Una sonada ausencia marca el Baile de la Rosa: de los looks al menú, todos los detalles

Noche para el recuerdo en el Principado de Mónaco. Este viernes, y tras dos años sin poder celebrarlo, la princesa Carolina por fin podía llevar a cabo su querido Baile de la Rosa, una celebración que instauró Grace Kelly y cuyos beneficios van destinados a la fundación que lleva su nombre. Una velada a la que la hermana de Alberto pone, edición tras edición, todo el cariño y que contaba esta vez con Christian Louboutin como coorganizador. El famoso diseñador de zapatos se unió a la princesa para preparar el acto, que tuvo como temática la vuelta a los años 20.

La Salle des Etoiles del Sporting Monte Carlo se engalanó para la cena, cuyo cubierto para los invitados rondaba los 950 euros. Estos pudieron degustar desde un primero formado por colifor con fondant de langosta azul y caviar, un principal de rodaballo con mejillones y otro de cordero con setas, y de postre, fresas salvajes y merengue. Una cita a la que no faltaron asistentes de la talla de Janet Jackson y la familia Grimaldi al completo; bueno, todos excepto una persona: la princesa Charlène.

A pesar de que Alberto, como Carolina, son los presidentes de la fundación Grace, el príncipe acudió del brazo de su hermana, sin su esposa, que desde hace unos meses ya reside en Mónaco. La princesa pasó por unos momentos muy complicados después de que tuviera que permanecer en Sudáfrica durante más de medio año por una infección ORL. A su regreso al principado, Charlène tuvo que ser ingresada en una clínica en Suiza por un problema de salud mental. A principios de abril la veíamos de nuevo en la Roca, retomando sus quehaceres como princesa, pero este acto parece no estar entre sus prioridades.

De hecho, desde 2014 no asiste al Baile de la Rosa. Mucho se ha hablado de que el motivo de su ausencia puede ser la no muy cordial relación que tiene con Carolina. Sin embargo, y habiendo regresado hace nada al principado, había esperanzas de verla de nuevo en este acto con su cuñada y los hijos de esta, que, una vez más, se convirtieron en los grandes protagonistas de la velada. Ya se sabe que los Casiraghi tienen tirón, y si encima hablamos de looks de gala, todos los ojos están puestos en la princesa, sus hijas y sus nueras.

Una de las que más focos acaparó, por su vistoso vestido, fue la benjamina de la familia. La princesa Alexandra posó por primera vez en el photocall del Baile de la Rosa junto a su novio, Ben-Sylvester Strautmann, con el que lleva saliendo ya años, aunque en la foto de familia, al no estar casados, este prefirió retirarse. La princesa se decantaba por un diseño de Giambattista Valli con los colores de la bandera de Mónaco: el rojo y el blanco. Se trata de una creación de tul con escote en pico y una voluminosa falda. La hija de Carolina y Ernesto de Hannover llevaba el pelo recogido en un moño que dejaba al descubierto unos pendientes de diamantes, a juego con una gargantilla.

Carlota Casiraghi sorprendía en la velada con un recogido bob con el que parecía que se había cortado el pelo y que decoraba con una original estrella. La amazona, quien es imagen de Chanel, se decantaba por un estilismo de la maison francesa, de la colección Haute Couture primavera-verano 2022: un dos piezas formado por top blanco tipo lencero con un lazo negro e incrustaciones y una falda terminada con flecos. Un clutch de Chanel, en negro, redondeaba el estilismo de Carlota, quien asistía a la velada acompañada por su marido, Dimitri Rassam.

Por su parte, y fiel a su estilo más sencillo, Tatiana Santo Domingo apostaba por un vestido dorado repleto de lentejuelas con el que estaba de lo más favorecida. La nuera de la princesa Carolina se ha decantado por un diseño de la firma británica Temperley London, el modelo Bardot, que dejaba la espalada al aire. También su pelo denotaba esa sobriedad que siempre demuestra, ya que lo ha peinado hacia un lado, con unas ligeras ondas, y como joyas llevaba unos discretos pendientes de diamantes.

Beatrice Borromeo, quien siempre solía aparecer espectacular en el Baile de la Rosa, se convertía en una de las más discretas de la velada, incluso más que su cuñada Tatiana. La italiana elegía un diseño en color gris, sin mangas y de cuello alto, con un estampado de flores. La anfitriona de la velada, Carolina, quien lucía orgullosa sus canas, apostaba por un vestido con print marrón que combinó con chaqueta negra y collar largo.