Es noticia
Menú
Victoria Eugenia y el regreso tras el exilio en el que comprobó (como su nieto) el amor de los españoles
  1. Casas Reales
FAMILIA REAL ESPAÑOLA

Victoria Eugenia y el regreso tras el exilio en el que comprobó (como su nieto) el amor de los españoles

La reina Victoria Eugenia, popularmente conocida como Ena, regresó del exilio al que se había ido con su marido, Alfonso XIII, para bautizar a su bisnieto, el actual Felipe VI

Foto: La reina Victoria Eugenia, en el bautizo de Felipe. (Getty)
La reina Victoria Eugenia, en el bautizo de Felipe. (Getty)

Ocho de febrero de 1968. Los jóvenes príncipes Juan de Borbón y Sofía de Grecia están pletóricos. Por fin han logrado el ansiado varón, Felipe, nacido apenas unos días antes, el 30 de enero. Ese día frío se convierte en cálido por dos motivos. Uno es que la continuidad dinástica está asegurada, a pesar de que Franco todavía no se ha decidido a nombrarlo sucesor a título de rey (lo haría el 22 de julio de 1969). El segundo motivo es que la madrina del heredero del heredero es Victoria Eugenia de Battenberg, la viuda de Alfonso XIII y, por tanto, bisabuela del recién nacido. Ena, como así la llamaban cariñosamente todos, vuela a Madrid para tan feliz acontecimiento.

La reina británica pisaba suelo español tras 37 años en el exilio. El 15 de abril de 1931, tras los comicios celebrados días antes (12 de abril), dieron la rotunda victoria a los republicanos, su marido el rey, Alfonso XIII, tomó la dolorosa y voluntaria decisión de suspender el ejercicio del poder real y marcharse al exilio. La II República Española no daba espacio para una familia real poco querida. Primero arribaron a Francia y más tarde a Italia (por entonces un reino y no una república aunque poco tardaría en serlo). Las cosas entre el matrimonio iban fatal y decidieron separarse. Físicamente, claro está, ya que no entró jamás en sus pensamientos la idea del divorcio. Victoria Eugenia se trasladó a vivir a Londres, concretamente al 34 de Porchester Terrace, que hoy día es la embajada de Perú.

placeholder Victoria Eugenia, con don Felipe. (Getty)
Victoria Eugenia, con don Felipe. (Getty)

Sin embargo, las cosas no iban a ser fáciles para la joven y atribulada reina. En 1939, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial abandonó Londres y, lo más doloroso, dejó de pertenecer a la familia real británica. Se instaló en Lausana, donde viviría hasta su fallecimiento.

Bautizo de don Felipe

Pero vayamos a su vuelta, al bautizo de nuestro actual monarca, Felipe VI. El bebé fue apadrinado, además, por su abuelo don Juan, conde de Barcelona. Toda una declaración de intenciones que el heredero tuviese tan magno apadrinamiento. La ceremonia, oficiada por el entonces arzobispo de Madrid, monseñor Casimiro Morcillo, tuvo lugar en el palacio de la Zarzuela, residencia oficial de los Príncipes de Asturias y, como el de sus hermanas anteriormente, en la pila de Santo Domingo de Guzmán. El príncipe recibió el nombre de Felipe Juan Pablo Alfonso de la Trinidad de Todos los Santos. Como anécdota curiosa y que recogieron en su día diversos medios de comunicación, el momento en el que la infanta Cristina, una niña, se puso a jugar con las borlas del fajín de Franco.

La vida de Victoria Eugenia

La que en su día fue reina de España lo tenía todo para ser feliz en esta vida; sin embargo, fue una mujer desgraciada por varias circunstancias, pero principalmente por todo lo que su marido, el rey Alfonso XIII, le hizo sufrir. Nació un 24 de octubre de 1887 en el precioso castillo de Balmoral (Escocia), uno de los lugares más queridos por Isabel II de Inglaterra. Era una de las nietas de la reina Victoria ya que era hija de su hija menor, la princesa Beatriz. Tenía, por lo tanto, un pedigrí regio, digno de emparentar con un futuro rey como así fue.

