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Guillermo Capdevila, el hombre rico que ha llevado a Carmen Lomana a Panamá
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FALLECIÓ EN 1999

Guillermo Capdevila, el hombre rico que ha llevado a Carmen Lomana a Panamá

Guillermo Capdevila nació en Chile en 1947. Conoció a Carmen en un club de jazz de Chile y solo seis meses después se casó con ella en Asturias. Repasamos su historia de amor

Foto: Carmen Lomana
Carmen Lomana

Hubo en día en que, de repente, como por arte de magia, Carmen Lomana pasó a ser icono de glamour en España. No es fácil precisar en qué instante se convirtió en ello, pero lo cierto es que ya nadie duda de que la leonesa tiene su propio hueco en el panorama rosa. Una de las cosas que más fascinaban (y fascinan) de ella era el secretismo que giraba en torno a su fortuna. Sin empleo reconocido, enseguida se empezó a especular con que sus millones procedían de una herencia, la de su marido, y casi dos décadas después de su fallecimiento, ese legado se convierte en noticia por aparecer en los archiconocidos papeles de Panamá.

Según desvelaba El Confidencial este jueves, algunas propiedades 'offshore' que salieron del despacho de Mosack Fonseca están a nombre de Guillermo Capdevila, difunto marido de Lomana. La 'socialite', que ha conversado con Vanitatis sobre este asunto, ha querido dejar claro que ella es “una española ejemplar”.“Cuando me quedo viuda,me llaman las personas que gestionaban las empresas de mi marido y yo les digo que quiero cerrar todas las sociedades y traer todo el dinero a España para regularizarlo”, explica. Pero¿quién era Guillermo Capdevila Abatte? ¿Cómo logró amasar una fortuna que 17 años después de su muerte aún sigue dando que hablar? ¿Cómo fue su matrimonio con la que por entonces era una desconocida Carmen Lomana?

Guillermo Capdevila Abatte nació en Chile en 1947. Tras terminar sus estudios en diseño industrial en la Universidad de Santiago de Chile hace las maletas para probar suerte fuera de su país, duramente golpeado por una profunda crisis política, y muy pronto empieza a despuntar en Europa. Durante unos años se instala en Londres y allí conoce al amor de su vida, Carmen Lomana. Ella tenía 22 años, él 27, y el escenario del flechazo era un club de jazz situado en el barrio de Chelsea. “Él era un chico muy comprometido políticamente, muy bohemio, que tenía una brillantez y una cultura que me volvió loca de amor”, recuerda Carmen para Vanitatis. Profundamente enamorados, la pareja contrae matrimonio solo seis meses después de conocerse, el 13 de diciembre de 1974, en Llanes (Asturias). “No teníamos nada excepto nuestro amor, muchas ganas de vivir y un apartamento en Chelsea”, declara Lomana.

Pero esa modestia de la que podía presumir la leonesa por entonces apenas duró unos años. Guillermo pronto se convertiría en uno de los diseñadores industriales más famosos del País Vasco. Alcanzaría una gran proyección internacional en 1985 cuando le otorgaron el premio Simo y su nombre sonaría con fuerza gracias a creaciones propias de gran repercusión como el climatizador, el teléfono panorama o la grapadora. De ser dos jóvenes de clase media pasaron a ser un matrimonio acaudalado con varias propiedades a su nombre. El futuro parecía prometedor. Pero no lo era.

La tragedia se ceba con sus vidas

A Carmen el primer varapalo le llegó cuando sufrió un aborto espontáneo. Aquello frustró sus deseos de ser madre y volcó en Willy, como le gustaba llamarle, todo su amor. Sin embargo, el 9 de enero de 1999 el chileno sufría un accidente de tráfico en Pamplona que acababa con su vida y en buena parte también con la de Carmen. Cuenta la 'socialite' que estuvo a punto de tirar la toalla, de darse por vencida. Fueron varios años de un estricto luto que dio paso a una nueva vida de la que todos hemos sido testigos. A pesar de ese cambio radical, ella nunca ha olvidado a Guillermo y, de hecho, en ocasiones habla de él como si estuviera vivo. Hace unos años decía al 'Diario de León': “Muchas veces voy a León a verle (donde está enterrado) y eso la gente no lo sabe. Es absurdo, pero parece que me reconforta. Voy allí, llevo mi cubo, limpio el panteón, le pongo unas flores y le digo: 'Willy, ya te vengo a limpiar la casita”.

Con su fallecimiento, Carmen Lomana se convirtió en la heredera de toda su fortuna, sus sociedades y sus más de mil patentes. Eso le reporta grandes dividendos, que unidos a sus labores como personaje del papel cuché, le permiten llevar una vida desahogada y llena delujos. Pero todas las herencias tienen su parte amarga y la noticia con la que desayunaba esta mañana es sin duda uno de sus tragos más desagradables.

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Hubo en día en que, de repente, como por arte de magia, Carmen Lomana pasó a ser icono de glamour en España. No es fácil precisar en qué instante se convirtió en ello, pero lo cierto es que ya nadie duda de que la leonesa tiene su propio hueco en el panorama rosa. Una de las cosas que más fascinaban (y fascinan) de ella era el secretismo que giraba en torno a su fortuna. Sin empleo reconocido, enseguida se empezó a especular con que sus millones procedían de una herencia, la de su marido, y casi dos décadas después de su fallecimiento, ese legado se convierte en noticia por aparecer en los archiconocidos papeles de Panamá.

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