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El Rey emérito y el padre de Iñaki Urdangarin nunca se entendieron ni se aceptaron
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FAMILIA REAL ESPAÑOLA

El Rey emérito y el padre de Iñaki Urdangarin nunca se entendieron ni se aceptaron

La desconfianza del padre de Iñaki Urdangarin venía de lejos y nunca se entendió con su consuegro, el rey Juan Carlos

Foto: El Rey Juan Carlos, junto a la infanta Cristina e Iñaki urdangarin. (EFE/Alberto Estévez)
El Rey Juan Carlos, junto a la infanta Cristina e Iñaki urdangarin. (EFE/Alberto Estévez)

La graduación de Irene Urdangarin, tras acabar su primer ciclo académico y cumplir su mayoría de edad, ha vuelto a escenificar los desencuentros familiares.

Por parte de los Borbón acudieron todos, incluidos los Reyes eméritos, de nuevo juntos. En este sentido, hay que aclarar que después de los muchos años de infidelidades por parte del marido, la relación es ahora estable. La reina Sofía no ha olvidado, pero tampoco se recrea ahora que don Juan Carlos ya no tiene quien le adule. Ambos octogenarios han hecho suyo el refrán “a la vejez, viruelas”.

Foto: La infanta Cristina, en uno de sus eventos profesionales. (EFE/Pedro Puente Hoyos)

Y así es como vuelven a pasar el tiempo junto al resto de hijos, nietos y sobrinos. El único que mantiene el cordón sanitario (así se denominó) y no se relaciona públicamente es Felipe VI. Las razones son obvias, aunque en privado don Felipe sí tiene trato con sus hermanas y quedó de manifiesto el verano pasado, cuando se reunió a la hora del almuerzo en el palacio de Marivent con su madre, las infantas Elena y Cristina y algunos de sus hijos. La reina Letizia llegó a Palma al día siguiente con sus niñas tras acudir a un concierto de Rosalía. No hubo necesidad de encontrarse. Mientras unas llegaban, otras se marchaban.

placeholder Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, en una imagen de archivo. (Getty)
Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, en una imagen de archivo. (Getty)

El sector Urdanagin Liebaert solo estuvo representado por la abuela Claire, que quiere mucho a su nuera. Lo seguirá siendo hasta que Iñaki se decida a firmar. En las imágenes que se han visto de la infanta Cristina, aún sigue luciendo la alianza matrimonial. La clave de la ruptura legal será definitiva el día que se la quite y la guarde en un cajón.

Como suele suceder en las separaciones, el escollo es el dinero y es lo que quiere el exduque de Palma que quede solucionado para toda la vida. Es llamativo su nivel de vida y si hacemos caso a las declaraciones de su abogado, Pascual Vives, ni trabaja ni tiene ofertas laborales.

Vive con su madre, que según la versión oficial le mantiene y de ahí que pueda viajar, tener un buen coche y alojarse en el hotel de lujo Four Seasons de Ginebra. Dicen sus amistades que el coche es prestado. Puede ser, pero la gasolina no. Vive con mamá, que financia, y convive con amigos que pagan los cafés y la vida social. Del dinero que tanto él como su socio, Diego Torres, consiguieron a través de Nóos, poco o nada se sabe, como así figura en los libros ‘Urdangarin’ (La Esfera), ‘La intocable’ (La Esfera) y ‘Los secretos de la infanta Cristina’ (Ediciones B).

placeholder Iñaki Urdangarin, en una imagen de archivo. (Getty)
Iñaki Urdangarin, en una imagen de archivo. (Getty)

El resto de la familia Urdangarin, que mantiene una relación directa con Irene, la protagonista de la graduación, no quiso representar una falsa historia afectiva con los Reyes eméritos, a los que culpan de la condena por no haber hecho nada. Antes de que comenzara la instrucción del juez Castro, ya hubo un comentario por parte de Claire a su círculo amistoso. En aquellas fechas, y a través de Rafael Spottorno, don Juan Carlos condenó ya a su yerno. El comentario público que dirigió el que era el Jefe de la Casa del Rey sobre el duque de Palma era que se trataba de un comportamiento “poco ejemplar”.

Esta vez Claire Liebaert no estuvo callada y actuó como lo haría cualquier madre: “¿Pero quién es él para decir eso?”. Y efectivamente, el tiempo le dio la razón cuando saltó el caso Botsuana y la traición de Corina Larsen. En aquellas fechas, nada de esto era conocido, pero muchos años antes, cuando fue oficial la fecha de la boda entre Iñaki y la infanta, ya había cierta desconfianza por parte del Juan Mari Urdangarin Berriochoa.

El padre era una figura relevante del PNV y próximo a Arzalluz. El partido nacionalista le nombró presidente de Caja Vital de 1990 a 2000. Murió en mayo de 2012 a los 79 años. No fue consciente de la gravedad judicial que atravesaría su hijo. Y por eso, Claire, que desde la muerte de su marido se convirtió en la jefa del clan, dijo al saber de la imputación de su hijo querido: “No se habrían atrevido a lo que han hecho con Txiqui (ese es su apodo familiar) si mi marido estuviera vivo”.

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Claire Liebaert. (EFE/David Aguilar).

Los hermanos, sobrinos y círculo de amigos estaban de acuerdo. La infanta Cristina rompió con parte de su familia, incluido el rey Felipe y don Juan Carlos, y volcó su afecto en su familia política. Habrá que ver si este verano vuelve a las playas de Bidart, donde fue tan feliz con un marido que luego resultó ser poco fiel.

La desconfianza del padre de Urdangarin venía de lejos y nunca se entendió con su consuegro. En uno de sus primeros cumpleaños, tras la boda de su hijo con la infanta, don Juan Carlos le regaló un coche de alta gama de la misma firma que utilizaban los miembros reales. Al cabo de los meses, lo vendió aduciendo que gastaba mucha gasolina. Cuando el Rey emérito, que era titular en aquellas fechas, se enteró, se enfadó e hizo un comentario poco afortunado delante de su hija y su yerno. Recogiendo el refranero habría sido algo así como: “Hasta los gatos quieren zapatos”.

Con la reina Sofía, Juan Mari tampoco tuvo mucho trato. Cuando le preguntaban cómo se sentía por formar parte colateral de la Jefatura del Estado, respondió con ironía: “Nosotros seguimos con nuestra vida, que la tenemos ya resuelta y ellos no”.

Nadie imaginaba que, muchos años después, el hijo pequeño entraría en prisión y que parte de la pena la pasaría en soledad, en la cárcel de Brieva y sin visitas por la llegada del covid. Los Urdangarin no olvidan y por eso sólo fue Claire Liebaert la única que quiso representar y apoyar a la nieta Irene sin mezclarse con el que consideraba el causante de los males de Txiki. Su marido tenía razón: “No hay que fiarse de los coronados”.

La graduación de Irene Urdangarin, tras acabar su primer ciclo académico y cumplir su mayoría de edad, ha vuelto a escenificar los desencuentros familiares.

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