La vida de la infanta Cristina en Barcelona, al detalle: cenas con Pablo y visita a los consuegros

“Estuve años sin verla, ahora la veo muchísimo, estamos muy contentos”. Las palabras de una de las familiares más cercanas a la infanta Cristina definen el momento en el que vive la hermana de Felipe VI. Ha pasado de no pisar la Zarzuela más que en contadas y muy discretas ocasiones a pernoctar en palacio de manera habitual, más de una vez al mes. Ha pasado de esconderse en su casa de Ginebra a tener la agenda repleta de actos, tanto públicos como privados, en un giro a su vida que pocos preveían.

Eso de que las ventanas se abren al cerrarse la puerta parece que en el caso de Cristina de Borbón se ha cumplido a la perfección. Porque después del sufrimiento y la desolación en la que se quedó tras la infidelidad pública de su ya exmarido, Iñaki Urdangarin, la hija menor de los Reyes eméritos ha renacido. Es la nueva soltera de oro de la alta sociedad española y europea, algo que ella se toma ahora con gracia y desparpajo.

Con un calendario cargado de citas, fiestas y reuniones familiares, la Infanta ya no tiene tiempo de lamentarse. Vive en Ginebra, en la casa a la que se mudó mientras su marido estaba en prisión por el caso Nóos. Buscó un hogar alejado del centro, aunque muy bien situado, en una bonita casa con jardín y mucho espacio, para que cuando Urdangarin saliera de la cárcel pudiera vivir tranquilo. Lo que pasa es que nunca volvió y ahora la Infanta vive sola, con su hijo Miguel, que se ha trasladado a Suiza, y pasa gran parte del tiempo en España. En Barcelona, sobre todo.

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En la capital catalana está al menos cada 15 días, los plazos que acordó con su exmarido para poder encontrarse con Pablo, el segundo hijo del exmatrimonio, el único afincado en su país natal. Doña Cristina va a ver los partidos de Pablo en Barcelona y su exmarido tiene que ir a ver a su hijo en otros lugares, desde Navarra a La Rioja, donde sea.

Pacto entre ex

Poco hemos visto a Urdangarin en Barcelona en los últimos tiempos y es porque así lo acordó con su exmujer. Viaja a Cataluña -Vanitatis tiene constancia de ello-, pero lo hace de la manera más discreta y ya ni siquiera se aloja en Barcelona, sino que lo suele hacer en el Empordà, en casa de su hermana Ana, que se mudó a la comarca gerundense hace un tiempo.

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Así, si todo sigue como está planeado, la infanta Cristina estará de nuevo en España esta semana, para ver a Pablo, que juega este jueves 29 de febrero en el encuentro del Fraikin Granollers contra el Abanca Ademar de León. Doña Cristina y, cómo no, Johanna, la novia de Pablo, que ha vuelto a Barcelona tras estudiar un cuatrimestre en Alemania. Pablo espera poder mantener su puesto en el equipo, así que veremos a doña Cristina de forma muy habitual en la Ciudad Condal. Este martes pasado, además, Pablo acompañó a un grupo de niños en las instalaciones del club, donde se abalanzaron sobre él. Es un ídolo para los más pequeños.

Upper Barcelona

Aunque ya casi nadie se fija cuando pasea por el barrio de Pedralbes, o cuando sale con su hijo, con quien suele cenar en el restaurante Upper Diagonal, sentados en un rincón, siempre discretos y amables con todo el personal. Es lo que pretende la Infanta: dejar de ser noticia, pasar casi desapercibida y hacer su vida al margen del ojo público. Por eso es difícil verla en restaurantes en hora punta o con amigos. Suele ir a casas de amigos y es el citado Upper uno de los pocos caprichos que se da, aunque cena muy pronto, en horario europeo.

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En esa línea, otro de los puntos en los que es habitual verla es en casa de la familia Zott. Los padres de Johanna, la novia de Pablo, tienen una bonita residencia en Esplugues de Llobregat, muy cerca de donde vivía Shakira. Es una gran casa con jardín y bonitas vistas donde la infanta Cristina suele pasar horas, de charla con sus ‘consuegros’, con quienes se lleva de maravilla.

Todos juntos

También Urdangarin mantiene una excelente relación con los Zott, pero más en la distancia, puesto que, como decíamos, visita mucho menos Barcelona que su exmujer. Lo vimos el pasado fin de semana, cuando el exduque de Palma se desplazó hasta Santander para ver a Pablo, con quien fue muy cariñoso, al estilo de la familia Urdangarin, siempre abrazándose. Cada vez que su hijo juega en el norte, el padre no falla.

Sigue su carrera de cerca, como es natural siendo Iñaki uno de los deportistas más importantes de las últimas décadas en España. Pese a todo, sigue siendo una estrella del balonmano y su hijo sigue sus consejos a rajatabla.