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Arturo Fernández: "Soy hijo de un anarquista, pero Franco se me queda a la izquierda”
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Arturo Fernández: "Soy hijo de un anarquista, pero Franco se me queda a la izquierda”

No esconde que es de derechas y está cansado de que se diga que los artistas e intelectuales tengan que ser vanguardistas y transgresores. “Es un cuento chino”, asegura

Foto: Arturo Fernández en una imagen de archivo (Gtres)
Arturo Fernández en una imagen de archivo (Gtres)

Arturo Fernández empieza 2017 con muérdago detrás de la puerta. Durante el último año ha cambiado el chaqué por una sotana para protagonizar 'Enfrentados', una obra escrita por el norteamericano Bill C. Davis y estrenada en Broadway, que muestra la relación entre un sacerdote católico, interpretado por el asturiano, y un seminarista rebelde, encarnado por Bruno Ciordia, el revolucionario que llega a la parroquia de barrio. En clave de comedia, los dos actores ponen sobre las tablas el choque entre la nueva y la vieja Iglesia, y las fisuras generacionales. Con lleno hasta la bandera en los teatros que ha representado la obra, el asturiano de oro se siente ahora con calma al lado de su chimenea para estudiar nuevos guiones que serán sus nuevos retos. En estos días de sosiego el actor siempre se acuerda de Antonio Machín, ese día premonitorio que le dijo al pedirle un autógrafo: “Muchacho, tienes muy buena pinta. Coge la maleta y vete para Madrid”. Y le hizo caso.

Pregunta: Usted, que siempre ha hecho de don Juan, ahora nos descoloca con una sotana…

Respuesta: (Risas) Sí. Me encanta esta obra. Tiene un texto, ágil y divertido. Las cuestiones más trascendentes pueden exponerse y discutirse con humor… Es más, creo que cuanto más trascendente sea el tema más precisa del humor como vehículo de expresión.

P: Lo cierto es que es una obra muy transgresora: el sacerdote joven que defiende el fin del celibato, la entrada de mujeres en el sacerdocio, admitir a los homosexuales y su derecho a casarse... ¿No es demasiado para la Iglesia?

R: 'Enfrentados' lleva más de 20 años representándose en las ciudades más importantes del mundo y cosechando premios tan prestigiosos como el Moliere en París o el de la Crítica en Nueva York. La adaptación que de la misma hicimos para su representación en España encontró su mejor fuente de inspiración en el Papa Francisco. Sin duda gracias a sus opiniones y a su afán renovador, la obra encontró mayor vigencia y actualidad.

P: Y eso de que no haya en sus registros ninguna "chatina", ¿se le hace raro?

R: A mí no. La obra es tan completa, tan llena de matices, de momentos de emoción, de tensión y de auténtica confrontación, que no se echa de menos nada en las casi 2 horas que dura la función.

P: Rozando los noventa y sigue siendo un atractivo señor que se le ha olvidado envejecer. ¿Sus personajes le dan vida o es usted el mismísimo Dorian Grey?

R: Me voy a poner rojo. Tengo el privilegio de tener muy buena salud y sin duda el trabajo, cuando es además tu pasión, te ayuda a no pensar en el paso del tiempo… ¡aunque es inexorable!

P: ¿No siente que el resto de los octogenarios le tienen como referente? Atractivo, buena salud, éxitoso y con una mujer bandera como Carmen Quesada a su lado…

R: Sólo soy un hombre que lleva trabajando toda su vida como actor, intentando no defraudar al público, que es al que debo el privilegio de seguir estando en activo, con una vida bastante moderada, aunque no aburrida, y que tiene una familia que, junto con su trabajo, constituye su gran pasión.

P: Aurora Redondo me dijo una vez que dejar el escenario es morir y que quería morir allí en lo alto...

R: El escenario es compatible con las demás cosas de la vida, pero es cierto que necesito de las tablas porque son mi fuente de energía.

P: De boxeador (El Tigre del Piles) a chico de almacén, vendedor de corbatas y de chocolate de estraperlo... Ha hecho de todo ¿Qué opina de los ninis?

R: Cada generación es producto de las circunstancias que le ha tocado vivir. La mía era la de la escasez, la del esfuerzo, el respeto, la necesidad de luchar para forjarse un porvenir... Ahora la vida es, en términos generales, mucho más fácil. Hay una tendencia a creer que todo nos es debido, que los padres o el Estado nos tiene que facilitar todo.

P: Fue usted hijo de anarquista, y jamás tuvo problemas durante el Franquismo ni durante la democracia... ¿Cómo se lleva con la política?

R: Con la distancia debida. Tengo mis ideas políticas, como cada uno, pero no debo nada a ningún partido. No he recibido, ni pedido, una subvención en toda mi carrera. Sólo pido que los políticos estén preparados, tengan vocación de servicio y nos representen con dignidad.

P: ¿Por qué es mas 'in' decir que se es de izquierdas que de derechas?

R: Soy un hombre de derechas porque me gusta la libertad individual desde el orden y el respeto. Me gusta trabajar y crear puestos de trabajo, creo que la familia es la organización más esencial de toda sociedad, me gusta mi patria y mi bandera, me parece que la estética debe ser la manifestación exterior de la ética… Y nos quieren hacer creer que eso no es progresista y que los artistas, como los intelectuales, tienen que ser vanguardistas, transgresores… ¡Un cuento chino! A mi Franco se me queda a la izquierda.

P: ¿Se tomaría una tapita con Pablo Iglesias?

R: Solo comparto barra o mesa con amigos…

P: ¿Qué es lo mejor y lo peor que hace?

R: Soy una nulidad absoluta en materia electrónica, no soy nada manitas. De joven trabajé en unos talleres eléctricos, mi madre me pidió que cambiara un interruptor de luz y todo el vecindario se quedó a oscuras. Pero soy un hacha bailando. ¡Bailo muy bien!

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Arturo Fernández empieza 2017 con muérdago detrás de la puerta. Durante el último año ha cambiado el chaqué por una sotana para protagonizar 'Enfrentados', una obra escrita por el norteamericano Bill C. Davis y estrenada en Broadway, que muestra la relación entre un sacerdote católico, interpretado por el asturiano, y un seminarista rebelde, encarnado por Bruno Ciordia, el revolucionario que llega a la parroquia de barrio. En clave de comedia, los dos actores ponen sobre las tablas el choque entre la nueva y la vieja Iglesia, y las fisuras generacionales. Con lleno hasta la bandera en los teatros que ha representado la obra, el asturiano de oro se siente ahora con calma al lado de su chimenea para estudiar nuevos guiones que serán sus nuevos retos. En estos días de sosiego el actor siempre se acuerda de Antonio Machín, ese día premonitorio que le dijo al pedirle un autógrafo: “Muchacho, tienes muy buena pinta. Coge la maleta y vete para Madrid”. Y le hizo caso.

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