Luis Martínez de Irujo, medio siglo del trágico adiós que marcó a la Casa de Alba
Hoy se cumplen 50 años de la muerte del primer marido de Cayetana de Alba y padre de sus seis hijos, una figura a veces eclipsada que un nuevo libro pretende revitalizar
Una de las escasas ocasiones en las que el actual duque de Alba y el duque de Híjar, los dos hijos mayores de Cayetana de Alba, han hablado en televisión sobre su familia fue en un episodio de 'Lazos de sangre' emitido en el verano de 2019 por la televisión pública. La única motivación que tenían era dar a conocer mejor la figura de su padre, Luis Martínez de Irujo. Hoy se cumplen 50 años desde el fallecimiento del padre de los seis hijos de Cayetana de Alba y aún sigue siendo un gran desconocido, eclipsado por los sucesivos matrimonios de la emblemática duquesa, un carácter "más de despacho y menos de figurar" y "el trauma generado por su inesperada muerte, mal gestionada por parte de Cayetana de Alba".
La familia celebrará un funeral pero, según ha podido saber Vanitatis, será "más adelante". Con ocasión del medio siglo de su muerte, la Casa ha impulsado la publicación de una biografía del primer marido de Cayetana de Alba editada por La Esfera de los Libros. En 'Luis Martínez de Irujo, duque de Alba. El peso del nombre', el profesor e historiador José Miguel Hernández Barral recorre la biografía de Martínez de Irujo aparejándola a la historia de España del siglo XX, de la que fue protagonista. Hernández es profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense y está especializado en las élites sociales en los siglos XIX y XX.
El resultado son 450 páginas en las que se otorga a Martínez de Irujo un papel esencial en la modernización de la Casa de Alba, tanto en su vertiente agrícola y financiera como en su peso dentro de la aristocracia española y en su 'mano' para la restauración de la monarquía. Luis resultó ser un gestor eficaz y obsesivo que logró transformar la institución. En La Pizana (Sevilla), finca que heredó finalmente Eugenia Martínez de Irujo, aún hay una placa que data de 1972 que conmemora su modelo de explotación agrícola como "empresa ejemplar".
Luis Martínez de Irujo y Artazcoz nació en Madrid en 1919 como el sexto hijo de los duques de Sotomayor. Falleció en Houston en 1972, víctima de una leucemia de la que apenas nadie estaba informado, ni siquiera él. En la guerra se alistó como marino voluntario del lado nacional. "Años más tarde, manifestó que había empezado la carrera de ingeniero industrial, aunque en la práctica es probable que esto quedara en poco más que un deseo de seguir la misma línea que sus hermanos, todos con las carreras empezadas antes de entrar en combate", se lee en esta nueva biografía. Apenas hay reseñas sobre su vida hasta que emparenta con la Casa de Alba. "Cayetana y Luis se habían conocido el año anterior en una visita a un amigo común, Rafael Solís, que se encontraba convaleciente de un accidente. Tras ese encuentro fortuito, el veraneo en el País Vasco añadió otras oportunidades que culminaron en el anuncio de su compromiso a inicios de 1947".
La gran boda
La boda, celebrada en Sevilla (para alejarse estratégicamente de Madrid), fue una demostración de poder por parte de la Casa de Alba, que invirtió más de un millón doscientas mil pesetas de la época. Las crónicas hablan de 4.000 kilos de jamón y 5.000 botellas de vino. "Si en otros ámbitos se puede dudar de la trascendencia de aquel día, desde el punto de vista social y simbólico la boda fue una gran demostración de fuerza. Y, no se olvide, formaba parte del 'recibimiento' a Luis en la casa. En buena medida, esa potencia de la boda venía de su condición de espectáculo", se lee en el libro.
Martínez de Irujo pasó unos años aclimatándose a su nueva labor, aprendiendo de su suegro Jacobo y viajando intensamente con Cayetana. Son años que vivió "muy volcado en la administración de los bienes, el patrimonio y las iniciativas concretas vinculadas a la gestión cotidiana". Entre 1948 y 1949, su figura empieza a despuntar, y en 1950, el duque de Montoro aparece ya como un atento gestor del patrimonio. "Da la sensación de que Luis no necesitó mucho tiempo ni para familiarizarse con los problemas ni para asumir la iniciativa".
"Para cuando falleció el padre de Cayetana, Jacobo, en 1953, Luis había tenido tiempo de sobra de aclimatarse y tomar las riendas. En las memorias de Cayetana, la duquesa planteaba esa relación entre uno y otro en términos muy positivos: 'Papá y Luis cada vez se entendían mejor y llegaron a ser muy amigos. Les gustaba encerrarse en el despacho y hablar del patrimonio, de las tierras y de la administración de la Casa de Alba. Luis fue un excelente alumno. Mi padre tenía muchas virtudes, pero sus obligaciones políticas y con la familia real y su carrera le habían hecho descuidar la administración de las tierras. Luis fue para él como la lluvia que cae sobre la tierra seca, porque empezó a poner orden en todo aquello".
