Lo que el lenguaje corporal revela acerca del enfrentamiento entre Meghan y Kate
La mala relación entre las cuñadas ha puesto patas arriba el palacio de Buckingham. Una tensión que, según una experta en comunicación no verbal, ya lleva tiempo latente
Es la última gran comidilla entre los medios sensacionalistas de medio mundo: Kate Middleton y Meghan Markle no se llevan bien. Una repentina enemistad que sale a la luz tras el primer vía crucis mediático de la duquesa de Sussex, que es tachada de ‘complicada’ e incluso ‘trepa’ por antiguas exasistentes y amistades, como la del afamado periodista Piers Morgan. Aunque en realidad esta falta de afinidad entre ambas cuñadas no pilla a nadie por sorpresa, ya que desde el principio se pudo comprobar que sendas royals eran demasiado opuestas entre sí, diferencia que, aunque no se hizo evidente para el ojo público, sí que hizo mella desde un inicio para quien observó de cerca su lenguaje corporal.
Esto es lo que afirma la especialista en comunicación no verbal Judi James para el medio ‘The Sun’, tabloide que examinaba al detalle el encuentro de los Fab Four el pasado mes de febrero en el marco del Royal Foundation Forum.
A dicha cita acudían los príncipes Guillermo y Harry junto a sus parejas, que hasta el momento no habían protagonizado un compromiso oficial en conjunto. Para ello, sentaron en el centro del grupo a Kate y a Meghan, quienes ya por aquel entonces no tenían demasiado feeling. Esto se denotaba en diversos reflejos involuntarios en sus posturas e incluso en el lenguaje corporal de los cuatro, que ya estaban al corriente de estas diferencias.
Las sillas de ambas, opuestas entre sí
La charla que los royals mantuvieron dio pie a que se echaran unas risas, momento en el que, según aprecia James, Kate da la espalda a Meghan para reírse mirando directamente a su esposo, el que sería su aliado y ‘compañero de confort’ en el grupo. Evitaba así cruzar su mirada con Markle más de lo necesario.
Asimismo, cuando ambas intervienen para pronunciar unas palabras y no queda otra opción de que las dos hagan contacto visual, queda claro que tanto la una como la otra tienen una actitud fuerte que se evidencia con sus reacciones. Y esto se manifiesta también en el pelo de la exactriz: “Markle se esconde de Kate dejando caer su pelo hacía el lado en el que está ella, mientras así se siente más segura de reír dejándola ‘atrás’, un gesto que predomina todo el tiempo”.
Falta de complicidad que también se reflejaba cuando ambas eran preguntadas por el periodista que guiaba la entrevista: “Tanto una como la otra se alejaban entre sí con su silla giratoria, dando señales de incomodidad entre ellas”.
Ellos, también incómodos
Aunque este ‘mal rollo’ no solo se extendió a las jóvenes, sino que también caló entre sus esposos. Cuando el entrevistador se dirige al príncipe Harry y este contesta, Kate no duda en mirarlo de forma natural e incluso le sonríe, algo que no ocurre cuando interviene su cuñada, que incluso llega a tocarse la pierna cuando Kate y su esposo interactuaban, según la experta, “en señal de propiedad”.
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James afirma que este fue el principio del fin, el día que, de cara a las cámaras pero de forma sutil, se evidenció la nula relación entre ambas. Este vínculo se recrudecería en el ‘Trooping the Colour’, cuatro meses más tarde, y se intentaba maquillar el pasado julio cuando ambas acudían juntas al partido de Wimbledon, donde claramente las dos le echaron ganas por aparentar un lazo que, según la experta, nunca llegó a existir.
Es la última gran comidilla entre los medios sensacionalistas de medio mundo: Kate Middleton y Meghan Markle no se llevan bien. Una repentina enemistad que sale a la luz tras el primer vía crucis mediático de la duquesa de Sussex, que es tachada de ‘complicada’ e incluso ‘trepa’ por antiguas exasistentes y amistades, como la del afamado periodista Piers Morgan. Aunque en realidad esta falta de afinidad entre ambas cuñadas no pilla a nadie por sorpresa, ya que desde el principio se pudo comprobar que sendas royals eran demasiado opuestas entre sí, diferencia que, aunque no se hizo evidente para el ojo público, sí que hizo mella desde un inicio para quien observó de cerca su lenguaje corporal.