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100 años de la boda de Isabel y Jorge VI, padres de Isabel II: del vestido de novia a los secretos de protocolo
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100 años de la boda de Isabel y Jorge VI, padres de Isabel II: del vestido de novia a los secretos de protocolo

Se cumple un siglo del enlace de los duques de York, futuros reyes de Reino Unido. Un ‘sí, quiero’ que rompió las normas de la alta sociedad y estuvo marcado por los ‘locos años 20’

Foto: Isabel Bowes-Lyon, conocida como la reina madre, se casó hace justo un siglo. (Cortesía/Royal Collection Trust)
Isabel Bowes-Lyon, conocida como la reina madre, se casó hace justo un siglo. (Cortesía/Royal Collection Trust)

Se cumple un siglo de una de las bodas más importantes en la monarquía británica del siglo XX. Una celebración que confirmó, como hemos sido testigo a lo largo de los últimos años, del furor que despiertan las bodas de la realeza. Sean multitudinarias, como el ‘sí, quiero’ de los reyes Felipe y Letizia en Madrid o el enlace que batió récords de audiencia de Kate Middleton y el príncipe Guillermo, del que conocimos todos los secretos en un documental, o bien tengan un carácter más íntimo, como la boda de Beatriz de York con Edo Mapelli, todas ellas generan una gran expectación.

Un interés que no es nuevo, ya que a lo largo de los siglos estos acontecimientos se han convertido en un valioso foco de crónicas y de historias. Más allá de su poder político, han generado cambios en la sociedad; en cuestión de moda, como el vestido de novia de la reina Victoria de Inglaterra. Un enlace que fue considerado toda una ruptura con lo tradicional, al igual que ocurría décadas después con su bisnieto, el príncipe Alberto de York y la princesa Isabel Bowes-Lyon.

placeholder Los príncipes Alberto e Isabel, duques de York y futuros reyes. (Cortesía/Royal Collection Trust)
Los príncipes Alberto e Isabel, duques de York y futuros reyes. (Cortesía/Royal Collection Trust)

Nos remontamos al final del siglo XIX cuando nació el segundo de los reyes Jorge V y María de Teck en Sandringham, la casa de campo con tanto valor sentimental para la familia real inglesa. El príncipe Alberto de York, Bertie para su familia, no estaba destinado a ser rey. Por lo que su educación se centró en lo militar, aunque también cumplía con ciertos compromisos oficiales como segundo hijo del entonces príncipe heredero.

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A pesar de ello, su boda como miembro de la Casa Real de los Windsor fue todo un acontecimiento para la alta sociedad de la época. Un impacto que, viéndolo en retrospectiva, es aún mayor si tenemos en cuenta ciertas libertades que tuvieron los novios, al no ser los herederos entonces directos al trono, aunque la historia les llevaría por ese camino. Hablamos del moderno ‘sí, quiero’ del príncipe Alberto de York (que después sería coronado como Jorge VI) con Lady Isabel Bowes-Lyon, del que se celebran 100 años.

El inicio de su historia de amor

placeholder La futura reina Isabel como dama de honor en la boda de la princesa María, un año antes de su enlace. (Cortesía/Royal Collection Trust)
La futura reina Isabel como dama de honor en la boda de la princesa María, un año antes de su enlace. (Cortesía/Royal Collection Trust)

La pareja se conocía desde niños, ya que el príncipe Alberto era amigo de los hermanos mayores de Isabel. La futura reina de Inglaterra era la novena hija de Claude Bowes-Lyon, conde de Strathmore y Kinghorne, y de Cecilia Cavendish-Bentinck, familia de destacados políticos de la época. Residiendo entre Londres y Escocia, y con su gran implicación en causas sociales durante la I Guerra Mundial, la amistad entre Alberto e Isabel se fue estrechando con el paso de los años, hasta que en 1921 el príncipe le pidió matrimonio.