Gran patrimonio
La actividad del matrimonio fue incesante durante los 25 años que estuvieron juntos, "se podía ver como los duques de Montoro casi formaban parte de la sociedad parisina, al igual que de la de Londres". Tras más de dos décadas casados y seis hijos en común, los duques "formaban una de las familias más conocidas en España". "Su patrimonio económico se había consolidado experimentando importantes transformaciones, tanto en el campo como en lo relacionado con su cartera de inversiones, que había adquirido unas proporciones desconocidas".
La enfermedad llegó por sorpresa en 1972, cuando el duque de Alba acumulaba cargos y reconocimientos. Estaba 'en la cresta de la ola'. "En estos años finales, se vivió el cenit de la vida de Luis. Los cargos asumidos —dirección de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, consejero del reino, consejero de Banesto— y la situación de sus finanzas y patrimonio hablaban de ese éxito. También se dio una mayor implicación en la política nacional que le supuso distancias con algunos, pero, por otro lado, una fama consolidada de hombre prudente y de fiar", escribe el historiador.
Por aquella época sus amigos le hicieron un homenaje. El discurso de su amigo Fernando Falcó, marqués de Cubas, "tuvo un mucho de celebratorio y buenas dosis de análisis también. Tras unas bromas aludiendo a sus dotes como promotor de inversiones, Falcó hizo una reflexión sobre los cargos otorgados: 'Volviendo a nuestro tema central, debo decirte que de los nombramientos y honores que tan justamente te han sido otorgados últimamente, el que más me ha llenado de orgullo como amigo ha sido el de presidente del Instituto de España y el que más me ha satisfecho como español el de consejero del reino (entre paréntesis alguien ha dicho que ya era hora de que nombraran consejero del reino a un monárquico), aunque creo que para ti, y para cualquiera, por supuesto, el mejor sea el de consejero de Banesto. Si todo el mundo, cada uno dentro de sus posibilidades a cualquier nivel, hubiera actuado como tú, creo sinceramente, y lo digo sin ánimo de adulación, las circunstancias del presente español serían más favorables. Tu prudencia, sagacidad y sentido del deber merecen más imitadores que envidiosos, aunque de estos últimos sobren, desgraciadamente, en nuestro país".
La tragedia de la muerte
El autor del libro pasa de puntillas por la vertiente más familiar de Martínez de Irujo, la de padre y marido. Un aspecto que, sin embargo, sí fue abordado por sus hijos en el citado capítulo de 'Lazos de sangre'. Los aristócratas metabolizaron la desaparición de su padre como una auténtica tragedia, nadie les había advertido de la gravedad de su enfermedad, algunos no pudieron despedirse y seguían rezando en la capilla de Liria por su recuperación cuando ya estaba muerto. Parece que el diagnóstico se le hurtó incluso al propio enfermo, que hasta llegar a Houston para tratarse no conoció que estaba ante el final de su vida.
"Fue un golpe tremendo, cuando llegamos a Houston no sabíamos que se moría", reconoce en el documental Alfonso, duque de Híjar, quizá el más parecido de los hermanos a su padre, "su muerte dejó un vacío muy difícil de llenar". Cayetano, el más sensible de los hermanos, reconocía en el mismo programa que el abrupto adiós se convirtió en un trauma que ha tardado "40 años en resolver". Y Eugenia revelaba que casi todos los días piensa en él.
Los hijos describen al padre en el documental con tres adjetivos que se repiten constantemente: "Humildad, discreción y sentido del deber", algo que la Casa de Alba ha convertido en un lema. Una herencia sin oropel, pero inapelable.
Una de las escasas ocasiones en las que el actual duque de Alba y el duque de Híjar, los dos hijos mayores de Cayetana de Alba, han hablado en televisión sobre su familia fue en un episodio de 'Lazos de sangre' emitido en el verano de 2019 por la televisión pública. La única motivación que tenían era dar a conocer mejor la figura de su padre, Luis Martínez de Irujo. Hoy se cumplen 50 años desde el fallecimiento del padre de los seis hijos de Cayetana de Alba y aún sigue siendo un gran desconocido, eclipsado por los sucesivos matrimonios de la emblemática duquesa, un carácter "más de despacho y menos de figurar" y "el trauma generado por su inesperada muerte, mal gestionada por parte de Cayetana de Alba".