La historia de amor que esconde Frogmore Cottage, el nuevo hogar de Meghan y Harry
Las paredes del nuevo y aislado hogar de los duques fue testigo de uno de los romances clandestinos más sonados durante el reinado de Victoria. Su historia merece ser contada
Meghan y Harry abandonan el palacio de Kensington. Detrás dejan una residencia que se les quedará pequeña con la llegada de su bebé en primavera, además de una concurrida y poco privada avenida que coartaba a la pareja más de lo deseado. Esta es la versión más ligera de la historia, ya que los rumores que encabezan las portadas de la prensa social británica apuntan a que la relación entre Kate Middleton y la duquesa de Sussex no es del todo cordial, tanto que han decidido cortar por lo sano y separarse de la que era su residencia común.
El caso es que la pareja, que hizo público su compromiso hace justo un año, ha elegido como su nuevo y flamante hogar Frogmore Cottage, una residencia de diez habitaciones que están remodelando de forma exhaustiva para que cumpla con todas sus exigencias: una guardería, un gimnasio privado y un estudio de yoga son solo algunos de los lujos que incorporarán.
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El enclave, a las afueras de la urbe londinense y a 35 kilómetros de Kensington, guarda unos muy especiales recuerdos para la pareja, ya que a tan solo cinco minutos se encuentra el castillo de Windsor, lugar donde se casaron el pasado mes de mayo. Fue precisamente en Frogmore Cottage donde se hicieron las fotos oficiales de su pedida de mano -con el famoso vestido de Ralph & Russo valorado en 63 mil euros-. Además, el pabellón principal del recinto, Frogmore House, fue el espacio donde celebraron su segunda fiesta nupcial. Vamos, que se sienten como en casa.
Aunque antes de la historia de cuento de los Sussex, en aquellas mismas paredes se fraguó de forma clandestina otra de las relaciones que más ríos de tinta (y películas) han hecho correr sobre la Corona británica en el siglo XIX: la que mantuvo la reina Victoria con su exempleado indio, Abdul Karim.
La relación de ambos fue tan controvertida en su tiempo que, tras las muerte de la reina, se eliminó todo rastro de su 'íntimo amigo', el cual no figura en ninguna narrativa oficial ni en los diarios de la monarca. Pero existió; de hecho, fue tan real que, tras el fallecimiento de Victoria, las cartas que ambos se escribieron fueron quemadas y él fue deportado de vuelta a su país de origen, donde la historia murió en el olvido.
Una amistad que puso en jaque a la institución
Ambos se conocieron en 1887, cuando la reina tenía 50 años y volvía de haber viajado por la India, país que le fascinó hasta tal punto que acabó contratando a dos empleados oriundos de dicha tierra. Uno de ellos era Abdul, el cual rápidamente ascendió de sirviente de palacio a criado personal, haciéndose íntimo amigo de la soberana y granjeándose la envidia y el desdén de la familia y del resto de trabajadores reales.
Abdul le enseñó en pocas semanas urdú, la lengua de Pakistán y la India. Tal fue el escozor producido por esta inusual unión entre una reina y un vasallo que incluso se intentó que un médico de la corte certificara que Victoria no estaba en sus cabales. Sir James Reid, el facultativo, explicó en uno de sus diarios que "la única explicación caritativa" a esta relación es que "Su Majestad no está sana".
El rastro de él fue eliminado
Todo esto, como comentábamos, importaba más bien poco a la soberana, que acabó otorgándole a su ‘amigo’ los títulos de secretario privado indio y compañero del Imperio indio. Más tarde, su nombre aparecería en la Circular de la Corte, donde figuraban los compromisos reales, y su retrato fue incluso pintado de forma oficial. Aunque todo se desvaneció tras la desaparición de Victoria. Eduardo VII lo desterró e hizo de Frogmore un hogar más tradicional y comedido.
Este romance fue llevado a la gran pantalla en 2017 en el filme 'La reina Victoria y Abdul', dirigido por Stephen Frears, que ahondó en el escándalo mediático que supuso.
Tiempo después, en esa casona vivirían el marqués de Cambridge, la duquesa de Xenia -una de los pocos miembros de la familia del zar que logró huir de los bolcheviques- y Darren McGrady, que fue el renombrado chef personal de la princesa Diana. Ahora será la morada de Meghan y Harry, los cuales, conscientes de la historia que alberga Frogmore, también se sienten atraídos por lo que los gruesos muros de la residencia vivieron -y callaron- tiempo atrás.
Meghan y Harry abandonan el palacio de Kensington. Detrás dejan una residencia que se les quedará pequeña con la llegada de su bebé en primavera, además de una concurrida y poco privada avenida que coartaba a la pareja más de lo deseado. Esta es la versión más ligera de la historia, ya que los rumores que encabezan las portadas de la prensa social británica apuntan a que la relación entre Kate Middleton y la duquesa de Sussex no es del todo cordial, tanto que han decidido cortar por lo sano y separarse de la que era su residencia común.