Una primera solicitud que no tuvo el final esperado, ya que la joven declinó la petición de matrimonio. Al mostrar su miedo por “nunca, nunca más tener la libertad de pensar, hablar y actuar como siento que realmente debería hacerlo”, según reflejó John Ezard, en un especial sobre su vida en ‘The Guardian’. Sin embargo, el interés romántico del príncipe Alberto siguió adelante.

placeholder Los príncipes Isabel y Alberto, después rey Jorge VI, junto a sus respectivas madres. (Cortesía/Royal Collection Trust)
Los príncipes Isabel y Alberto, después rey Jorge VI, junto a sus respectivas madres. (Cortesía/Royal Collection Trust)

Llegando a decir a su madre, la reina María, que no se casaría con ninguna otra mujer. Lo que llevó a la propia reina a visitar a la joven Isabel en el histórico castillo de Glamis, en Escocia. Aunque no quiso intervenir ni presionar a la enamorada de su segundo hijo.

Pretendida entonces Isabel Bowes-Lyon por otros miembros de la alta sociedad londinense, como el empresario James Stuart o el príncipe Pablo de Serbia, el príncipe Alberto volvería a declararle su amor en 1922. Obteniendo de nuevo una respuesta negativa. Un año después, a la tercera, sí que fue la vencida, cuando la pareja se comprometió en enero de 1923.

La boda que revolucionó Londres

placeholder El interior de la abadía de Westminster durante el enlace de los duques de York. (Cortesía/Royal Collection Trust)
El interior de la abadía de Westminster durante el enlace de los duques de York. (Cortesía/Royal Collection Trust)

Toda una revolución para la época, ya que el matrimonio entre un príncipe (aunque fuera ‘segundón’) y la hija de un conde era visto como un matrimonio desigual por ciertas clases más tradicionales. Dado que a pesar de ser una lady, no era considerada parte de una familia real. Aunque, pese a cierta oposición de un lado más conservador de la sociedad, el príncipe Alberto y lady Isabel Bowes-Lyon se casaron el 26 de abril de 1923.

Un enlace que se celebró en la abadía de Westminster, el importante enclave eclesiástico que acoge los grandes momentos de la familia real británica. La novia partió desde su casa en el barrio de Belgravia, la zona más pudiente de Londres en los albores del siglo XX, hasta la abadía. Aunque entre medias hizo una parada que desde entonces se ha convertido en todo un símbolo para las novias de la realeza de los Windsor.

placeholder La carroza nupcial por las calles de Londres. (Cortesía/Royal Collection Trust)
La carroza nupcial por las calles de Londres. (Cortesía/Royal Collection Trust)

En recuerdo de uno de sus hermanos, y de todos los jóvenes de su generación que murieron en la I Guerra Mundial, la futura reina depositó su ramo de flores en la Tumba del Soldado Desconocido. Saltándose el protocolo, pero también ganándose el corazón de los ciudadanos que recordaban los terribles años de la reciente Gran Guerra. Aunque ahora las novias lo dejan tras celebrar su enlace, como hizo su bisnieta Eugenia de York en su boda años después. No sería la única tradición que inició, ya que también fueron los primeros miembros de la realeza cuyos anillos estaban realizados con oro de Gales, como ha ocurrido desde entonces.

El vestido de novia de Isabel Bowes-Lyon

Al comenzar su recorrido por las calles de Londres, llenas de ciudadanos, se pudieron ver los detalles del vestido de novia elegido por la hija del conde de Strathmore y Kinghorne. Un modelo muy diferente al de otras royals que apostaba por la modernidad, y dejaba de lado los modelos más imperiales o de gala. Así, con un margen de maniobra más amplio al no ser teóricamente la próxima reina, apostó por un diseño que refleja de fábula la moda de los ‘locos años 20’.

placeholder El vestido de novia de la reina madre, Isabel Bowes-Lyon, entonces duquesa de York. (Cortesía/Royal Collection Trust)
El vestido de novia de la reina madre, Isabel Bowes-Lyon, entonces duquesa de York. (Cortesía/Royal Collection Trust)

Se trataba de un modelo inspirado en las flapper girls, que habían dicho adiós a los tejidos rígidos y a los corsés, y que daba la bienvenida a la fluidez de este vestido de novia creado por madame Handley Seymour e inspirado en el trabajo de la modista francesa Jeanne Lanvin. Una propuesta realizada en muaré de gasa en color marfil con la cintura baja, perlas bordadas con hilo de plata en el escote y en la falda.

