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Luis Ortiz, de la quimio a Miguel Ríos: "Los sanitarios me salvan de morir todos los días"
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ENTREVISTA

Luis Ortiz, de la quimio a Miguel Ríos: "Los sanitarios me salvan de morir todos los días"

Gunilla Von Bismarck y toda la familia hicieron piña arropándole en su primera salida del verano en Marbella para acudir al concierto de Miguel Ríos en el Festival Starlite

Foto: La condesa alemana Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz, en el concierto de Miguel Ríos en el Festival Starlite de Marbella. (Cordon Press)
La condesa alemana Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz, en el concierto de Miguel Ríos en el Festival Starlite de Marbella. (Cordon Press)

Sigue siendo “el huracán” Luis Ortiz. Nada le detiene y es de los que piensa que nunca es tarde si la dicha es buena. Jamás se entendió un verano en Marbella sin la aparición de Gunilla y Ortiz, los iconos de la “ciudad del canto sin dueño”. Esta vez la estampa se ha hecho esperar y llega casi al final del estío, pero el más mediático de los conocidos “Chorys” apareció. “Por fin me tenéis aquí y venga, pregunta todo lo que quieras”, nos dice en su silla de ruedas. Luis está en pleno tratamiento del cáncer de próstata que sufre y eso le debilita. Asiste todos los martes y los sábados al hospital para que le hagan diálisis. ”Allí me salvan de morir cada día”, confiesa a Vanitatis.

En un día de esos que pesa menos la enfermedad, y con su espíritu de festejo que nunca le abandona, quiso que le trasladaran al recinto de Starlite para presenciar el concierto de su incondicional Miguel Ríos. El gesto más bonito que tuvo el alma gemela de Gunilla fue invitar a los sanitarios que le atienden en el Hospital Costa del Sol y en la Clínica Quirón para que también disfrutaran de la magia en el escenario del rey del rock español.

“Te lo repito, son lo mejor que tengo. Ellos me salvan la vida. No me dejan morir. Son la leche, ellos me lo están dando todo”, decía emocionado Luis a Vanitatis durante la única entrevista que ha concedido a los medios durante el verano. El abanderado de la 'belle epoque', que sigue poniendo muy alto en el mapa a Marbella, marcó anoche el calendario del verano en un photocall en el que no quiso aparecer en su silla de ruedas y sí erguido, como antaño.

placeholder La condesa alemana Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz, en la gala Starlite de Marbella en 2022. (CordonPress)
La condesa alemana Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz, en la gala Starlite de Marbella en 2022. (CordonPress)

Genio, figura y siempre sostenido por su hijo Francisco, que no le soltó del brazo en toda la noche. Su primogénito llegó junto a Elisabet hace un mes de Estados Unidos y están siendo un gran apoyo. Francisco nos cuenta que los pequeños, Luisito y Fran, le dan la vida a su abuelo: “Desde que hemos llegado, los niños juegan un día sí y otro también con el abuelo al golf. Ellos le incentivan y le dan fuerza para que se motive". Luis corrobora sus palabras y riéndose dice: “Menudas palizas me dan a las cartas. Hoy con esta salida al concierto me libro de ellos, que no tienen compasión y siempre me ganan’’.

Con Luis recordamos esos tiempos en que venía a Marbella junto a Miguel Ríos en su roulotte: “Menudo verano pasamos hace cuarenta años. Verle ahora, que no salgo nunca, me ha emocionado. La verdad es que vivimos de todo, ahora nos hemos abrazado en su camerino y es como si no hubiera pasado el tiempo’’. Y nos canta ‘Bienvenidos’, mientras pone los ojos en Fran para que la cante también.

placeholder La condesa alemana Gunilla Von Bismarck y el aristócrata mexicano Hubertus von Hohenlohe, junto a su familia a su llegada a la gala solidaria Starlite de este verano. (EFE/Juan Carlos Domínguez)
La condesa alemana Gunilla Von Bismarck y el aristócrata mexicano Hubertus von Hohenlohe, junto a su familia a su llegada a la gala solidaria Starlite de este verano. (EFE/Juan Carlos Domínguez)

Nostalgia de que has vivido

A Francisco Ortiz Von Bismarck no le gusta mucho salir en la foto. Siempre ha preferido llevar una vida anónima lejos de esos focos que, desde infante, se centraron en él por ser hijo de Gunilla. Su esposa, Elisabet Dutú, cuenta a este medio que ahora viven entre Bahamas y EEUU: “Los niños están matriculados en el colegio allí. Pero no perdemos nuestras raíces, porque yo soy muy española y también muy aragonesa. Los niños cualquier día aprenden la jota, pero todavía no lo han hecho”, bromea. Y lo corrobora su padre, que ha venido unos días desde Aragón para estar con sus nietos y arropar también a la familia. Todos hacen piña en estos momentos duros.