Cuando su madre se casó encontró una leve oposición en la reina Victoria, oposición que fue solventada gracias a la promesa que la princesa Beatriz le hizo a su madre: seguir siendo su dama de compañía, ergo, incluso casada, seguir viviendo allá donde estuviera la poderosísima reina. Recuerde el lector que la reina Victoria lo fue por derecho propio.

placeholder La reina Victoria Eugenia, en 1920. (Cordon Press)
La reina Victoria Eugenia, en 1920. (Cordon Press)

Este hecho hizo que Victoria Eugenia se criara junto a su abuela en los castillos de Windsor, Balmoral y Osborne, además del de Buckingham, que precisamente con el reinado de Victoria de Inglaterra se convirtió en 1837 en la residencia oficial de los monarcas británicos. Una infancia llena de pompa y boato y, sobre todo, muy 'british style', algo que terminaría pasándole una factura dolorosa ya que jamás supo entender el carácter de los españoles ni los españoles el de ella.

Matrimonio con Alfonso XIII

En 1905, reinando su tío Eduardo VII, la joven princesa, rubia, de ojos azules, dotada de una gran belleza y también frialdad, asistió a un baile organizado por el rey en Biarritz, en el hotel de Palais, lugar donde un jovencísimo Alfonso XIII la miró por primera vez y empezó a cortejarla.

Parecía todo perfecto, pero no lo era. Había dos obstáculos, en principio insalvables, para la que sería su suegra, la muy devota y recatada reina María Cristina: en primer lugar no consideraba que tuviera suficiente rango ¡y eso que era nieta de la mismísima reina Victoria! Pero es que si bien por línea materna su pedigrí era impecable, por la paterna no lo era tanto y nuestra joven protagonista 'solamente' ostentaba el título de alteza, ya que su padre no descendía de familia real. Pero no solo eso, había un problema de salud importante y eran los antecedentes de hemofilia de la princesa, una enfermedad que transmiten las mujeres y que padecen los hombres.

Foto: La reina Victoria Eugenia. (Getty)

Finalmente se casaron, enamoradísimos ambos, el 31 de mayo de 1906 en la madrileña iglesia de San Jerónimo el Real y, como si de una fatal premonición sobre su matrimonio se tratara, sufrieron un atentado del que salieron ilesos pero que les costó la vida a varias personas. Se tiñó su día, en teoría más feliz, de sangre y su vestido nupcial. Se cancelaron las celebraciones y, de esa manera tan triste, dio comienzo su matrimonio.

Idioma y religión, dos grandes obstáculos

Sabemos que la reina Victoria Eugenia dominaba, lógicamente, además del inglés, el francés y el alemán, pero el español, en el momento de contraer matrimonio, no lo conocía. Tampoco tuvo a nadie que se lo enseñara, lo aprendió sola. Hay que decir que era una mujer cultivada, acostumbrada al placer del estudio y se demoró casi dos años en aprender a manejarse con cierta soltura, pero nunca la suficiente para entenderse con un marido demasiado campechano para su británica personalidad.

Otro gran escollo, y este en aquella época no era una cuestión baladí, fue la religión que ella profesaba: el anglicanismo. Tuvo que ser rebautizada y tuvo que abandonarla para abrazar el catolicismo. Es fácil imaginar que esto solo fue a efectos de cara a la galería. La lengua fue un problema, la religión, también, pero sobre todo fue la radical diferencia en la manera de ser del español y el británico lo que hizo que jamás se sintiera en casa. Esto, unido a las constantes infidelidades del rey, la hicieron profundamente desgraciada.

¿Cuántos hijos tuvieron Alfonso XIII y Ena?

Se casaron muy enamorados aunque les duró poquísimo debido a enfermedad que ella transmitía. Alfonso XIII enseguida comenzó a frecuentar lechos ajenos, de otras damas a las que agasajaba y dejaba embarazadas, cosa que, por supuesto, llegaba a los oídos de una reina que no conseguía conectar con un estilo de vida como el español, al que encontraba bruto, insensible con los animales. La fiesta de los toros le debe a esta reina que los caballos vayan protegidos ya que, después de verle las tripas fuera a uno en una corrida, se desmayó. Hay que tener en cuenta que el pueblo inglés, y muy especialmente las clases altas, adoran todo lo que tenga que ver con el mundo equino.