Además, contaba con un cinturón de tul y bordados de plata y un velo al estilo ‘pirata’ que ahora nos evoca a las novias de los años 20, y que hemos visto lucir a famosas como Laura Ponte, centrada precisamente ahora en su labor como diseñadora de vestidos de novia. Se atrevió también a lucir el cabello el día de su boda sin ninguna tiara real (algo que no se había hecho hasta entonces). Aunque lo que más llamaba la atención del diseño nupcial confeccionado por madame Handley Seymour eran las dos colas que tenía el vestido en encaje de Flandes.

placeholder La futura reina madre, Isabel Bowes-Lyon, el día de su boda. (Cortesía/Royal Collection Trust)
La futura reina madre, Isabel Bowes-Lyon, el día de su boda. (Cortesía/Royal Collection Trust)

Una de ellas nacía desde los hombros y otra desde la cadera, dando un aire muy original a la pieza. No sería el único vestido que madame Handley Seymour (quien a pesar de su nombre empresarial era inglesa) haría para la princesa, ya que también diseñó años después el de su coronación. Regresando al día de la boda, la recepción real tuvo lugar en el palacio de Buckingham, con un menú preparado por el chef Gabriel Tschumi.

El cocinero real de origen suizo que reinó en las cocinas de los royals británicos durante 5 reinados, desde la reina Victoria hasta el propio Jorge VI (antes el príncipe Alberto). Respecto al protocolo que tuvieron que lucir los 1.800 invitados al enlace, en el documento que se conserva en la Royal Collection Trust se pide a las damas que luzcan vestidos de día con sombreros y decoraciones. Mientras que para los invitados masculinos se diferenciaba entre el personal con rango militar, los de servicio civil y los civiles en sí.

Los duques que pasaron a ser Reyes de Inglaterra

placeholder La pareja de recién casados, los futuros reyes Jorge VI e Isabel, con sus damas de honor. (Cortesía/Royal Collection Trust)
La pareja de recién casados, los futuros reyes Jorge VI e Isabel, con sus damas de honor. (Cortesía/Royal Collection Trust)

Una boda que, a pesar de la sencillez y la modernidad que tuvo, sí contó con aspectos más tradicionales, como los ilustres invitados de otras casas reales, como los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia de España o los reyes Haakon VII y Maud de Noruega. Además del tradicional recorrido en carroza para saludar a los ciudadanos y curiosos que acudieron a felicitarles por su enlace.

Tras los festejos de su enlace, la pareja puso rumbo a su luna de miel en el condado de Surrey, y más tarde a Escocia. Dando la bienvenida a sus dos hijas, las princesas Isabel y Margarita años después. Sería 13 años después de su boda, tras la abdicación de Eduardo VIII, cuando el príncipe Alberto pasó a ser el rey Jorge VI al lado de la reina Isabel, quien décadas más tarde se convertiría en querida reina madre. Un matrimonio del que se cumple un siglo, que duró casi 30 años y que, según las crónicas históricas, fue feliz y armonioso. Mereciendo la pena esas tres peticiones de mano de Alberto a Isabel.

Se cumple un siglo de una de las bodas más importantes en la monarquía británica del siglo XX. Una celebración que confirmó, como hemos sido testigo a lo largo de los últimos años, del furor que despiertan las bodas de la realeza. Sean multitudinarias, como el ‘sí, quiero’ de los reyes Felipe y Letizia en Madrid o el enlace que batió récords de audiencia de Kate Middleton y el príncipe Guillermo, del que conocimos todos los secretos en un documental, o bien tengan un carácter más íntimo, como la boda de Beatriz de York con Edo Mapelli, todas ellas generan una gran expectación.

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