrió durante un concierto en el Wizink Center de Madrid y que terminó en operación de urgencia y seis días en la UCI, a sus 72 Joaquín Sabina sigue estando en buena forma.

"No he estado nunca de moda y por eso nunca pasaré de moda", ha dicho también este siempre modesto poeta y cantautor, pintor cuyas canciones a estas alturas han dejado de pertenecerle para ser de todos sus innumerables fans.

Es imposible que al escuchar la letra de 'Amor se llama el juego' no sienta todo aquel que mantenga una relación estable una leve incomodidad. "El agua apaga el fuego y al ardor los años / Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño / Y cada vez peor, y cada vez más rotos, y cada vez más tú, y cada vez más yo, sin rastro de nosotros...". Sabina reconoció que es una de esas canciones que en su momento se arrepintió de haber escrito. Porque era muy dura y porque todo el mundo en Madrid sabía que iba destinada a Isabel Oliart, su esposa.

Es una constante en la vida de Sabina. A través de sus canciones se puede desentrañar una vida bastante más estable sentimentalmente de la que le atribuyen las crónicas. A pesar de esa 'desnudez' de las letras, que parece acercarnos la vida privada del cantautor al nivel de la intimidad, lo cierto es que las protagonistas nunca han sido materia de revista. En todo caso, carne de poema. En su biografía 'En carne viva', el cantautor de Jaén señala a cinco mujeres como las responsables de marcar su trayectoria vital: Chispa, Sonia, Isabel Oliart, Cristina y Jimena. Añadiremos a Paula, la bonaerense, y a sus hijas Carmela y Rocío.

placeholder Joaquín Sabina y Fernando León de Aranoa, preparando el documental sobre el cantautor. (EFE)
Joaquín Sabina y Fernando León de Aranoa, preparando el documental sobre el cantautor. (EFE)

Chispa, la hija del notario de Úbeda, fue un amor de juventud que acabó cuando el padre de la chica la envió a vivir a cientos de kilómetros. Más 'sabiniana' fue la relación con Sonia, uno de los "amores incendiarios" de la vida del cantante. "Ella pensaba que vivía con un hijo de puta que le ponía los cuernos con todo el mundo", contó Sabina para describir la relación un tanto enfermiza que mantuvo con esta mujer, con la que compartió piso en Londres.

Aunque la mujer más importante de esa primera etapa de su vida fue Isabel Oliart, la hija del ministro de UCD Alberto Oliart, con quien decidió fundar una familia. Tuvieron dos hijas y una relación excelente... una vez que se hubo terminado el matrimonio. Sus palabras sobre Isabel son siempre impecables y a día de hoy reconoce que "de haber sido una elección premeditada, nunca habría podido escoger una madre mejor". Oliart jamás protagonizó una salida de tono, al menos pública. Ni siquiera cuando se supo que Sabina había comenzado una relación con Cristina Zubillaga.

Foto: Foto: Reuters/Rob Galbraith.

La mallorquina Zubillaga le hizo vivir un amor pasional y "devastador", según otro de los libros dedicados a la biografía vital de Sabina, 'Pongamos que hablo de Joaquín'. En él se describe una anécdota de aquellos tiempos. Estando en un hotel de Barcelona, un asistente llamó de urgencia al cantante a su habitación para decirle que “sacara de la cama a la señorita Cristina porque subía la señorita Isabel”. La modelo ha sido una de las mujeres que más tiempo han estado a su lado, según el autor, Joaquín Carbonell, y la única que quiso colaborar en el libro de marras.

placeholder Arturo Valls, Joaquín Sabina y Carmela Oliart (su hija), en el Festival de San Sebastián. (Getty)
Arturo Valls, Joaquín Sabina y Carmela Oliart (su hija), en el Festival de San Sebastián. (Getty)

A mediados de 1998, el cantautor grababa su disco '19 días y 500 noches' en Argentina cuando conoció a Paula Seminara, una chica de 19 años con la que comenzó una relación que quedó plasmada en la canción 'Dieguitos y Mafaldas'. En octubre del año pasado, el diario 'Clarín' la encontró y pudo hablar con ella sobre aquel romance. "Nos llevábamos casi 28 años, pero nos complementábamos. Nunca fuimos juntos a La Bombonera, pero íbamos a ver los partidos a bares de San Telmo y me siento responsable de haberle contagiado la pasión por Boca", cuenta Paula, quien viajó con el cantante a la presentación del disco a México y España en 1999.

Foto: Junto a Maradona, Sabina y Charly. Opinión

Muchas fueron las veces que Sabina pisó suelo de González Catán para visitar a su novia de entonces: solían ir a comer a Pepote, una pizzería del barrio ubicada en la Avenida José Eguiza. Sin embargo, uno de los recuerdos más divertidos fue su vigesimoprimer cumpleaños: "Joaquín y mi papá cantaron desde las 10 de la noche hasta al amanecer sin parar. En mi casa entraban y salían vecinos a cada rato. Fue una noche muy especial".

Hay un dicho popular que afirma que lo importante en esta vida no es ser el primero en la vida de alguien, sino el último. Hoy en día, además de sus hijas Rocío y Carmela, la mujer que se ha vuelto imprescindible para Sabina es la fotógrafa peruana Jimena Coronado. La Rosa de Lima que le ha rescatado de algún naufragio y con la que ha formado equipo personal y profesional.

Así, cuando Jimena cumplió 50 años, Joaquín le regaló una petición de matrimonio. Una declaración que se consumaba en 2020 en los juzgados de lo civil de la calle Pradillo, en Madrid. La boda fue íntima y a ella asistieron algunos amigos del cantante y sus dos hijas. Entre los invitados no faltó su compinche Joan Manuel Serrat, además del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, amigo de la pareja.

"La fama me importa un carajo, a mí lo que me gusta, como dice García Márquez, es que me quiera la gente y si es mi gente, mejor". Esta frase en una de las más recientes publicaciones de la cuenta de Instagram del cantante nos sirve como fiel reflejo de su personalidad. Recuperado ya de la aparatosa caída que sufrió durante un concierto en el Wizink Center de Madrid y que terminó en operación de urgencia y seis días en la UCI, a sus 72 Joaquín Sabina sigue estando en buena forma.

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