A pesar de los pesares, a la pareja real les dio tiempo a tener siete hijos, pero ni siquiera ese número fue lo suficientemente prolífico como para garantizar de una manera tranquila una sucesión y continuidad dinástica. Fueron los siguientes. El primogénito fue Alfonso, que tendría como destino ser el heredero, rango al que renunció para poder casarse con una plebeya. Como ven, las cosas han cambiado y mucho para los actuales Borbones. En cualquier caso, dicha renuncia vino en 1933, dos años después de la proclamación de la II República, es decir, estando ya su padre en el exilio. Falleció por las heridas de un accidente de tráfico por culpa de su hemofilia, enfermedad que impide una correcta coagulación de la sangre.

El segundo de los hijos del matrimonio fue Jaime, quien con cuatro años y tras una operación se quedó sordo quedando invalidada así su valía para ser el heredero. De hecho, su padre le hizo renunciar al trono en 1933 y lo convirtió en duque de Segovia. Era el abuelo de Luis Alfonso de Borbón, el hijo del malogrado duque de Cádiz y Mari Carmen Martínez-Bordiú.

Foto: Alfonso de Borbón y Carmen Martínez-Bordiú. (Getty)

El tercer vástago fue una niña, Beatriz, quien terminaría esposando con Alessandro Torlonia y que sería la abuela de Alessandro Lecquio. A continuación de esta hija, la reina daría a luz a un niño muerto, Fernando, tras el que llegarían María Cristina y Juan, quien sí se convertiría en heredero aunque jamás logró ser rey por la dictadura de Franco. Sus derechos, los del conde de Barcelona, pasaron directamente a su hijo don Juan Carlos, que reinaría a la muerte del dictador con el nombre de Juan Carlos I. El último hijo de la pareja fue Gonzalo, que murió con tan solo 20 años.

placeholder La reina Victoria Eugenia. (Getty)
La reina Victoria Eugenia. (Getty)

Exilio, vuelta de unos días a España y muerte

Con la proclamación de la victoria de los republicanos, Alfonso XIII hizo las maletas y se fue al exilio en 1931. Jamás volvió a pisar España y murió, solo, en Roma. La vida para la que había sido el amor de su vida, pero a la que le había sido infiel en tantas ocasiones, no tuvo mejores perspectivas, aunque sí tuvo la dicha, en los últimos años de su vida, de pisar suelo español aunque fuese tan solo por unas horas. Cuando lo hizo, pudo comprobar que el pueblo español sí la quería, a pesar de lo que ella siempre había percibido. Bien es cierto que en 1968 la prensa era una cosa ya perfectamente establecida y llegar al pueblo era una tarea mucho más sencilla que cuando ella había sido la fría y extranjera reina de España.

Ena falleció un año y pico después de aquel bautizo en tierras españolas, concretamente el 15 de abril de 1969. Su esposo había muerto ya en 1941. En un principio fue enterrada en la capilla del Sacre Coeur de Lausana y, reinando ya don Juan Carlos, el 25 de abril de 1985 sus restos y los de sus hijos Alfonso, Jaime y Gonzalo fueron trasladados a la Cripta Real del Panteón de los Reyes en el Monasterio de El Escorial.

Gema Lendoiro es periodista y doctoranda en Historia Moderna por la Universidad de Navarra.

Ocho de febrero de 1968. Los jóvenes príncipes Juan de Borbón y Sofía de Grecia están pletóricos. Por fin han logrado el ansiado varón, Felipe, nacido apenas unos días antes, el 30 de enero. Ese día frío se convierte en cálido por dos motivos. Uno es que la continuidad dinástica está asegurada, a pesar de que Franco todavía no se ha decidido a nombrarlo sucesor a título de rey (lo haría el 22 de julio de 1969). El segundo motivo es que la madrina del heredero del heredero es Victoria Eugenia de Battenberg, la viuda de Alfonso XIII y, por tanto, bisabuela del recién nacido. Ena, como así la llamaban cariñosamente todos, vuela a Madrid para tan feliz acontecimiento.

Rey Felipe VI
El redactor recomienda