Hablamos con Gunilla, que permanece al lado de “su amor” sin soltar su mano. Ella es consciente de que atrás quedaron las noches que eran exclusivas para ir de fiesta en fiesta en una Marbella que era el epicentro de Europa. “Todos cumplimos años y aprendemos a divertirnos de otra manera. Ahora mis salidas son básicamente para asistir a espectáculos o cenas en casa de amigos. La nostalgia es buena porque es muestra de que has vivido muchas cosas y aún las quieres seguir viviendo. Solo que ahora cambian los formatos”.

placeholder La condesa Gunilla von Bismarck y su exmarido Luis Ortiz posan a su llegada a la gala benéfica de Starlite en 2022. (EFE/Daniel Pérez)
La condesa Gunilla von Bismarck y su exmarido Luis Ortiz posan a su llegada a la gala benéfica de Starlite en 2022. (EFE/Daniel Pérez)

La valquiria marbellí ha salido este verano varios días sin Luis: “Cuando llego a casa, le cuento todo. Él me dice: '¿Cómo está Marbella?'. Los médicos no quieren que se canse y está muy controlado. De la diálisis sale como nuevo. Luis es un hombre optimista, con mucha fortaleza, que juega al golf, que hace deporte. Le encanta hacer mucho ruido ahora con los niños en casa y busca siempre la fuerza en cualquier sitio”. El 'bon vivant' de los Bismarck ha sido el emblema de la filosofía de esta estirpe que ha heredado el legado de la Marbella dorada y donde todos les quieren. “Él sabe que todo el mundo le tiene mucho cariño y eso le da fuerza”, finaliza Gunilla.

Luisito y Fran, la mejor 'quimio'

Francisco Ortiz Von Bismarck, el niño de los ojos de Luis y, como él dice a veces, “lo mejor que he hecho en mi vida”, está siendo básico para la superación de la enfermedad de su padre. Él y su esposa, Elisabet Dutú, junto a sus nietos, ‘campanillean’ sin parar por la Casa de Istán, donde vive la familia y le dan la vida “al abuelito Luis”. Es por eso que pasan temporadas en Marbella, para poder ayudarles en todo lo que puedan.

placeholder La condesa alemana Gunilla Von Bismarck, junto a su hijo, Francisco, y su nuera Elisabet en el Festival Starlite. (CordonPress/Lorenzo)
La condesa alemana Gunilla Von Bismarck, junto a su hijo, Francisco, y su nuera Elisabet en el Festival Starlite. (CordonPress/Lorenzo)

En julio de 2010, Francisco le pidió la mano a Elisabet y en noviembre se casaron en una ceremonia civil que tuvo lugar en el Pavillon des Verwaltungszentrum de Zurich, Suiza, a la que sólo asistieron los familiares y amigos más cercanos de la pareja. Posteriormente, en junio de 2011, volvieron a darse el 'sí quiero' por el rito protestante en Tenerife.

Desde entonces, la pareja ha sido una familia modelo y muy enamorada. Cuando vienen a Marbella, siempre es un barullo porque la casa de Gunilla siempre está llena de gente, pero ahora los esenciales en su casa son, como ella les apoda, sus "dos gitanitos”. No quiere que la llamen abuela. “Me encanta ser abuela, pero la alegría más grande es que no me llamen abuela (risas). La edad es solo una cifra escrita en un papel”. Y juntos siguen todos cantando: “Escucha, hermano, la canción de la alegría”.

Sigue siendo “el huracán” Luis Ortiz. Nada le detiene y es de los que piensa que nunca es tarde si la dicha es buena. Jamás se entendió un verano en Marbella sin la aparición de Gunilla y Ortiz, los iconos de la “ciudad del canto sin dueño”. Esta vez la estampa se ha hecho esperar y llega casi al final del estío, pero el más mediático de los conocidos “Chorys” apareció. “Por fin me tenéis aquí y venga, pregunta todo lo que quieras”, nos dice en su silla de ruedas. Luis está en pleno tratamiento del cáncer de próstata que sufre y eso le debilita. Asiste todos los martes y los sábados al hospital para que le hagan diálisis. ”Allí me salvan de morir cada día”, confiesa a Vanitatis.

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