El hotel soñado por Enrique Solís, el benjamín de Carmen Tello
“Bienvenidos al hotel”, nos dice un chico de 24 años y alrededor de 1’90 de estatura con barba hipster y traje de tres piezas; el hijo de Carmen Tello
“Bienvenidos al hotel”, nos dice un chico de 24 años y alrededor de 1’90 de estatura con barba hipster y traje de tres piezas; alguien que hace pensar que estamos ante un modelo y no ante el hijo de un marqués y de la mejor amiga de la duquesa de Alba. Enrique Solís Tello, el hijo menor de Carmen Tello y del marqués de la Motilla, Miguel Ángel Solís y Martínez Campos se muestra cordial cuando enseña a Vanitatis el hotel del cual es consejero principal, el One Shot Recoletos, un nuevo espacio proyectado por él y sus hermanos en pleno centro de Madrid. Mientras enseña un lugar del que conoce hasta la grifería, y en el que ha puesto tanta ilusión, la cordialidad va dando paso a la cercanía y el que ha sido considerado uno de los solteros más codiciados de este país confiesa que le gusta el mundo de la moda, aunque menos de sobre la pasarela que en la recámara, donde se siente más en su terreno: “A mi madre le dicen que debería ser modelo. La verdad es que no me gusta nada. No tengo nada en contra de los modelos pero lo mío es la empresa, que es para lo que he estudiado. Si alguna marca considera que debo hacer de embajador para ellos, encantado, pero sería algo ocasional”, asegura con firmeza y un acento sevillano que no ha perdido en todos los años que ha vivido en Madrid, desde que decidiese ir a la capital a estudiar y se convirtiese en el hijo de Tello que va por su cuenta, mucho más que un burgués disidente con un hotel que enseñar.
Las 64 habitaciones que conforman un edificio que alberga fotografías de nuevos artistas, sofás de los años 50 o sillas diseñadas por Patricia Urquiola, es como el nuevo niño pequeño de Enrique, que habla maravillas de un proyecto que se une a otro hotel de la capital que también gestiona junto a sus hermanos. “Todo fue muy sencillo porque mis hermanos no pusieron ninguna pega. Nos reunimos con nuestro socio, Felipe Mendieta, y desde ahí todo fue una maravilla. Yo me encargo de todo aquí en Madrid, mis hermanos están en Sevilla, o sea que molestan poco, y siempre que hay que echar una mano me la echan”, dice sobre ellos. Su madre, conocida por su elegancia, además de como la sempiterna acompañante de la duquesa de Alba, ya ha visto el hotel y parece que ha dado su aprobación, aunque Enrique asegura que no ha opinado más de lo necesario. “Estaba pendiente de cómo avanzaban las cosas sin meterse en nada porque para eso está el equipo de interiorismo. Comentaba con la diseñadora lo que le gustaba más o menos. La casa de Sevilla, por ejemplo, la diseñó completamente ella y es conocida por el buen gusto que tiene”.
Su madre lo adora, a pesar de que él cuenta que ha sido el hijo que más “quebraderos de cabeza” le ha dado. “Siempre estaba de arriba a abajo conociendo a gente, sin tenerle miedo a nada. Un hijo que se mueve más y está todo el día de arriba abajo es más difícil de manejar. Mis hermanos son como ‘santitos’. No me puede comparar con personas tan tranquilas. Afortunadamente me entiende y me llevo muy bien con ella”. Ese ir a contracorriente y su atractivo físico, el que le ha metido de cabeza en numerosas listas de solteros deseables, también ha puesto sobre el mapa su pasión por la moda. Su próximo proyecto, de hecho, tiene que ver con los complementos: una nueva línea de corbatas de seda. Experiencia en el sector de las firmas de lujo no le falta, ya que estuvo trabajando en el departamento de contabilidad de Porcelanosa. “Siempre me gustó vestir bien; siempre he tenido un gusto diferente, con mi toque propio, y cualquier cosa de diseño, desde los relojes a la ropa, me apasiona. Los detalles me encantan”, dice entusiasta.
Ajeno a la prensa del corazón
Pero, ¿le gustaría convertirse en un asiduo en la prensa del corazón, prima hermana del mundo de la moda? La respuesta es “no”: “Mis hermanos están muy en segundo plano. Dos están casados y uno se casa ahora. Siempre están con sus vidas, sin meterse en nada. Yo también quiero ser conocido por mis hoteles o por el éxito profesional que tenga. Personalmente, me gustaría hablar poco de mi vida. Hago lo que quiero siempre y soy muy natural; no me gustaría resaltar en otro sentido”. Y, desde luego, como embajador de este nuevo One Shot es tan detallista y meticuloso como asegura. “Tenemos una exposición temporal en colaboración con Cámara Oscura y nos deja puesta foto de Helen Boyle. Me encanta la fotografía. Muchas veces me doy paseos con la cámara por Madrid y tener esta obra aquí es un orgullo”, dice mientras enseña muchas de las obras que pueblan los pasillos de un hotel que conserva los suelos originales del siglo XVIII pero que, a la vez, posee un diseño único.
“Prestamos detalle desde las sillas a las mesas de estilo nórdico o el mostrador de recepción, un encargo de nuestro estudio de decoración para el hotel. Está bañada en pintura de coche verde y es un diseño propio. Las luces del techo son una maravilla; siempre me quedo embobado viéndolas porque están hechas a medida para nosotros”. Con vistas a la Puerta de Alcalá, los balcones de este hotel de lujo y con sello propio son uno de los lugares favoritos de este joven de alta cuna pero con los pies en el suelo: “Yo sabía que quería hacer algo diferente, quería mostrar mi valía personal y mis ganas de comerme el mundo”. Su prodecencia familiar y su atractivo parecen indicar que ese mundo, e incluso la prensa, no se quedarán indiferentes ante este joven dandy andaluz con alma y barba de hipster.
“Bienvenidos al hotel”, nos dice un chico de 24 años y alrededor de 1’90 de estatura con barba hipster y traje de tres piezas; alguien que hace pensar que estamos ante un modelo y no ante el hijo de un marqués y de la mejor amiga de la duquesa de Alba. Enrique Solís Tello, el hijo menor de Carmen Tello y del marqués de la Motilla, Miguel Ángel Solís y Martínez Campos se muestra cordial cuando enseña a Vanitatis el hotel del cual es consejero principal, el One Shot Recoletos, un nuevo espacio proyectado por él y sus hermanos en pleno centro de Madrid. Mientras enseña un lugar del que conoce hasta la grifería, y en el que ha puesto tanta ilusión, la cordialidad va dando paso a la cercanía y el que ha sido considerado uno de los solteros más codiciados de este país confiesa que le gusta el mundo de la moda, aunque menos de sobre la pasarela que en la recámara, donde se siente más en su terreno: “A mi madre le dicen que debería ser modelo. La verdad es que no me gusta nada. No tengo nada en contra de los modelos pero lo mío es la empresa, que es para lo que he estudiado. Si alguna marca considera que debo hacer de embajador para ellos, encantado, pero sería algo ocasional”, asegura con firmeza y un acento sevillano que no ha perdido en todos los años que ha vivido en Madrid, desde que decidiese ir a la capital a estudiar y se convirtiese en el hijo de Tello que va por su cuenta, mucho más que un burgués disidente con un hotel que enseñar.
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