Los vestidos de gala de la reina Silvia, sus hijas y su nuera en los Nobel: una tiara flexible, lentejuelas y una reaparición

Tras la vuelta de la princesa Magdalena a Suecia después de vivir en Estados Unidos, hemos vuelto a ver la foto familiar al completo en esta cita, con Chris O´Neill incluido. Pero su reaparición en la cita se ha visto eclipsada por los vestidos de gala de la reina Silvia de Suecia, sus hijas, su nuera y las valiosas piezas que han sacado de su joyero para los Nobel. Una tiara flexible, lentejuelas y muchas piedras preciosas han sido las grandes protagonistas.

Empezamos por el look de la princesa Sofía de Suecia, que es la única que no ha tirado del joyero histórico. Porque, una vez más, no ha dudado en lucir la tiara que no es de la familia, sino de su propiedad, la misma que le regalaron sus suegros por su boda y que se pone en prácticamente todas las ocasiones, con solo un par de excepciones en estos diez años.

Al tratarse de una diadema con piedras intercambiables, Sofía ha escogido pequeños zafiros para que combinaran con su vestido, un diseño que ya vimos en el reportaje que concedió a Vogue Escandinavia por sus 40 años. Se trata de una creación azul klein en la que se juega con la geometría, las formas y los volúmenes del cuerpo envolviendo la silueta.

Un look muy conceptual que marca un antes y un después en el armario de la princesa. Vemos cierta influencia de la escuela de moda de Amberes, de aquellos diseñadores como Dries Van Noten en los que parece que Soeren Le Schmidt, responsable de esta creación, parece haberse inspirado. Haciendo juego con el vestido, veíamos también el broche y los pendientes, también de zafiros.

Es más o menos la misma elección de su cuñada, la princesa Magdalena, con la que accedía al salón del ayuntamiento de Estocolmo donde tiene lugar la entrega de los Nobel. La hija pequeña de los reyes también combinaba las joyas con su vestido, en este caso en color verde y cuajado de pedrería y pailletes. El responsable, Fadi El Khoury, en el que ya ha confiado en más de una ocasión para esta cita.

Y, a diferencia de Sofía, Magdalena sí tiraba del histórico joyero, escogiendo una pieza que también tiene algunas interesantes particularidades. Se trata de la tiara de diamantes de Connaught, llamada así porque fue el regalo de bodas de los duques de Connaught a su hija, Margarita, cuando se casó con el príncipe Gustavo Adolfo, abuelo del actual monarca.

Formada por diamantes de diferentes tallas, representa una guirnalda de nomeolvides, flor que simboliza el amor. En el centro de cada arco cuelga otro diamante en forma de lágrima. Lo curioso es que la tiara puede llevarse como gargantilla y esos pendientes en forma de lágrima se pueden llevar de forma independiente. No son, ni uno ni otro la forma más habitual de lucirla, a pesar de que es una de las piezas que más llevan Silvia de Suecia y sus hijas.

Han sido la reina sueca y su hija mayor las que han hecho 'match' en cuanto a estilismos, ya que ambas han apostado por un color oscuro al que también han dado brillo con sus joyas. Silvia ha escogido un vestido con cuerpo de lentejuelas y falda de tafetán con volumen, dándole color con la tiara y los pendientes a juego.

Y es que ha escogido la diadema de Leuchtenberg, precisamente, la pieza más particular de este despliegue. Aunque parezca un modelo rígido, como suelen ser las diademas de las reinas y princesas, se trata de una tiara flexible y se guarda en una caja de forma completamente plana. Fue un regalo de Napoleón a su hijastro, Eugenio de Beauharnais, por su boda con la princesa Augusta Amalia de Baviera en 1806.

Está rematada por zafiros desmontables y en su origen también estaba rematada por perlas. Forma parte de un conjunto de pendientes, collar, broche y horquillas y es para uso exclusivo de la reina Silvia, ya que es de las piezas que están vinculadas a la fundación Bernadotte, por lo que, en un futuro, solo podrá ser utilizada por su hija mayor, la princesa Victoria, cuando acceda al trono.

Precisamente, la princesa Victoria también ha puesto la nota de color a su vestido oscuro con los pendientes, dos enormes topacios rosas que ha lucido con su sempiterno pelo recogido y la tiara Baden.

De tipo 'Fringe', son 47 barras de diamantes de diferentes tamaños intercaladas. Su propietaria original, Victoria de Baden, también la vinculó a las fundaciones que gestionan el uso de las joyas de la familia y expresó su deseo de que solo fuera usada por las princesas herederas, aunque no siempre se ha cumplido esta norma no escrita.

Esta pieza ha coronado uno de los mejores looks de la futura reina sueca, que ha escogido un vestido con escote asimétrico y confeccionado en un color malva que se dejaba ver a través del tul negro que lo cubría. En definitiva, una ceremonia para el que la reina Silvia, sus hijas y su nuera han echado el resto, con históricas piezas y grandes estrenos.